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jueves, 18 abril, 2024
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José Antonio Abreu: «Quiero que mi obra en la tierra hable del hombre que fui»

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Así respondió el maestro cuando le preguntamos cómo quería ser recordado cuando ya no estuviera físicamente entre nosotros. Y hoy, 24 de marzo, al cumplirse el primer año de su fallecimiento, ofrecemos extractos de conversaciones que forman parte del libro biográfico en desarrollo de la periodista Chefi Borzacchini, quien revela algunas facetas del venezolano más premiado  mundialmente, creador de El Sistema de Orquestas y Coros replicado en más de 70 países

Han transcurrido cerca de 37 años desde que ese señor, elegantemente vestido de flux y corbata, con un paraguas en sus manos y una sonrisa cortés, entró a la sección de Arte en el diario El Nacional. Él comenzaba a ser una personalidad, un tanto temida, o más bien polémica, creo yo, a juzgar por las miradas que observé en mis compañeros, colegas, ya de firma y reputación… y yo, apenas una pasante, comenzando a gatear en el oficio, estaba como en la luna (ignorancia de principiante) no comprendí aquellos murmullos y mucho menos quién era el personaje.

Finalmente se sentó frente a mí. Mi primer jefe en El Nacional, el gran periodista cultural Pablo Antillano, me asignó la tarea de atenderlo. Temblé, como me ocurrió por varios meses frente a las destacadas personalidades del arte y la cultura que en mis inicios me tocó entrevistar. José Antonio Abreu comenzó a «dictarme» la información de un concierto importante que ofrecería la Orquesta Sinfónica Juvenil Simón Bolívar (para los críticos de ese entonces, una agrupación incipiente y con poco futuro). Era 1979 y la orquesta tenía apenas cuatro años de fundada.

Así comenzó mi privilegiada historia con José Antonio Abreu Anselmi y su inagotable y maravilloso Sistema Nacional de Orquestas y Coros Juveniles e Infantiles de Venezuela; y es la historia también de millones de niños, familias y profesionales venezolanos y de muchos otros países, los que fuimos tocados, conquistados, enamorados, seducidos, convencidos y convertidos en militantes de la gran empresa social, musical, educativa y de vida creada por él.  

Durante casi cuatro décadas de trabajo periodístico y de mí vida, compartí con él y su labor, con sus muchachos, sus orquestas, músicos, maestros, y pude conocer sus variadas facetas de artista, profesional y ser humano. Hoy, cuando se cumple un año de tan solo su partida física, ofrezco a los lectores de Contrapunto algunos párrafos del libro en preparación sobre la vida y obra de este ya legendario venezolano, el más premiado internacionalmente y quien ha legado al mundo un Programa que ha sido copiado, replicado y establecido en más de 70 países.

Este “mosaico” de párrafos pertenece a conversaciones (algunas tras bastidores), intercambios durante giras, en un avión, en los pasillos de la Comisión de Finanzas del extinto Congreso de la República, de madrugada al regreso de un concierto, al final de una rueda de prensa o durante una sesión de trabajo para diseñar los contenidos de un programa de mano o crear los mensajes claves para la difusión internacional de las orquestas.

En esas sucesivas conversaciones, en tiempos, años y espacios diversos, siempre permaneció ante mi un hombre de inalterable sencillez y amabilidad; su alto respeto por nuestro oficio y su valoración por lo que los comunicadores podíamos transmitir en apoyo de sus orquestas y de sus músicos siempre lo percibí. Y debo decirlo: hasta en los momentos más difíciles, encontré a un hombre lleno de orgullo nacionalista, amante absoluto de Venezuela.

Tuve frente a mí a un José Antonio Abreu feliz y agradecido por haber tenido vida para ver su milagro: ayudar a niños y jóvenes, padres, madres y familias completas y empinarlos hasta llevarlos a la cúspide de su salvación, su progreso y su bienestar.

Aquí van pues algunas reflexiones, declaraciones e ideas del multifacético maestro José Antonio Abreu.

La certeza del visionario

Varias veces le pregunté a JAA cómo sabía él que llegaría a lograr la enorme empresa cultural y educativa que creó. Esa respuesta la cambió también varias veces, hasta que un día, en 2012, creo que se sintió (y yo me sentí) satisfecho de la exacta y verdadera respuesta a esa pregunta, que fue la siguiente.

“Lo he meditado bien y la palabra exacta es certeza. Yo tenía una certeza interior de que lo lograría. ¿Y cómo explica uno la certeza? ¿Qué es la certeza? ¿Cómo sabes que llegarás a cumplir eso que sueñas y que te propones? Para mí, la certeza es una voz interior, es luz y es esperanza. Es un hecho perfectamente cumplido dentro de tí mismo”.

“Esa certeza que comenzó a crecer dentro de mí se transformó en vision: vi en las orquestas la más hermosa expresión de unidad y valoración de todo el territorio nacional. Vi una Venezuela pujante, llena de voluntades y de esfuerzos por conseguir lo que se quiere. Vi una Venezuela orgullosa de sus niños, jóvenes y músicos que triunfan y se destacan aquí y al más alto nivel mundial”.

