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sábado, 12 abril, 2025

José Manuel Muñoz: Salir a votar permite convertir la indignación en acción

Texto, fotos y videos: Vanessa Davies

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«El 28 de julio nos pasó una cosa terrible, como le puede pasar a una familia una tragedia, pero hay que continuar», considera el coordinador del voluntariado Venezuela sigue luchando de Un Nuevo Tiempo. A su juicio, la mayor lealtad con lo sucedido no oficialmente el 28 de julio de 2024 es participar en las próximas elecciones

La política venezolana puede ser una máquina de moler carne, una pulidora que hace brillar los talentos o una mezcla de ambos. Y no solo eso: también obliga a moverse. José Manuel Muñoz parece haber sobrevivido a la primera, haber estado bajo la segunda y haberse visto obligado a cambiar de militancia partidista. Hoy, como coordinador del voluntariado Venezuela sigue luchando de Un Nuevo Tiempo (UNT), Muñoz se esmera en debatir las razones por las cuales, a su juicio, la gente debe votar en los próximos eventos electorales.

-Primero, pareciera que la gente no quiere votar, sea el 25 de mayo o sea cuando sea. ¿Cómo romper esa negativa de la gente que podría estar asociada con María Corina o no?

-Creo que los que estamos de acuerdo con participar debemos ser muy claros en las razones que nos llevan tener esta posición. No se trata de solo decir que el voto es un derecho, que se trata de de recuperar espacios, ¿no? Esos son argumentos válidos, pero no suficientes. Creo que de lo que se trata es de convertir la indignación en acción.

-¿Es decir?

-Bueno, la acción que yo veo que podemos hacer, y además, la que la situación actual nos permite hacer, es la participación. Entonces, intimidación se responde con acción, y esa acción en mi modesto criterio, es la participación.

-¿Por qué?

-Bueno, porque la participación presenta dilemas estratégicos al gobierno, porque si la participación aumenta, las posibilidades de que los candidatos de la oposición ocupen mayores espacios que los del gobierno es muy alta. Entonces, el gobierno tiene que ver qué hace con esa realidad. ¿Cómo la gerencia, cómo la administra? Si la reconoce, claro, hay un debilitamiento en su capital político, en su capital de poder; y si no la reconoce, también se debilita. Es decir, pase lo que pase, saldría debilitado si la gente vota. Eso es muy importante que la gente lo tenga claro. También es muy importante que tengamos claro cuál es el futuro próximo, el futuro cercano. Y en el futuro cercano todo indica que el cambio no está a la vuelta de la esquina. El cambio tenemos que irlo construyendo. Y la forma más plausible, la forma como eso se puede construir de manera más eficiente, en mi criterio, es participando y ganando. Se están escogiendo cargos ejecutivos y cargos legislativos. Si hay gestiones eficientes, si hay gestiones cercanas con el ciudadano, a pesar de las grandes limitaciones que hay en esos cargos ejecutivos, se va creando un vínculo que es muy importante para el futuro. Y si los legisladores interpretan realmente los anhelos, las demandas, los deseos de la oposición, también vas creando un vínculo que va a ser muy importante para el futuro. De lo que se trata es de no perder esa oportunidad. Porque ¿qué es lo que pasa? Te doy otra una tercera razón, lo más sencillo, lo más fácil para el gobierno es que no participen.

Porque, añade, «después que pasó todo lo que pasó, pareciera claro que por lo menos en este momento hay una decisión de parte del gobierno de acabar con el voto. Esa herramienta es nuestra. Para los que han tenido ese derecho ha sido ha sido un valor muy importante. Podríamos decir que es parte de la cultura venezolana y lo acabamos a demostrar el 28 de julio. El voto es un supravalor y nosotros tenemos que hacer todo lo posible por preservar ese valor. Porque si nosotros contribuimos a que ese valor se acabe en este momento, entonces estamos siendo nosotros los verdugos de ese valor».

-Si el 28 de julio efectivamente hubo un fraude, como se denuncia, ¿qué hace pensar que no se va a repetir ese escenario?

-No se trata de pensar que se va a repetir o no. De lo que se trata es de resistir. Se trata de que no permitamos que nos quiten el voto. Lo digo de forma muy clara. Porque el voto es la única herramienta que nos permite a nosotros confrontarnos contra el gobierno. Nosotros no tenemos armas, y además, no solo que no las tenemos, sino que si las tuviésemos tampoco es lo deseable. Nosotros no queremos un baño de sangre, ni que entre los venezolanos nos terminemos matando, ni de verdad pretender que venga un ejército extranjero a invadir este país. Desde mi modesto punto de vista no puede ser la estrategia política de ningún liderazgo, y además de eso, no es un escenario que se que se perciba como como viable.

¿La abstención promueve el cambio?

-El mundo ha cambiado mucho, la realidad geopolítica es distinta. ¿Votar no es convalidar lo que dicen que pasó el 28?

