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martes, 19 marzo, 2024
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Nachy Acevedo: Yo soy música, no sé hacer otra cosa

Texto: Vanessa Davies. Video: Miguel "cuchicuchi" Romero

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Fue bautizada como Ignacia Acevedo pero convertida en Nachy por el cariño de la familia. Ser invidente no ha sido freno para sus sueños. Al contrario: Canta, compone, produce, vive sola -pero con el cálido afecto de vecinos y amigos- y convirtió la cuarentena en una nueva oportunidad. Ahora imparte clases de canto en línea y lanzó una nueva canción: «Quiero volar». Hay voces que son cañones, y la suya lo es, tal como lo demostró en esta conversación con José Gregorio Yépez, Miguel Romero y quien suscribe. Aquí va Nachy, en primera persona, una de las tres hijas del cantante de la orquesta de Desi Arnaz

Nací con el cuatro en las manos. Me lo puso mi papá. Cuando nací me dieron un golpe con el fórceps y por ese golpe tuve problemas de irrigación sanguínea en los centros motores. Tuve problemas para aprender a caminar, y además, era ciega. Como mi papá veía que me gustaba cantar me metió en clases de piano, para soltarme las manos. Mis manos no tenían fuerza. Agarraba un vaso y se me caía.

Mi papá se llamaba Dagoberto Acevedo. Fue cantante de la orquesta de Desi Arnaz. Lo poquito que sabía de canto en esa época lo aprendí con él. Él cantaba bellísimo; era un barítono con una voz preciosa.

Yo tenía siete años cuando me puso en el piano para que aprendiera a mover las manos. Me gustó, y empecé a trabajar con la profesora de piano. Un día mi papá me trajo una guitarra Tatay, y me dijo que tratara de tocarla. Tenía como 10 años. El primer día que tuve la guitarra le compuse una canción: «Para ti, papá».

Él era muy estricto. Me enseñó a montar a caballo y en bicicleta. Me enseñó a patinar. Me fracturé los brazos dos y tres veces. Me di golpes por todos lados. Quería hacerme fuerte. Tengo un carácter fuerte y creo que fue por eso. No aceptó que era ciega y me puso en un colegio de niños videntes. Fue muy difícil. Los niños son niños, se metían conmigo, me quitaban lápices y cuadernos, tenía que pelear con ellos. Le agradezco mucho a mi papá. Hoy día yo vivo sola, sola. Me casé (por segunda vez), enviudé. Con mi esposo, Sixto Paz, conocí el verdadero amor.

Sixto era veterinario. Cuando me conoció a mí se puso a cantar, dio clases de canto conmigo. Montamos juntos la academia Cantar es fácil. Lamentablemente él se fue. Hasta ahora no tengo pareja. Él tenía una voz de tenor preciosa.

Así nos conocimos: Yo estaba sentada en la escalera de mi edificio escuchándolo cantar en una fiesta de unos vecinos. Ellos abrieron la puerta y me dijeron: «¿Qué haces ahí sentada?». Les expliqué que estaba escuchando al señor que cantaba: «Me tiene loca». Me dijeron que era veterinario y soltero, que estaba solo. Y desde ese día hasta que cumplimos 17 años juntos, cuando murió, estuvimos juntos. Nos conocimos y nos empatamos el mismo día. Él murió en 2012.

Yo soy música, yo no soy otra cosa. No sé hacer otra cosa. Solo sé cantar, tocar, hacer arreglos, ser coach. Esa es mi vida. Ah, bueno… sí cocino sabroso. Hago sancocho con el cilantro licuado…

Mi papá siempre me decía: «Nachy, si tú haces algo, que sea mejor que nadie. Tienes que hacerlo lo mejor. No puedes darte el lujo de hacer las cosas a medias tintas». Me metí en el Conservatorio Juan José Landaeta y estudié piano con la profesora Alba Rosa Valera, estudié piano con Fedora Alemán, estudié guitarra con Antonio Lauro. Él me sacó sangre de los dedos. Me decía que, para poder ser guitarrista, había que practicar tanto que tenías que sacar sangre de los dedos. No es que sangren. Es que se ponen rojos y te sale un callo.

No hay otro artista en la familia. Yo era la venganza de mi papá. Él se vengó en mí. Decía que como no pudo ser cantante como él quería, tenía que hacerlo yo.

