«Uno ve, del lado del gobierno, que los votos no le dan a Maduro, que el margen de maniobra de imponer por la vía de los hechos un resultado electoral es precario, cuando todo indica que el gobierno no está ganado para entregar por cualquier vía el poder», subrayó el coordinador nacional del Movimiento Independientes por Venezuela
En esa panadería de Caracas donde Eustoquio Contreras conversaba de política con otros políticos varias personas lo reconocieron y lo saludaron con cariño. No era un portador de buenas noticias; no era su propósito. Contreras, coordinador nacional del movimiento Independientes por Venezuela, iba dispuesto a conversar sobre nuevas inquietudes, acerca de horizontes complicados.
-¿Va a haber elecciones presidenciales?
-En una crisis como la que tiene Venezuela cualquier cosa puede pasar. Entre ellas, la posibilidad de que no se den elecciones. Tenemos que jugar a que ese no esa un escenario posible. ¿En qué fundamento esta preocupación? En que, en primer lugar, no hay un liderazgo que conduzca institucionalmente el país. Pareciera ser que toda la estrategia está dirigida a sacarle provecho al vacío institucional que deja una relación política incierta. Incluso, se habla de diferentes modos de lucha. El gobierno sigue acusando a la oposición de estar acariciando la vía de la salida violenta, y ves a una oposición acusando al gobierno de terrorismo de Estado. En un ambiente como ese se avecinan las elecciones con una gran debilidad institucional. Uno ve, del lado del gobierno, que los votos no le dan a Maduro, que el margen de maniobra de imponer por la vía de los hechos un resultado electoral es precario, cuando todo indica que el gobierno no está ganado para entregar por cualquier vía el poder. Creo que todos los venezolanos han oído la expresión «no volverán ni por las buenas ni por las malas». De convertirse en realidad es una desgracia.
-¿Qué pasa con los sectores opositores?
-La oposición, que ha sido acusada de estar acariciando la vía violenta, la vemos creíblemente buscando conformar una fuerza en el campo electoral y democrático, y esto es muy importante. Quiero hacerle una crítica a la crítica que le hacen a la oposición al decir que no es creíble que busque la vía electoral porque una vez acariciaron la vía violenta. Pero eso es una característica de la historia política de Venezuela. La izquierda venezolana, fusil en mano, quiso tomar el poder por la fuerza. Con la pacificación de Caldera cambiaron el fusil por el voto y ejercieron cargos importantes, como Pompeyo Márquez como ministro de Fronteras y Teodoro Petkoff como ministro de Planificación. Quienes hoy gobiernan al país, en una sucesión de elecciones que han ganado desde 1998, antes habían intentado llegar al poder por un golpe de Estado. Así como aplaudí el rumbo electoral de Chávez después de intentar hacerse del poder por la vía de la violencia, hoy aplaudo el que la oposición, y lo demostró con su primaria, está transitando el camino democrático y electoral.
-¿Qué precipitaría que no haya elecciones?
-Que el gobierno llegue a la conclusión de que no gana las elecciones, que no puede complementar los votos para quedarse con el poder. Eso podría traer como consecuencia que se tome cualquier excusa para suspender las elecciones.
-¿Como Guyana?
-Como cualquier otra cosa. Fíjate cómo se invierten los papeles: a quien le conviene la vía pacífica y electoral es a la oposición. Y a quien podría convenirle un estado de violencia es al gobierno, porque le permitiría justificar decisiones extraordinarias y evitar un proceso electoral.
-¿Qué consecuencias tendría para el país la suspensión de elecciones?
-Que el gobierno, ante los ojos del mundo, sea una dictadura, porque no hay nada que pueda justificar suspender las elecciones. Las elecciones deben ser convocadas conforme a la Constitución. Esa es otra cosa que queremos precisar a propósito del Acuerdo de Barbados. El Acuerdo lo que ha hecho es ratificar el mandato constitucional: las elecciones tienen que realizarse antes de enero del próximo año, porque el 10 de enero debe juramentarse el nuevo presidente, sea quien sea.
-¿Qué más podría suceder? ¿Escenario económico?
-Más crisis. Más sanciones. Un cambio en las relaciones políticas. Se ha alcanzando algún nivel institucional y de decencia, y serían relaciones políticas con pugnacidad, signadas por la controversia y el radicalismo violento. Es muy probable que vendrían nuevas formas de lucha en el país, y eso no lo quiere nadie.
-¿Cómo evitar ese escenario?
-Con presión de calle y opinión pública. La oposición puede ayudar mucho cohesionándose y presentando un proyecto de país más allá de una candidatura.
-¿No lo hay?
