Frente a las prácticas no autorizadas para la extracción de las mazorcas desde los lotes privados, algunos agricultores se ven en la obligación de contratar guardias de seguridad que garanticen el resguardo de las cosechas, explicó Ramón Elías Bolotin
El directivo de la Confederación de Asociaciones de Productores Agropecuarios de Venezuela (Fedeagro) Ramón Elías Bolotin, explicó que en plena cosecha de invierno se ha evidenciado la práctica denominada «coqueo» de forma no autorizada en los lotes de maíz cercanos a los poblados, razón por la que se estiman pérdidas de entre 30 y 500 kg por hectárea del rubro.
«Después que termina la cosechadora, la gente se mete al campo y recoge lo que queda. Eso se llama ‘coqueo’, es decir, lo que las máquinas no lograron cosechar. Antes, el productor lo recogía y lo cosechaba con los rebuscadores. Hoy día, el productor pierde ese maíz», detalló el dirigente durante una entrevista para Portuguesa Reporta.
Entre los cálculos realizados por los miembros del sector se estima que tras el paso de la cosechadora quedan en el campo entre 30 y hasta 500 kilogramos por hectárea, cantidad que depende de diversos factores: «Depende del material que se sembró, si es un material resistente al vuelco, del control de maleza o cuando el viento ha tumbado mucho», detalló.
«No es justo que después de tanto esfuerzo, venga otro y le quite esa cosecha al productor», aseveró Bolotin.
Frente a las prácticas no autorizadas para la extracción de las mazorcas de maíz desde los terrenos privados, algunos agricultores se ven en la obligación de contratar guardias de seguridad que garanticen el resguardo de las cosechas: «El maíz hay que cuidarlo desde que tiene 70 días hasta que se cosecha. Son más de dos meses que hay que tener ‘guachimanes’ para cuidar el cultivo. Es un costo país que no existe en otra parte».
Indicó que aunque los organismos de seguridad atienden el llamado del productor, algunos «coqueadores» incendian los lotes con el objetivo de «descubrir las mazorcas y eso sí es una práctica perversa. Eso hace un daño al terreno y puede pasar a un maíz que no se haya cosechado. El respeto a la propiedad privada en el campo no siempre ocurre», apuntó.