Elsa Cardozo: Nos hace daño crearnos la expectativa de que habrá una acción de fuerza de la comunidad internacional en Venezuela

Vanessa Davies

La internacionalista defiende la responsabilidad de proteger, pero insiste en que eso no dará lugar a una acción en Venezuela: “No hay apoyo internacional para una medida de ese tipo y creo que nos hace daño crearnos esas expectativas, porque paraliza y pone la responsabilidad en manos de otros”. Insiste en que el bloque de sectores que se oponen a Nicolás Maduro deben tender puentes con Irán, con Rusia, con China. Reivindica el ánimo pluralista de los venezolanos: “Nos es verdaderamente artificial todo este mensaje que nos divide en amigos y enemigos”. Llama a no dividir internamente ni a dividir los apoyos externos

La internacionalista Elsa Cardozo –confesado por ella misma- está muy marcada por el informe de la Misión de Verificación de Hechos de la ONU sobre Venezuela, así como también por otros reportes sobre la corrupción en el país. Igual que señala que “los autoritarismos han aprendido a adaptarse y a moverse en las aguas mundiales y a moverse en las instituciones internacionales y a debilitar contrapesos”, insiste en que hay “aprendizajes democráticos”. En entrevista con contrapunto.com se refiere, entre otras, a las sanciones.

“Hay un tratamiento mucho más inteligente en estos tiempos, y de allí los reclamos en algunas ocasiones, porque la sanción inteligente es aquella que afecta a quien comete el abuso, no debe afectar a la población del país, que ya de suyo es un país abusado”, enfatiza. “Es un tema muy complejo, pero sobre el cual ha habido aprendizajes democráticos y hay que exigir que ese aprendizaje democrático no se pierda”.

-Cuando habla de sanciones inteligentes, ¿a qué se refiere?

-La sanción inteligente es la sanción que se focaliza en la conducta del que comete los abusos. Y cada régimen de sanciones tiene sus normas. Las sanciones europeas son sanciones que tienen todo un marco legal que las rodea; hay procedimientos que son complejos porque suponen el consenso de los miembros de la Unión Europea, y está clarísimas cosas propias de las sanciones inteligentes: Las sanciones pueden ser reversibles. La sanción no es un propósito en sí mismo. El propósito no es castigar. El propósito es que haya un cambio en la conducta, un cambio en las condiciones que esa conducta propicia. Son una herramienta política. Claro que son de administración muy compleja, sobre todo en el caso venezolano, porque ya no ha habido solo sanciones focalizadas sino sanciones sectoriales sobre una situación que ya de hecho era desastrosa. Las sanciones no son las causantes del desastre venezolano pero hay aspectos en los que han comenzado a tener incidencia. Entre otras razones, por el sobrecumplimiento de las instancias que, para protegerse de ser sancionadas, en lugar de hacer el procedimiento que permite liberar ciertas áreas y ciertos flujos comerciales (medicinas y alimentos), no lo hacen. Otro tema sensible es el tema de los combustibles en Venezuela.

En una situación de emergencia “donde a la pandemia y a la cuarentena se suma la dificultad para movilizarse” hay observaciones inteligentes “sobre qué hacer con eso y cómo producir alivio que no le quite valor al peso político que tiene la sanción”. Recuerda que la alta comisionada de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet, lo ha mencionado en sus informes.

En su análisis, la internacionalista pide “no dejar pasar por alto que los barcos iraníes (con gasolina) llegaron, que están llegando; es decir, la voluntad de obstaculizar y bloquear no ha sido tan grande y no ha sido la que en principio se hubiera pensado que era”.

Estos son temas, expone, “que merecen atención con visión amplia, en la que se conjugue integralmente lo humano, lo humanitario, el tema económico y el tema de la necesidad de apoyo y presión internacional para facilitar una solución negociada para Venezuela”.

