En su primera jornada, el calcio acumuló 33 goles, le sigue la Bundesliga con 32, la Premier con 30 y por último La Liga con 18
En el fútbol de hoy en día todos los equipos, o casi todos, intentan jugársela, también porque defenderse es cada vez más complicado: las novedades en el reglamento acobijan siempre a quien ataca y el VAR inhibe los defensas.
Los años de la Italia maestra del catenaccio quedaron atrás. En la primera jornada de la Serie A se anotaron 33 goles, con una media de 3.3 por partido. Dos partidos, Fiorentina-Napoli 3-4 y Roma-Genoa 3-3, fueron espectaculares, pero con muchísimos errores garrafales en defensa. En complejo, no hubo ningún 0-0.
El catenaccio ha ido quedando atrás, ya nadie se esconde con diez jugadores detrás de la línea del balón. Todos o casi todos prueban a demostrar su juego, incluso las de menor jerarquía. En este rango, el más vistoso desde hace años es el Sassuolo. Ayer, en su vuelta a la máxima categoría, el Lecce enfrentó al Inter cara a cara. Perdió 4-0, pero dejó una muy buena impresión, la imagen de un equipo bien construido.
Una mutación enorme, de mentalidad, dictada por razones prácticas, ligadas a las novedad del reglamento y la introducción de la tecnología.
Las variaciones reglamentarias de los últimos veinte años en particular de la intensificación de las sanciones por faltas, y la introducción del VAR, han inhibido los defensas y cambiado el modo de defender. La marcación a hombre, hoy en día, es fuertemente limitada, en ciertos casos incluso inconveniente, porque los delanteros son cada vez más protegidos: demasiado elevado el riesgo de ser sancionados con tarjetas.
Los jugadores están conscientes de que son constantemente «espiados» por los encargados del VAR y entendieron que no hay márgenes para «salirse con la suya». Uno de los goles más emblemáticos de este nuevo curso defensivo fue el de Edin Dzeko, ante el Genoa. El 9 giallorosso, entra al área contraria, siendo marcado con mucha cautela. Ninguno de los tres defensores genoveses en la jugada (Zapata, Ghiglione y Romero) llegó al contacto físico verdadero con el bosnio.
Frenos que cohiben a los jugadores, frenos «impuestos» por el VAR. Los tiempos en los cuales decidía un solo arbitro terminaron, aquellos en los que era más fácil «salirse con la suya».