He hecho jingles. Hice la campaña de González y Bolívar. ¡Tantos jingles que he hecho! Mi papá murió; él era quien me representaba. Me casé con la persona que era mi mánager en ese momento, y después de que tuvimos dos niños él se enamoró de otra y me dejó: me dejó con un niño de un año y otro de un mes. Nos divorciamos y tuve que empezar a hacer de todo: canté con el Mariachi Internacional Guadalupe (cantaba sin micrófono ni nada), canté en el restaurante El Alazán, canté en todos lados. Un día, conocí al negro Eduardo Cabrera, un cubano que hacía todos los festivales en este país, y me dijo: «Óyeme tú, tienes que ser pa’ mí. Te voy a meter a estudiar locución porque tienes que cantarme las cuñas». Me metió a estudiar locución y le canté cuñas de todo tipo. He hecho como 500 mil… he hecho todas las cuñas que te puedas imaginar. Y los coros de los discos…

Andaba con un beeper, de esos grandísimos. Me lo regaló el negro Cabrera: «Con este beeper te vas a ganar la vida». Emilio Lovera me contrató para que cantara en La Rochela; le hacía los doblajes de las voces de las actrices. Imitaba a todo el mundo junto con Nora Suárez y Belkys Rodríguez. En esos 15 años hice los jingles de «¿Cuánto vale el show?», de todo. He perdido la cuenta de cuántos jingles he hecho en mi vida.

Llegué a la televisión, al canal 5, porque Manuel Fraiz Grijalba me conoció y me preguntó si quería hacer un programa de televisión. Le expliqué que tenía mi defecto, y que cuando no había luz, no veía absolutamente nada. Me contestó: «No hay problema; ese es el gancho de tu programa». Así nació «Nachy presenta». Por él aprendí a producir televisión. Estuve 14 años ininterrumpidos. Se paró porque Elizabeth Camino lo suspendió; ella decía que una mujer con un defecto físico no podía tener un programa de televisión. Fue una cosa muy dura. Pasé muchos años sin asistir a la televisión hasta que Amador Bendayán me volvió a contratar. Además estuve con Renny Ottolina, en sus programas. ¿Qué hacía allí? Cantaba. Cantaba con mi guitarra, que es mi compañera.

He tenido una sola guitarra toda la vida. Soy una mujer de afectos muy duraderos. Tengo 66 años. No poder ver no me ha detenido; solo el no poder aprender a manejar. También quise ser abogada y no pude estudiar Derecho porque me costaban mucho las dos cosas: O era música o era abogada. Y me empecé a ganar la vida a los 14 años, con mi primer «tigre» en El show de Renny, por el cual me pagaron mil bolívares.

Ahora veo un poco. Empecé a ver mejor por el nacimiento de mis hijos. De hecho, los crié sola. Me tocó sola. Hacía hasta tres y cuatro voces diferentes.

Todos los días hago ejercicios para la voz. Tengo mi sistema de enseñanza: El método Nachy Acevedo. Yo creé mi propio método de enseñanza y trabajo las cuerdas vocales porque me fui a trabajar con un otorrino, José Rafael Fermín Castillo, que se fajó a enseñarme cómo manejar las cuerdas vocales. Yo soy mi mejor foniatra. Gracias a él inventé mis ejercicios de vocalización y de respiración. Lo pongo en práctica conmigo y con todos los alumnos que tengo.

Tengo 40 años dando clases de canto. Cuando mis hijos estaban adolescentes yo trabajaba de noche, trabajaba en todos lados. Llegó un momento en que me dio miedo dejar a mis hijos solos. Entonces decidí dedicarme a dar clases. Los primeros que llegaron son Manolo de Freitas y Arístides Barbella (del grupo Malanga). Todos los días hago ejercicios y hago tanta clase que, como decía mi doctor, ya no tengo cuerdas.

A través del internet quiero abrir fronteras, quiero conocer a mucha gente, quiero dar mi método para que lo conozcan en todo el mundo. Tengo alumnos de todo el mundo: de Chile, de Colombia, de México. Comencé a dar clases en línea cuando empezó la cuarentena. La cuarentena me indujo, aunque ya había hecho un curso de canto on line con mi nuera, Jennifer Joya. Ella me enseñó a dar clases on line.

Doy clases personalizadas por zoom. Son clases de una hora, una vez a la semana. No quiero dejar de dar clases presenciales. Me enamoré de enseñar. No tengo ego. Cuando estaba en el festival de La voz de oro les enseñaba a mis compañeros a vocalizar. Me gané 18 festivales en mi vida, pero nunca he peleado por nada. Me tomo las cosas muy light. Cuando estaba en la academia Cantar es fácil también preparaba a los profesores; siempre he pensado que uno debe dejar un legado. Para ser profesor debes estar preparado para que un alumno sea mejor que tú. Eso te debe llenar de satisfacción, porque si te llena de envidia, no sirves para ser maestro. Si envidias a tus alumnos, te fregaste.

Lo que le pido a la vida en este momento es paz, tranquilidad. Si Dios me manda una pareja debe ser una persona muy tranquila. No quiero peleas, no quiero rollo de nada. Quiero vivir tranquila. He luchado mucho, me he sacrificado mucho. Me toca a mí. Como dice «Quiero volar, la canción que acabo de lanzar: Quiero tomar las riendas de mi vida. Por la cuarentena no hemos podido lanzarla como Dios manda.

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