-El problema que tiene el país ahorita es que ni el gobierno da condiciones para reconocer la crisis y hacer las grandes rectificaciones, ni la oposición da demostraciones de presentar una alternativa. Una amenaza como esta debería llevar a la oposición a corregir algunos errores.
-¿Cuáles?
-El sectarismo. Debe convocar al país en positivo en torno a un proyecto. El reconocimiento mutuo de un liderazgo colectivo que existe, y el claro compromiso de transitar la vía electoral e institucional. De manera que si se desvía el camino de la legalidad y el tránsito electoral, no sea por la oposición.
-¿Cómo ve al sector militar en este escenario?
-El problema es que esta coyuntura delicada que vive el país encuentra a una Fuerza Armada, en términos generales, muy comprometida políticamente, administrativamente y un poco alejada del profesionalismo y de la neutralidad institucional que establece la Constitución a los militares. Tendría que verse la situación de que los militares deban recobrar el papel institucional, que es garantizar la paz y el orden.
-¿De qué manera?
-Creo que, en caso de que vaya tomando ribetes de violencia política, la Fuerza Armada debe abstenerse de atender llamados a la violencia, y garantizar el equilibrio y la paz.
-El espacio del diálogo con facilitación internacional, ¿podría ayudar a evitar que la suspensión de elecciones ocurra?
-Es vital. Me parece que de todos los diálogos el capítulo que mejores resultados ha logrado para la estabilidad del país es este acuerdo de Barbados. Diría que luchar por mantener la vigencia de ese acuerdo es tener la garantía del camino pacífico para la transición en Venezuela.
-¿A quién le correspondería?
-Es un problema de todo el país. El país que no corresponde a los partidos de gobierno ni de oposición debe hacerse una autocrítica. Hemos dejado la vida del país a los partidos, a esos polos radicalizados. Desde 2003 se está transitando el camino de un entendimiento, y somos tan indiferentes que no nos damos cuenta de la gravedad que esto tiene. Una Venezuela que desde 2003 está hablando de diálogo y entendimiento es el expreso reconocimiento de una crisis continua. UN conflicto eterno que estos actores no son capaces de superar. Aquí hay espacio para que surja una referencia política, moral y social que actúe con un perfil distinto, y llamar la atención en dirección de los acuerdos que no se han podido lograr.
-Aunque esa referencia no sea electoral.
-No. Es moral y política. Sin interés electoral. Las pasiones electorales no han permitido que se establezcan escenarios éticos y morales para buscar una solución sostenida a la crisis que en todos los órdenes vive el país.
-¿Cuál es la responsabilidad de María Corina Machado?
-Conceptualmente el proceso de la oposición tiene un antes y un después de la primaria. Lo importante no es cuántos electores fueron, ni el porcentaje de la ganadora, sino el hecho de que esas elecciones se realizaron a pesar de la contrariedad del gobierno, que puso toda la fuerza del Estado para impedirlo. Como testigo de esa acción queda una consigna célebre: la primaria no va. Sin embargo, se realizaron y arrojaron un resultado que sorprendió a propios y extraños. Quiérase o no, se esté de acuerdo o no con lo que programáticamente pueda garantizar María Corina en una eventual presidencial, lo cierto es que en lo electoral y político tiene la más alta voz.
-¿Qué debe hacer?
-Están muy lejos las elecciones. Pero la primaria precipitó el ambiente electoral. Para otros efectos todavía queda mucho tiempo. Creo que hay dos cosas urgentes en la oposición: dirección política, que no la hay, porque hay muchas direcciones; y un proyecto de país. En este caso no porque exista ausencia absoluta, sino porque hay un policentrismo de iniciativas políticas y hay una multiplicidad de programas de gobierno que necesitan ser integrados para darle fuerza y visión integradora a la fuerza del cambio. Si logran superar esas dificultades estarían en condiciones para sortear cualquier problema que se pueda presentar en el camino. Al no haber dirección política no pueden tener líneas elaboradas para la coyuntura, porque tienen que reunirse factores que tienen más disidencia que coincidencia.
-¿Eso le corresponde a María Corina?
-Indudablemente que María Corina tiene una gran responsabilidad otorgada de marcar los rumbos políticos y poner la agenda política.
-¿Ve el escenario de que Maduro no sea candidato?
-No comparto el criterio de que en el gobierno puedan estar pensando en algo distinto de Maduro, a pesar de que Maduro electoralmente no calza los puntos para pagar. La estrategia del gobierno está basada en dividir electoral y políticamente a la oposición, y cómo mejora su margen de maniobra para hacerse del poder por la vía de los hechos en el marco de las elecciones, lo que es distinto de tener votos. Para esa maniobra el gobierno no tiene otro mejor que Maduro, porque tiene relaciones internacionales, ordena cómo disponer de recursos, cohesiona al PSUV y al tropel de la militancia.