-Votar es demostrarle al gobierno y demostrar al mundo que este país está convencido de su voluntad de cambio. Que la voluntad de cambio, lejos de haberse debilitado, sigue estando muy fuerte. Yo respeto a los que se sientan estafados por esta convocatoria, y no es mi mi intención confrontarlos, descalificarlos ni mucho menos, pero sí creo que hay una buena parte de la población que está dispuesta a escuchar ambos discursos. Se trata de eso: más que pensar en lo que el liderazgo piensa y cree, darle la oportunidad a la gente de que decida qué hacer. Porque como te decía al principio de la entrevista, creo que en la gente todavía es un sentimiento transversal el voto; y a pesar de que no no haya sido reconocido, sigue siendo un gran valor.

-¿La abstención no es una forma de participar también? ¿Y de expresar una molestia?

-Lo puede ser, pero ahora tienes que irte a un criterio fundamental, que es el de la eficiencia política. La pregunta no es si la abstención es una forma de protestar o no lo es, si lo es o no lo es. La pregunta es si es una forma eficiente para promover el cambio. No es solo porque no lo crea, sino porque es lo que la experiencia empírica nos ha demostrado. Cuando no se ha participado, el gobierno sigue avanzando: avanzó en el 2005, avanzó en el 2000, en 2018. Cuando tú caracterizas el tipo de gobierno que tenemos ahorita, los expertos coincidirían en que estamos en un gobierno autoritario hegemónico. Y a diferencia de los gobiernos democráticos, los gobiernos con tendencia hegemónica se sustentan, no en la legitimidad popular, sino en el apoyo de las de las fuerzas reales de poder.

-¿El voto cambiaría eso de qué manera?

-El voto es una forma de seguir luchando, de seguir la lucha política. No participar es lo que ellos quieren; sencillamente les facilita el camino. ¿Qué es lo que le conviene al gobierno? Si no votamos, sencillamente ellos terminan siendo electos sin tener que hacer uso de su poder. En cambio, si nosotros participamos y ganamos volvemos, como lo dije al principio, a crear dilemas más estratégicos que siempre moverán esas estructuras. Otra cosa muy importante es que no se trata tampoco del debate tipo chantaje: ¿votas o no votas?, que pareciera estar en este momento. Claro, eso hay que superarlo y la oposición está en la obligación de presentar los mejores candidatos y candidatas posibles. También es una oportunidad para eso. Tenemos 25 años con un liderazgo que se ha venido debilitando; estas elecciones permiten que figuras altamente politizadas a escala local, a escala regional, y que tienen vínculo realmente con su comunidad, puedan acceder a espacios de representación importante. Es una forma también de renovar el liderazgo.

-Hay personas que lo pueden ver como una deslealtad hacia María Corina Machado, una deslealtad hacia los resultados no oficiales del 28 de julio. ¿Qué le plantearía a quien se lo ponga en esos términos tan dilemáticos?

-La lealtad es con el cambio. Y aunque no nos lo garantice votar, hacerlo de forma contundente nos acerca más al cambio. No te digo que garantice el cambio, pero nos acerca más que no hacer. Segundo, como la lealtad con el cambio, si nosotros repetimos nunca será en los mismos términos. La elección presidencial siempre trae más niveles de participación. Pero si nosotros somos capaces de obtener otra nueva victoria, importante, vamos a ser leales con lo que ocurrió el 28. Creo que no es un tema de María Corina o de una figura tal o cual. Es un tema de la causa. ¿Cuál es la causa? La causa es el cambio. Que haya líderes que muy merecidamente encarnen, simbolicen esa causa, está muy bien. Pero resulta que el gobierno tiene el poder, y eso es lo que tenemos que entender para, digamos, anular, debilitar a esas figuras. Como digo, en efecto está ocurriendo: hay gran parte de líderes presos, otros están en el exilio.

Hacer política

-¿Eso va a cambiar con los próximos eventos electorales?

-Esa situación no va a cambiar. Lo que sí va a cambiar es que vas a tener, quizá no un liderazgo de la talla de María Corina, pero vas a tener a un representante del sentimiento opositor haciendo política. Haciendo política en función del cambio, en función de la gente. O sea, yo te lo voy a decir de esta forma. Yo recuerdo que una vez yo leí algo sobre la madurez y y la madurez dice que tiene dos rasgos distintivos. La primera es la tolerancia a la frustración: «Quise esto, hice todo lo posible por lograrlo y no se pudo. Y no se pudo no por mí, sino porque hubo circunstancias externas a mí». La otra es la capacidad de postergación. No se pudo el 28, pero tenemos que seguir intentando lograrlo. Es como decía Churchill: «¿Hasta cuándo van a batallar? Hasta que logremos la victoria».

-¿Cómo es esa participación?

