Pocos pueden imaginar que en Prados del Este, en plena Caracas, un hombre soñador llamado Alí Olivero desarrolló un sistema que permite criar peces y producir vegetales gracias a la acuaponia
En la puerta de la casa, en Prados del Este, se encontraron este sábado 17 de mayo varios periodistas, personas que quieren cambiar de rumbo y dos aliados excepcionales: la profesora Hirwing González, del Centro de Innovación y Emprendimiento de la UCAB; y Manuel Gómez, director general de Acción Campesina. González, generosamente y con la premisa de «amar y servir», tendió los puentes para conocer «Verde en Concreto», un emprendimiento que -como lo explica su creador, Alí Olivero- desarrolla el campo en la ciudad mediante el uso de agua. En su caso, agua de lluvia.

A las y los visitantes los reciben con un café y los llevan a ver el tanque que tienen en la entrada, en el cual hay alevines de tilapia. Inmediatamente Olivero explica que esta granja es doble propósito: para generar proteína animal y vegetales,

El punto de partida, como lo precisó, son los peces para consumo y peces ornamentales. A ellos los alimentan con un producto concentrado. Pero, con una mirada más global, el punto de partida es el agua, porque todo se sostiene por el líquido.
«Yo vengo del mundo de la tecnología. Si yo puedo, cualquiera puede», afirmó Olivero, convencido de que este proyecto permite la sostenibilidad de una familia y generar ingresos. «Tengo cinco años metido en esto de cabeza. Y 10 años estudiando la acuaponia».

En este modelo se aprovecha todo. Los peces generan amonio, y son las bacterias las que se encargan de convertirlo en los nitratos que nutren a las plantas. En el hogar de este emprendedor están los tanques con los que se extrae el «número dos» (excrementos) de los peces, se filtra y se da el espacio -con tapitas- para que las bacterias transformen el amonio en nitrato.

El agua, con los nutrientes necesarios para la producción, pasa a la hidroponia, que se trabaja con varios sistemas: inundación, aeroponia, tanque holandés, raíz flotante.

Los residuos de los peces se derivan hacia un pozo que no huele mal porque está permanentemente aireado.

Apasionado por este proyecto, Olivero detalla que en estos sistemas hay una inversión inicial que luego no vuelve a hacerse, a diferencia de la agricultura convencional, en la que cada año debe renovarse. Eso sí: una falla eléctrica puede ser mortal, por lo que se necesita planta eléctrica, energía solar o alguna fuente alterna.

Claro que ha vivido vicisitudes, y lo conversó con mucha franqueza. En un espacio que tenía en Chacao vio morir a sus animales por una interrupción de la electricidad. También se ha quedado con pepinillos que luego no ha encontrado dónde colocar. Pepinillos deliciosos, que el visitante puede comer recién cortados y sin necesidad de lavarlos.

Pero ahora, en un espacio de unos 60 metros cuadrados, ha conseguido sostener tilapias, peces ornamentales y camarones, en el área de la piscicultura; y albahaca, menta, yerbabuena, caléndula, pepinillo, parchita y hasta pitahaya.

Para la profesora González la acuaponia es una opción que garantiza el consumo de proteína en zonas vulnerables. Lo imagina, con su visión de docente de emprendimiento, como un proyecto a cargo de adultos mayores en comunidades populares, por ejemplo. Por lo pronto, Verde en Concreto ya se ganó el acompañamiento de la UCAB.