Mucho por hacer

Al calor del debate sobre la responsabilidad de proteger y la propuesta de recurrir a este principio para promover una acción en Venezuela, Cardozo expone: “La responsabilidad de proteger es un principio muy valioso, que costó mucho tiempo implantar en las Naciones Unidas y que tiene su origen en una catástrofe espantosa, genocidios ante los cuales la comunidad internacional se movió poco, miró para otro lado, dejó pasar el momento, después vinieron los arrepentimientos y la presentación de disculpas, pero ya era tarde”. Ese es un principio valioso, importante y que se ha fortalecido con el paso del tiempo, describe.

Pero, ¿a qué tipo de acciones da lugar? Cardozo explica que en el caso de Libia se argumentó la responsabilidad de proteger y la necesidad de una operación internacional. Pero “eso no va a pasar con Venezuela, está demostrado que eso no va a suceder, y felizmente no va a suceder. Es contraproducente alentar esa idea, porque esa idea paraliza, hace que en medio del desespero se sienta que no hay nada que hacer de nuestra parte, y hay mucho que hacer de nuestra parte. Para empezar, asumir que es un tema de actitud individual, de preservar la visión de que la solución debe ser nuestra, debe ser negociada. En esto no hay atajos. La situación venezolana es muy compleja y la salida no es sencilla”.

Cualquier acción de fuerza por parte de la comunidad internacional, inspirada en ese principio de Naciones Unidas, “requeriría el apoyo del Consejo de Seguridad, y ahí no hay apoyo”, reitera. “No hay apoyo internacional para una medida de ese tipo y creo que nos hace daño crearnos esas expectativas, porque paraliza y pone la responsabilidad en manos de otros”.

Cardozo cuenta que está fuera de Venezuela, que la situación del país es “tremendamente complicada y no está bien darles consejos a los demás cuando uno no está allí”, pero hay algo que fortalece ante las dificultades y es “sentirse empoderado”. También el “no perder de vista que, si somos demócratas, nos tenemos que comportar y ser consecuentes con esa visión democrática, no polarizar, no descalificar, no hacernos eco de mensajes que dividen y fragmentan, sino hacer todo lo posible por la unificación”.

Rememora que “uno de los grandes secretos de las transiciones que han logrado hacerse exitosamente es que han sido pacíficas y han sido negociadas”. El otro secreto es que, detrás de ellas, “ha habido un gran y fuerte espíritu unitario que ha costado construir. Siempre cuesta, porque uno de los aprendizajes autoritarios es ‘divide y reinarás’”.

¿Qué pueden esperar los venezolanos de la comunidad internacional? “Hay que fortalecer lo que es factible, lo que está allí”, comenta. Le parece terrible “que se haya criticado tanto la gestión de los europeos en Caracas” y llama a no polarizar el apoyo que ofrecen la UE y EEUU. “Creo que hay que trabajar desde adentro y no esperar que nos venga desde afuera, ni tampoco sentir que hay que estudiar lo que hay afuera para decidir cómo hacemos adentro. Es asumir una posición desde adentro, unificar estrategias. Es un momento muy difícil para los demócratas venezolanos, pero creo que hay una oportunidad en este momento, precisamente por lo movida que está la situación, por lo compleja que es”.

Las parlamentarias organizadas en los términos del oficialismo “han movido muchísimo apoyo internacional, y ahí hay muchas coincidencias que hay que aprovecharlas y trabajar lo mejor posible, sin dividir adentro y sin dividir afuera, sin polarizar, buscando la manera de hacer cada vez más compatibles esos esfuerzos”.

Plantea, en la misma línea, “no dejar de tener fuentes, líneas de comunicación con los aliados autocráticos del régimen. Eso suena difícil de hacer, pero es importante”.

-¿Que el bloque de sectores que se oponen a Maduro trate de tender puentes con Irán, con Rusia, con China?

-Sí. Igual que hay que hacerlo adentro, hay que hacerlo afuera. Es una tarea de hilar muy fino, de mucho trabajo, de mucho refinamiento estratégico. Es algo que hay que hacer. No estoy descubriendo el agua tibia. Son cosas conocidas, que están allí pero a veces se nos olvidan.

