En el deporte nacional hay una realidad muy dura de esconder y que se palpita en el día a día, en la búsqueda de apoyo por parte de nuestros atletas
En los últimos años para nadie es un secreto que las dificultades dentro del deporte nacional han ido aumentando en paralelo a la crisis del país, dimes y diretes han ido más allá y junto a los problemas económicos y de logística, los más afectados siguen siendo los deportistas.
Federaciones paralelas, falta de apoyo y hasta atletas pidiendo en las calles han sido la constante del deporte venezolano en los últimos tiempos, sin olvidar triunfos que se han alcanzado por méritos propios y que en muchos casos se han querido politizar.
Una desgarradora noticia llegó el jueves 30 de abril desde Colombia y es que la joven Michelle Martínez, selección nacional de bádminton había muerto por el coronavirus que sigue arrasando con la humanidad.
Politizar este hecho del bando que venga sería algo atroz e inhumano, muchos comentarios han surgido, por parte del Ministerio del Deporte y Nicolás Maduro acusa a Colombia por lo que ellos han llamado negligencia y aseguran que aquí se hubiera hecho más por la joven guariqueña.
Pero no se trata de culpables o inocentes, el hecho va más allá, se interpone una realidad que se agrava con la crisis a nivel mundial del nuevo coronavirus, y por otro lado atletas venezolanos que buscan ganarse la vida en otros países.
Teniendo en cuenta que la joven de 22 años se desempeñaba como instructora en un club de Medellín y que aparentemente se fue por decisión propia, la primera interrogante sería ¿Puede un instructor de bádminton vivir dignamente en Venezuela?
La segunda interrogante que surge es aún más tajante ¿Que hace una atleta de selección nacional buscándose la vida como instructora en otro país y sin un plan o una beca para desarrollar sus habilidades deportivas?
Tomando en cuenta las experiencias que hemos recogido, un instructor de bádminton u otro deporte en Venezuela debe buscar otra actividad para poder tener un sustento, mientras que en otros países sin grandes niveles de desarrollo al menos se puede “comer” desarrollando esas habilidades.
Por esta razón muchos atletas venezolanos deben buscarse la vida fuera del país y hasta realizar oficios distintos, es una batalla extradeportiva, sin contar los grandes esfuerzos para poder llegar a los campeonatos, donde ya se ha hecho común los viajes por carreteras sin las condiciones óptimas para un atleta.
En nuestra experiencia periodística hemos constatado como disciplinas en donde éramos potencia, hoy en día prácticamente han desaparecido, un ejemplo es el wushu, un arte marcial en donde Venezuela era de las principales potencias suramericanas con campeones del mundo y distintos trofeos internacionales.
Hoy en día la falta de apoyo ha hecho prácticamente desaparecer a su federación y borrar del mapa los campeonatos nacionales, obligando a atletas a representar otros países y a entrenadores ha llevar sus conocimientos a otras selecciones.
En otro deporte como el ultimate frisbee, atletas nos han contado como Venezuela de ser una de las naciones precursoras en Latinoamérica ha pasado a enfrentar dificultades para asistir a eventos internacionales y tener que recaudar fondos para asistir a la Copa del Mundo que debía realizarse este año.
Atletas de la selección de ultimate nos cuentan como en otros países de Latinoamérica, un instructor de esta disciplina puede vivir de su trabajo, algo que en Venezuela resulta imposible.
Podemos hablar del karate, una de las disciplinas que mayor alegría le otorga a Venezuela y en donde atletas deben pasar las fronteras en autobús y pelear un combate fuera del tatami para conseguir los recursos y en otros casos trabajar en la construcción para poder seguir sin renunciar a sus sueños.
El atletismo no se salva y hasta la misma Yulimar Rojas aseguró recientemente su deseo de volver a competir en Venezuela, pero actualmente no contamos ni con una pista digna para disfrutar de su talento.
En Venezuela ni los llamados deportes de masas se salvan, ya lo hicieron saber los integrantes de esa gloriosa Vinotinto sub 20, quienes luego de obtener un subcampeonato del mundo, tres años más tarde piden que se les cancele sus premios.
A nivel paralímpico no es distinto, pudimos constatar la historia de un tenista que participó en los Juegos Parapanamericanos y por no obtener resultados se le ha quitado hasta el beneficio de recibir una caja de alimentación y continúa su trabajo por su propia cuenta sin la asesoría correspondiente que lo ayude a ascender.
En el Taekwondo, el apoyo también ha decaído, en una disciplina que nos ha entregado medallas a nivel olímpico.
Las federaciones paralelas han querido atentar contra la existencia de las ya consolidadas poniendo en peligro el desarrollo de deportes exitosos como el boxeo, baloncesto, canotaje, entre otros.
El caso de Paola Pérez, en los Panamericanos, atletas a los que les llega la indumentaria 15 minutos antes del evento, todo esto es algo que no se puede esconder, es la realidad de nuestro deporte, la cual se traduce en tan solo 19 atletas clasificados hasta ahora a los Juegos Olímpicos.
Todas esta lamentable realidad es la que ha llevado a nuestros atletas a buscarse la vida en otras latitudes, a perder talento y a que ese talento sea aprovechado por otras naciones, hoy nuestros deportistas son más héroes que nunca por enfrentarse a batallas dentro y fuera de los terrenos de juego, los tatamis, los cuadriláteros y las pistas.
Para la semana que viene, se tiene planteada una reunión entre las autoridades deportivas y los deportistas que hacen vida fuera del país, esto se da luego del trágico fallecimiento de nuestra atleta de la selección de bádminton, esperemos que este hecho beneficie a esos muchachos que andan por el mundo en la búsqueda de sus sueños y que no sea politizado.
Lo importante no es regresar en época de coronavirus, lo ideal es poder tener una logística que permita a los atletas venezolanos hacer vida en su país y salir únicamente a desarrollar su potencial mediante becas u otras ayudas, amanecerá y veremos.