La democracia venezolana es un paciente en terapia intensiva, sostiene el analista independiente, y para que salga de ese estado se necesita humildad del oficialismo y de la oposición. Considera que, en las próximas semanas, la oposición debe negociar para ir en unidad en por lo menos 16 estados
El rol que Johel Orta decidió cumplir en esta coyuntura nacional es el de ser una voz crítica que estudie la política y no se exima de cuestionarla. Como analista independiente, Orta avizora que los sectores que adversan al chavismo avanzan a posibles nuevas derrotas.
-¿En qué condiciones vamos a un evento electoral? Sea cuando sea, porque puede cambiar la fecha.
-Es posible. Está planteado y pudiera pudiera ocurrir que se modifique nuevamente la elección. Ya vimos que el cronograma electoral varió para el tema de las postulaciones. Todavía está la posibilidad de hacer algunas modificaciones a las postulaciones que terminaron el domingo. La verdad que el 25 vamos a un proceso electoral con una ruta que quedó herida de muerte en la elección presidencial pasada. La democracia es un paciente que está en terapia intensiva y hay que hacer el esfuerzo por salvarle la vida. De allí el insistir en el tema de la participación, de allí el insistir en el esfuerzo ciudadano para que pueda la democracia, de algún modo, tomar un aire que permita a la ciudadanía superar la frustración, superar la falta de motivación para movilizarse porque se sienten defraudados por el árbitro y eso es muy, muy lamentable. El Consejo Nacional Electoral está en la obligación de lavarse el rostro y ojalá observemos en este cortísimo tiempo que queda que actúe de la manera más racional posible.
-Dice que la democracia está en terapia intensiva. ¿Cómo sacarla de allí?
-En principio, un nivel de mayor humildad por parte de los actores políticos, tanto del sector oficial como del sector opositor. Es decir, el gobierno tiene que comprender que solo con lo que le queda de arraigo en la población el momento electoral no le es favorable a todas luces. El PSUV es el único partido de masas que queda en Venezuela, con una estructura estalinista: aunque hace una consulta en las bases, luego los cogollos deciden quiénes son los candidatos y en definitiva se asumen disciplinadamente esas decisiones tomadas por los otros. Eso fue lo que les hizo un daño terrible a partidos como Acción Democrática y Copei, y ese mismo desgaste va a comenzar a sufrirlo el Partido Socialista Unido de Venezuela, unido y único, porque yo digo que uno de los «logros» de la revolución en este momento fue consolidar una figura de partido único.
Lo demás, evalúa, «son pequeñas organizaciones políticas con una tarjeta para postular que también depende del ánimo que tenga el gobierno para decidir quién participa, quién no participa y quién puede, en un momento determinado, ocupar una curul o ir a la gobernación de un estado o una alcaldía, o ser legislador regional. Es una situación muy compleja. Y por otro lado, el sectarismo. El gobierno actúa de manera sectaria, actúa imponiendo su criterio y su opinión por sobre muchas veces la racionalidad, porque se siente el único dueño del poder fáctico, como en efecto ocurre, porque no es una mentira. Por el lado de la oposición es terrible la guerra de egos y de vanidades que allí se presenta. Vemos cómo en la oposición, para este próximo proceso electoral, van fraccionados en cinco bloques».

-¿Cuáles son esos cinco bloques?
-Hay uno, que pareciera tener mayor mayor posibilidad, que es el que está integrado por el gobernador Manuel Rosales, el exgobernador Capriles, el exgobernador Falcón y otro número de de movimientos muy pequeños que trataron de incorporar nombres vinculados a la sociedad civil, a la academia, a los medios de comunicación. Luego está el Lápiz, y el amigo Antonio Ecarri decidió correr solo en esta oportunidad. Hay otro bloque que es el que se denomina la Alianza Democrática, formada por Acción Democrática, Copei, Primero Justicia, Primero Venezuela, Cambiemos; todo ese grupo de partidos que ya fueron juntos en la elección pasada como plataforma, con la diferencia de que en esta oportunidad constituyeron alianzas perfectas en algunos sitios y en otros no. Luego está el de Fuerza Vecinal con la gente de MIN-Unidad y otras organizaciones. Y va una plataforma mucho más pequeña, formada por la gente de Derecha Democrática Popular, por la gente de Carlos Melo y otro grupo de pequeñísimos partidos que no son partidos, son tarjetas.
