El técnico del Bologna, en pleno tratamiento por leucemia, viajó a Verona para dirigir su equipo en la primera de Seria A
Un par de horas antes del comienzo del partido, la sorpresa: había prometido a sus jugadores que estaría ahí, solo él sabrá cuanto le habrá costado mantener la palabra. La victoria más hermosa del primer domingo de Serie A, es el regreso al banquillo de Sinisa Mihajlovic, menos de un mes y medio después del comienzo de su batalla contra la leucemia.
Llegó al estadio con una mascarilla y se sentó en el banquillo desde el pitazo inicial: con un gorro en la cabeza y un parche en el cuello, símbolo de la batalla que la vida le otorgó combatir, encontrándose con un león.
Sentado, Mihajlovic, no pasó mucho tiempo: dialogó continuamente con sus asistentes Tangja y De Leo, dio indicaciones a sus jugador cuando pasaban cerca del banquillo, demostró su emoción al anotar el penal su delantero, Sansone y de aquel momento no se sentó más. Hasta el 92, cuando Sinisa abandona la cancha con un par de minutos de anticipación al pitazo final. Tras eso, nuevamente con su mascarilla, deja el estadio para volver al hospital.