«También hay pranes en los calabozos. Son malas prácticas que se siguen perpetuando. Elio Gómez Grillo decía que las cárceles son un negocio tan productivo como Pdvsa. Te cobran por salir a ver el sol, por meterte una comida, por darte un celular», explica el coordinador general de Una Ventana a la Libertad
Una Ventana a la Libertad puso en palabras lo que viven a diario los presos y sus familiares en los centros de detención policial de Venezuela. El jueves 13 de abril, cuando el coordinador general de la organización, Carlos Nieto, hizo la introducción a la presentación del informe, más de un funcionario debe haberse sentido avergonzado. Porque lo que describió Nieto Palma -y describió con más detalle Magaly Huggins, coordinadora de investigación- evidencia la consolidación de un sistema penal paralelo en el que se vulneran aún más los derechos humanos.
Por defender los derechos humanos de los presos Nieto Palma ha escuchado comentarios de amigos como que mostrarán su foto si alguien los va a asaltar. Ha seguido adelante, a pesar de todo, con las denuncias y con el trabajo por estos olvidados entre los olvidados.
«Una resolución de la ministra Iris Varela ordenaba que no hubiese ingresos de nuevos reclusos vinieran de donde vinieran; vinieran de tribunales, de policías», recuerda Nieto Palma en entrevista con contrapunto.com. Por eso, «poco a poco los calabozos policiales se fueron abarrotando de gente, porque si los llevaban a la cárcel, no los recibían. Esto poco a poco fue creando un gran caos en los centros de detención preventiva, porque no tienen espacio, ni condiciones ni nada».
Se supone que en estos calabozos los presos no deben pasar más de 48 horas. Una Ventana a la Libertad demostró que ese lapso no solo no se cumple, sino que se supera con creces. «Siempre fueron lugares de paso», indica. Antes de la resolución de Varela las personas llegaban a estos recintos, «a las 48 horas eran presentadas en tribunales, en la audiencia de presentación, y después de esa audiencia eran liberados o trasladados a una cárcel, no volvían a ese calabozo». Todo cambió con la resolución. Las consecuencias son «de librito»: hacinamiento, enfermedades como tuberculosis, desnutrición.
El abogado aclara que lo que ha sucedido «no es culpa de los policías ni de los cuerpos policiales; esos espacios no eran para eso, eran para tener personas por 48 horas. Con un baño funcionaba; la comida, como son dos días, te la llevaba tu familia». Hoy día esos calabozos «son cárceles sin condiciones, y sin que se les dé el calificativo de cárceles».
Nieto Palma apunta que se debe reconocer que ha habido intenciones, por parte del gobierno, de eliminar el problema. «Maduro creó la famosa comisión presidencial para la reforma judicial, en 2021, y dijo que en 90 días los calabozos policiales iban a desaparecer. De eso no se cumplió nada. Se crearon comisiones que iban a las cárceles a revisar los expedientes; en algunas funcionaron, en la mayoría no funcionaron. La gente siguió presa. El objetivo de liberar a los que estaban por delitos menores, los que tenían penas cumplidas, no se hizo», resume. En su opinión, pudo haber saboteo de personas interesadas en que no funcionara.
Como investigador del área, señala que ahora la nueva ministra del Servicio Penitenciario y el ministro de Relaciones Interiores han intentado de nuevo activar el plan. «Y hasta lo que he visto está funcionando; no como debería ser, pero está funcionando. Se ven libertades, traslados de centros de detención a cárceles. Hay cosas que no las veíamos y las estamos viendo». Esto es importante porque «tenemos casi siete años denunciando, denunciando y denunciando sin que nadie nos hiciera caso, monitoreando».
-¿La primera medida de descongestionamiento hay que tomarla en los calabozos?
-Lo primero que hay que hacer es descongestionar los calabozos policiales. En el sistema penitenciario hay mil cosas que hacer, pero descongestionar los calabozos policiales es una emergencia.
-¿Cómo se descongestionan?
-Hay que construir nuevas cárceles. Por lo menos 10, para descongestionar los calabozos. Yo opino que en cada estado del país debe haber una cárcel para personas penadas y una cárcel para personas procesadas. Primero, tienes a los presos en su estado, la familia los puede visitar, están los tribunales allí, es más fácil que te lleven al tribunal. Ahora hay un desastre, presos de Anzoátegui en Bolívar, o de Lara en Bolívar.
-¿En lo inmediato que se puede hacer?
-Hay una experiencia interesante, la de Bukele en El Salvador. Bukele acaba de construir una cárcel para 40 mil reclusos en seis meses. No hablo de una cárcel estilo Bukele, pero podríamos hacer edificaciones más pequeñas, que se hagan rápido. Mientras tanto hay que ir revisando los expedientes. De los 100 mil presos que hay ahora a lo mejor la mitad está por delitos menores o no cometieron ningún delito. Muchos presos estaban en el lugar equivocado en el momento equivocado.