-Es participar con la idea de resistir. Participar con la idea de debilitar a los adversarios, participar con la idea de que la gente tenga la posibilidad de escoger entre los mejores y las mejores. Y participar con sentido realista. ¿Cuál es el sentido realista? Que la elección no va a producir el cambio. Es necesario que, independientemente de lo que termine decidiendo, la gente sienta que entre las dos opciones hay razones, hay argumentos. No puede ser el chantaje lo que termine prevaleciendo en el debate político, ¿no? Tiene que ser la calidad de los argumentos de cada uno de los actores y de la cultura. Yo podría decirte, ¿qué nos ofrecen los abstencionistas? ¿Hay alguna posibilidad de que esto cambie por el uso de la fuerza? Dime si tú conoces alguna célula guerrillera, un frente. ¿La comunidad internacional está dispuesta al uso de la fuerza para cambiar la situación en Venezuela? Porque si la hay, bueno, enséñamela porque yo me considero informado y no he visto ninguna.

-Los anuncios de Trump obviamente son en materia económica, pero son un alicate en lo político también. ¿Pueden cambiar este escenario?

-Veo a un hombre que en este momento solo piensa en su país y no tiene, digamos, conciencia de lo que significa ser presidente en los Estados Unidos; de la gran responsabilidad que tiene con Occidente, con los valores occidentales, con el sistema geopolítico que surgió después de la guerra. Entonces, díganme ustedes, me preguntaría lo siguiente: ¿Un hombre con esas características está realmente en la disposición de abrir un frente militar? Es un hombre cuyo único interés es económico. No le interesa Occidente; lo que le interesa son los Estados Unidos. Y su política ha estado orientada a lo que él considera para fortalecer la economía norteamericana. Bueno, lo vemos con lo de los aranceles. Y segundo, es una administración que ha demostrado un gran rechazo hacia la nacionalidad, a lo que somos nosotros. Ha demostrado en principio ser enemigo de todos los autoritarismos, pero digo en principio porque tiene excelentes relaciones con Putin, tiene buenas relaciones con Corea del Norte. Parece que su antiautoritarismo es selectivo, digámoslo así. Mucha gente pensó que iba a poner de rodillas a Maduro. Pero eso no ocurrió en el primer gobierno; tuvo cuatro años para hacerlo y no lo logró. Y no lo veo como una de sus prioridades en su segundo. Más bien creo que es una administración que en este momento se encuentra en dificultades; dificultades internas y dificultades externas. Internamente Estados Unidos está reaccionando y el mundo está reaccionando ante esa política. Y el tema venezolano, si acaso está en una agenda, está entre los últimos puntos de la agenda. Por ahí no es la cosa.

-¿En qué consiste el voluntariado Venezuela sigue luchando?

-Lo estoy Lo estoy coordinando. ¿Qué es lo que queremos? Bueno, en primer lugar, esto que tú me estás permitiendo: dialogar con la gente. Nosotros creemos que hay que escuchar cuál es la teoría del cambio de la gente, qué piensa la gente. De repente los que estamos equivocados somos nosotros. Se trata de generar espacio a través de foros, a través de encuentros vecinales; encuentros con sectores, sindicatos, empresarios, mujeres, jóvenes, etcétera, para escuchar. ¿Cuál es su teoría del cambio? La teoría del cambio que tenemos nosotros es la participación, no como varita mágica, no como la solución definitiva a todos los problemas, sino como una forma de luchar, una forma de seguir resistiendo y articular. Tiene que ser más allá de la afiliación política, porque los que sí tengan afiliación política lo hacen a través de sus partidos. Nosotros creemos que hay mucha gente que estaría dispuesta a compartir esta estrategia política, y este es un espacio para que nos conozcamos, para que intercambiemos y para hacer cosas, además.

-¿Solo por el evento electoral o la idea es que continúe después de los eventos electorales

-Bueno, este en particular es para las elecciones. Yo creo que también es muy importante ir construyendo esto en función de la amenaza de la reforma constitucional. Porque yo creo que en la reforma constitucional se nos va la vida. El marco jurídico de lo que es nuestra Constitución es lo que está en juego. Es nada más y nada menos que el proyecto republicano. ¿Qué pasaría al ser sustituido por un proyecto comunal? Entonces, ante eso, ¿qué vamos a hacer? Es decir, que este voluntariado también es para eso, para los eventos electorales que se esperan.

También «hay que hacer un llamado a estos compañeros opositores que no creen en la participación para que reflexionen. Sin pedirles que arríen sus banderas, ni mucho menos, pero que por lo menos haya un espacio para la discusión. Y, sobre todo, algo muy importante: la no descalificación. Después nos vamos a necesitar. O sea, sería muy importante que entendiéramos que el mundo no se acabó el 28. El 28 nos pasó una cosa terrible, como le puede pasar a una familia una tragedia, pero hay que continuar. Y si estamos de acuerdo en que hay que continuar habrá la necesidad de que volvamos a actuar articuladamente, independientemente de las reservas que tengamos hacia el otro.

-Esa red de testigos de mesa, miembros de mesa, ¿va a estar? ¿Cómo la van a activar?

-Es muy difícil, porque la gente tiene terror, la gente ha sido perseguida. Pero insisto: hay que intentar. Si no lo intentamos, ellos ganan. Probablemente si lo intentamos nosotros no ganamos; pero si no lo intentamos, ellos ganan. Tienen la victoria asegurada.

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