Cofradías autoritarias

Hay avances de autoritarismo en el mundo que son verdaderamente preocupantes, prácticas autoritarias de los “autoritarismos cerrados” y también de democracias que se han ido pervirtiendo. Gobiernos que llegan al poder en elecciones, y “aprovechando la situación de emergencia del coronavirus” han asentado su poder. Cardozo habla del gobierno del presidente Trump y sus prácticas “que han ido menoscabando” y puesto en duda, incluso, los resultados electorales.

La internacionalista publicó un artículo en la revista Democratización del Instituto de Estudios Políticos Forma en el cual sostiene que el presidente Hugo Chávez y Nicolás Maduro anudaron alianzas extranjeras “en lo ilícito, criminal y subversivo” que se sustentarían en la corrupción.

Los líderes autoritarios “han ido aprendiendo a moverse de manera que han ido colando cada vez más sus prácticas y tratando de pagar el menor precio posible por su flagrante violación de las normas”, y una de las herramientas de los nuevos autoritarismos “es desvirtuar el momento electoral”.

Esos aprendizajes consisten “en menoscabar libertades, menoscabar derechos humanos, sofocar los movimientos de la sociedad civil, limitar la actividad de los partidos políticos, someter a mucha presión –hasta la represión- las protestas y manifestaciones. La lista es muy larga y lamentablemente muy conocida para los venezolanos, porque a Venezuela fueron llegando también estos aprendizajes y esto es lo que explica –según algunos autores- la resiliencia de estos autoritarismos contemporáneos, su capacidad para sostenerse”.

-¿Por qué una situación de pandemia, que debería llevar a más democracia, lo que hace es restarle a la democracia?

-Uno humanamente se pregunta por qué una situación que llama a la colaboración, a la concertación de esfuerzos, a la atención a lo humano, a la tragedia humana que significa, conduzca a políticas oportunistas, a aprovechar el momento para acumular poder.

Recuerda el caso de China, que califica de paradigmático, porque en ese país comenzó el coronavirus y la manera como fue controlado el virus fue típico de un país totalitario: “Control, encierro, medidas punitivas severísimas”. Al mismo tiempo ha aprovechado el momento “para continuar la expansión de su influencia internacional al precio que sea”, afirma Cardozo, aunque pide no restarle mérito al envío de suministros por parte de China a algunos países.

-En esa cooperación entre regímenes autoritarios, ¿qué hemos perdido los venezolanos?

-Vienen a ser la negación del contrapeso internacional a los abusos en materias como derechos humanos, que son de jurisdicción universal. En materias que también son de preocupación general y globalizada, como la corrupción. Son influencias terribles. Son países que, en nombre de distintas cosas (no todos los autoritarismos son iguales) le han dado mucho margen de maniobra a lo que no debería tener margen de maniobra. En nombre del principio de no intervención, de intereses muy pragmáticos, intereses de negocios, son países que tienden a debilitar los contrapesos internacionales. Me refiero al régimen internacional de convivencia y de respeto por unas normas básicas de dignidad humana, de transparencia en los negocios.

En la situación actual hay un riesgo adicional: “Que los demócratas copien las conductas autoritarias” y asuman que todo está perdido.

También hay aprendizajes democráticos en Venezuela, y uno de ellos es “la valoración del voto” y la disposición de votar “en elecciones limpias y libres”. Otro, el ánimo pluralista de los venezolanos. “Nos es verdaderamente artificial todo este mensaje que nos divide en amigos y enemigos, quien no está conmigo está contra mí, rotular a los demás para ponerlos en un mismo saco”. Considera que hay mucho aprendizaje sobre la resiliencia de la sociedad civil en la protección de los intereses de los venezolanos, y “en el atrevimiento a reclamar derechos”. Para Cardozo queda muy claro que el informe de la Misión de Verificación de Hechos de la ONU evidencia la voluntad de decenas de personas “a declarar, a arriesgarse a poner en blanco y negro una situación que finalmente nos afecta a todos los venezolanos”.

Sobre las elecciones parlamentarias, afirmó que una señal de alarma es que no se acepte observación internacional independiente y como debe ser, que comienza con mucha antelación. “Por eso los europeos piden seis meses, por eso los europeos piden revisar todo el proceso”, señala.