Esta es, a juicio de Orta, «una competencia de burro contra tigre, porque ya en ese mismo momento el bloque de la oposición va a fragmentarse, y lejos de obtener 120 y 140 diputados que perfectamente se hubiesen podido obtener yendo juntos, probablemente aumente, de los 20 que hay, solo a 40 o a 60. Ojalá crezcan lo más que puedan, porque una fracción tan minúscula como la que existe hoy efectivamente no tiene mayor eco en la Asamblea Nacional».
-Pero parece que todos estos factores no ven que la democracia está en terapia intensiva, como usted lo dice.
-No, y es lo que a mí me preocupa de manera profunda, porque además yo siempre planteé que esto no podía ser una guerra entre todos estos grupos para decir «es que yo soy más grande que tú, y por eso me toca la cabeza de la lista aquí, y la cabeza de la lista allá, y el circuito cual, y el circuito tal». Y resulta que se olvidan de buscar individualidades, personalidades, liderazgos que puedan sumar votos tanto en los circuitos como en las listas. Parece mentira. Es decir, esos liderazgos no tuvieron espacio. Y si les ofrecieron el espacio, era en una posición de relleno, fundamentalmente.
-¿Por qué?
-La primera pregunta a quienes somos independientes fue «ajá, tú aspiras a ir a la Asamblea Nacional», y a quien decía que sí, la pregunta siguiente era: «ajá, pero ¿y qué partido te paga?». Una cosa de verdad demencial, porque a quien no milita en un partido no lo puede pagar ningún partido. Lo mismo ocurre en las gobernaciones de estado. Así, no va a haber la posibilidad sino en cuatro estados.
-¿Dónde ve posibilidades en este esquema?
-Donde están los gobernadores en ejercicio: Nueva Esparta, con Morel; Zulia, con Rosales; Cojedes, con Galíndez y Barinas, con Garrido. Ojo, nosotros tuvimos la posibilidad, en el 2021, de haber ganado entre 16 y 18 gobernaciones si íbamos juntos, y hoy vamos a cometer exactamente el mismo error de ir separados. Ojalá que en este tiempo que falta puedan ser retiradas algunas candidaturas, porque se abre el periodo de negociación para eso. Tenemos un periodo de negociación para eso.
-¿De cuánto tiempo?
-Entiendo que son aproximadamente unas dos semanas antes de que comience la campaña electoral formalmente. Luego de ese lapso entiendo que, si se retiran, lo que ocurre es que no se borra la fotografía del candidato que deja de competir, y eso genera una profunda confusión en el electorado. Eso ya está demostrado. Lo ideal sería, en este tiempo, negociar. En estas próximas dos semanas hacer el mayor de los esfuerzos para ir juntos, por lo menos, en 15, 16 estados.
-¿Dónde?
-Yo pienso que deberíamos hacer un esfuerzo en estados donde se perdió por muy poco margen la vez pasada; que se haga un ejercicio matemático. Por ejemplo, en el estado Guárico la vez pasada se perdió por muy pocos votos por la candidatura que se lanzó allí, que evitó que ganara el candidato de la Alianza Democrática. En Anzoátegui pasó exactamente lo mismo. Brito tuvo un chance importante, y perdió también por la división. Es decir, yo diría que la oposición debería sentarse hoy mismo a echar los numeritos y decir «con la sumatoria de los votos de tales y cuáles organizaciones podemos ganar estas 16 gobernaciones» Ah, bueno, trabajemos en función de eso y de hacer un esfuerzo en las otras, pero concentrarse donde efectivamente se pueda ganar. Vale decir que del oficialismo hay siete gobernadores que no van a la reelección. Quiere decir que la evaluación de sus gestiones no fue buena. Uno de ellos es Aragua; otro es Lara. Miranda, Sucre, entre otros.