-De los 100 mil ¿cuántos están en calabozos?
-Unos 60 mil. La mayor cantidad de presos están en calabozos.
Anteriormente Una Ventana a la Libertad reflejaba las heridas de la violencia carcelaria. Ahora registran la muerte por otra violencia: la de reclusos que fallecen por tuberculosis o por hambre.
Algunos centros han intentado hacer mejoras, como en el estado Carabobo y en algunos centros del Cicpc en Caracas, explica. «Lo que pasa es que el monstruo es muy grande. Esto no se soluciona en una semana, ni en 90 días. En eso hay que ser claro. En 90 días, como dijo Maduro, era imposible, y lo dije en aquel momento. No hay organización, no hay planificación de ningún tipo; llegamos y no sabemos lo que tenemos que hacer».
Hay piedras de tranca que mantienen a las personas en los calabozos. Nieto Palma lo describe como «un arroz con mango» en el que las personas que cometen delitos menores terminan años tras las rejas. «Y como no hay clasificación, están todos revueltos con todos. Al muchacho que se robó la mano de cambur o el paquete de harina pan lo tienen en la misma celda con un tipo que ha matado a cinco personas, o con un pran».
-¿Hay pranes en los calabozos?
-También hay pranes en los calabozos. Son malas prácticas que se siguen perpetuando. Elio Gómez Grillo decía que las cárceles son un negocio tan productivo como Pdvsa. Te cobran por salir a ver el sol, por meterte una comida, por darte un celular.
-¿Para quién es un negocio?
-Para los guardias nacionales, los policías de las comisarías y los funcionarios directivos. Ellos son los que cobran. El negocio de los pranes no es un negocio de los pranes solos; es un negocio de los pranes junto con los funcionarios del ministerio penitenciario, de la guardia nacional o los cuerpos policiales. Es un negocio compartido. Te dejo pasar, pero me das.
-¿Esa es la piedra de tranca?
-El problema de las cárceles se trasladó por completo a los centros de detención preventiva, con la gravedad de que es peor. En la cárcel tienes un patio, sales al patio a tomar aire; en los centros de detención preventiva no hay nada. Están todos juntos, sin poder salir a nada.
Hay acciones inmediatas que se podrían tomar para descongestionar, como revisar caso por caso, liberar a quienes les corresponda, trasladar a los que no.
-¿Se necesita una reforma legal?
-Más que leyes, se necesita planificación de cómo se va a hacer, gente interesada y con intenciones de trabajar en esto. Y voluntad por parte del Estado. Este es un problema que sí tiene soluciones.
La población penal no estaba incluida en las ayudas para atender la emergencia humanitaria compleja, puntualiza Nieto Palma. Pero ahora va a cambiar, por sugerencia de Naciones Unidas.
-¿Por qué hay que atenderlos?
-Porque son seres humanos, porque necesitan atención. En muchos casos no tienen la culpa de lo que hicieron, sino que es el entorno en el que vivieron, en el entorno familiar les enseñaron eso y no otra cosa. Creo que tampoco son todos lo malos que dicen que son, y creo que merecen otra oportunidad. Con programas buenos, que funcionen, puedes rehabilitar, puedes reeducar, que salgan a la calle a ser útiles. Tienes el caso de Gilber Caro y de Humberto Prado, y muchos otros más. Uno fue diputado y otro fue comisionado del gobierno interino.
Una Ventana a la Libertad había logrado sostener su trabajo con aportes internacionales, pero como lo cuenta Nieto Palma «nos los están bajando». Refiere que algunas organizaciones han tenido que cerrar sus puertas por no tener cómo pagar a sus investigadores. «El tema principal ahora es la ayuda humanitaria, y se va todo en la ayuda humanitaria. Sigue habiendo recursos, pero para ayuda humanitaria».
-¿Por qué es importante seguir invirtiendo en estas investigaciones?
-Porque es una realidad de lo que ocurre en el país. El problema penitenciario en Venezuela ha sido reconocido como muy malo en todo el mundo. Si vemos que hay pequeñas mejoras, vamos a ayudar a que esas mejoras se den.
-¿Qué podría hacer Una Ventana a la Libertad?
-Nosotros podemos colaborar en cualquier cosa. No tenemos escrúpulos porque sean chavistas, y que luego nos acusen de chavistas. Lo importante es resolver el problema. Si nosotros logramos que haya mejoras dentro de los centros de detención preventiva; que tengan agua, artículos de higiene, comida. Atacar la tuberculosis. Hay gente dispuesta a ayudar. Se necesita que les permitan entrar.