-Pero, ¿cómo hacer para que la gente participe?
-Es importante tratar de ganar la participación de la gente que está muy desanimada. ¿Cómo? Lo primero es una campaña por el voto. Es que la abstención va a maltratar también al chavismo, a todo mundo. Por supuesto que más a la oposición, porque la base electoral del oficialismo está entre unos 3 millones y 3,5 millones de votos; pero son votos disciplinados, son votos que participan efectivamente, mientras que el caudal electoral opositor, que es mayor, está dividido y es silvestre. Es un voto que lo mueve la posibilidad de sustituir al otro. No hay una motivación distinta. No la hay. Además, las elecciones parlamentarias y regionales siempre cuentan con una participación menor que las presidenciales. Hay algunos sondeos de opinión que hablan de una participación muy, muy pequeña. Hay otras, más vinculadas al gobierno, que dicen que habrá una participación más o menos similar a la de todos los procesos regionales y parlamentarios.
-¿Qué hacer para motivar la participación?
-Una de las primeras cosas es hablarle con toda franqueza a la población. Me refiero, en este caso, al sector opositor: hablar con la verdad por delante, hablar de lo difícil que resultaría ir a un proceso con una abstención gigantesca, porque eso favorece, evidentemente, al gobierno. Hay que hacer reflexionar al electorado y decirle, «bueno, ¿qué hacemos? ¿Huelga de brazos caídos y que el gobierno se quede, como en el 2005, con toda la Asamblea Nacional para ir a la reforma constitucional? ¿Qué hacemos? ¿Huelga de brazos caídos y se entregan las 24 gobernaciones, las 333 alcaldías? Es una decisión ciudadana muy compleja, porque la abstención ha demostrado, en todos los procesos, ser un desastre para la oposición. En el 2005 lo vimos, cuando no se participó en la Asamblea Nacional, y con el 100% de las curules el oficialismo montó todo el tinglado jurídico político que hoy gobierna Venezuela. Luego de ello, en el 2018, cuando se convoca de nuevo la abstención ante la elección entre Henri Falcón y el presidente Maduro, allí los números indicaban que si se participaba y se iba unidos había muchísima oportunidad de ganar esa elección.
Lo mismo ocurrió en el 2020, rememora, «cuando se llama a la abstención y la Asamblea Nacional vuelve a quedar en manos del gobierno. Otra falla dramática fue la legislatura del 2015, cuando se llamó a la participación, la oposición obtuvo las dos terceras partes de la Cámara, reciben una comunicación del presidente Maduro solicitando una reunión de Miraflores para el acercamiento del Poder Ejecutivo y el Poder Legislativo y ya conocemos la historia: el primer discurso de Henry Ramos Allup, la sacada de cuadros del Palacio Federal Legislativo, el tema del vacío de poder y la guinda del interinato».
Han sido, insiste, «25 años de errores de la oposición. Por eso no soy optimista. Ya lo acabamos de ver en la elaboración de las planchas y escogencia de los candidatos en los distintos circuitos y esa actitud ególatra, vanidosa. Yo tengo en el sector político grandes amigos, y como estoy en una posición de independencia y de análisis, el análisis tiene que ser objetivo; si no, no es análisis. Muchos se molestan y dicen: «¿Por qué tiene que decir las cosas con esa crudeza?». Bueno, ¿por qué? Porque son crudas. Porque son crudas».
Para Orta, «lo primero es una agenda común de la oposición, una agenda alternativa a lo que se propone en el Plan de la Patria. ¿Qué opinan sobre el tema petrolero, que opinan sobre las las cosas fundamentales?». Pero, hasta la fecha, no existe.