—Pero maestro, en los testimonios y cuentos de los músicos fundadores de la Orquesta Nacional Juvenil, la primera orquesta de El Sistema, hay una palabra común que es «Fe». Ellos me dijeron: “José Antonio tenía una fe que era como un monumento enorme… y nosotros pensábamos que ese sueño estaba solamente en su cabeza, que estaba un poco loco…” Ahora yo le pregunto: ¿Usted percibía esa incredulidad en sus jóvenes músicos? ¿Cómo se sentía en ese momento?

«Yo me sentía muy bien; estaba consciente de que era una cuestión de tiempo y nada más: tiempo para demostrar que estábamos en nuestro camino y que sí lograríamos llenar de orquestas y coros a toda Venezuela, que sí era posible que niños y niñas de pocos recursos pudieran estudiar música, que sí era posible que nuestros músicos venezolanos se colocaran a la par y al mismo nivel de los mejores del mundo, en los mejores escenarios del mundo. No me importaba que momentáneamente se dudara… yo le daba la bienvenida a esas dudas. Porque cuando se duda al principio y luego se cree, entonces se cree doblemente. Nunca tuve angustia por eso, siempre me sentí absolutamente seguro de que estábamos pisando firme», me respondió.

Así pues, con su norte claro y siempre dispuesto a alcanzar sus propósitos, en 1975 inició JAA la aventura de sembrar a Venezuela de orquestas y coros, y legar al mundo un proyecto de vida sustentable y perfectamente aplicable, como proceso educativo y regenerador, común a todas las disciplinas artísticas, tomando la música, la literatura, la danza, el teatro o las artes plásticas como herramientas para la formación de valores, aptitudes y actitudes de los ciudadanos del presente y del futuro.

El servidor público

Claro que a todos los directores de orquestas, profesores de música, hasta compositores, se les llama «maestro». Y está clarísimo que José Antonio Abreu fue, literal, en toda la extensión de la palabra, en oficio, vida y en obra, un perfecto maestro.

Pero un día sentí curiosidad y le pregunté cómo le gustaba que le llamaran, y, además, cuál sería el título que mejor él pensaba que le correspondía.

«Me honra que me llamen maestro… es mucho para mí que me digan maestro y siempre pienso en la enorme responsabilidad que significa que a uno lo llamen así… y pienso en Simón Rodríguez, imagínate, el formador y orientador de los valores de Simón Bolívar».

«Pero, ¿qué soy realmente? (se preguntó a sí mismo). Soy un servidor público, así me siento, así me gusta sentirme y eso engloba también el ser maestro. Me gusta servir, ayudar y pensar en soluciones de los problemas de la gente, o bien en cómo puedo apoyar a las personas y a los ciudadanos a tener éxito y felicidad».

—Maestro, ¿y cómo le gustaría que le recordarán o que digan de usted cuando ya no esté en la tierra?

«No espero nada, solo Dios tiene derecho a juzgar nuestro proceder. Quisiera que mi obra sobre la tierra hable del hombre que fui».


El ser humano religioso

Un rasgo distintivo, yo diría que innato, en el maestro Abreu era el cultivo de la espiritualidad, su férrea creencia en Dios, su sentido y dedicación religiosa. No hubo un domingo en el que JAA dejara de ir a misa y una de sus preferidas era la Iglesia de La Chiquinquirá, en Caracas. Pero además, fue un gran admirador de la arquitectura y visitante asiduo de las más importantes iglesias en el mundo.

Varias veces compartimos el rezo de un rosario, bien durante la espera para abordar un avión o durante las visitas a un santuario en las giras a artísticas a Portugal (Virgen de Fátima) o París (a la capilla de la Virgen La Milagrosa) o a Guanare (La Virgen de Coromoto). Imposible que se le olvidaran los días correspondientes a los misterios del Santo Rosario, o las letanías, que aún recuerdo el tono musical que le impría al rezarlas.

A propósito de este rasgo, le pregunté: ¿Se siente usted maestro Abreu un apóstol de Dios?

«No aspiro a eso. Pero sí a ser un siervo ideal, sublime e insuperable de Dios. Y el gozo mayor de esta vida consiste precisamente en vivirla como músico, porque la música es un mundo de altísima proximidad a la esencia de Dios. De tal manera que servir al Señor en el seno del ejercicio de un arte que lo refleja a él, de una manera tan fundamental y tan hermosa e indescriptible, es para mí la felicidad de mi vida», dijo.

El amante de Venezuela

Solo a una persona a quien se le ocurra que en cada pueblo de Venezuela, en cada esquina, en la frontera, en un caserío que no aparece ni en el mapa del propio municipio, haya una orquesta, o coros en las empresas, industrias, en todos los colegios y en todas las urbanizaciones, tiene que amar mucho a su país para emprender esa cruzada.

Pues esa fue una de las milagrosas realidades edificadas por JAA y el regal que nos dejó. Desde La Península de Paraguaná y La Guajira hasta Santa Elena de Uairén, desde Guasdualito hasta más allá de Pedernales, y en Los Roques, y en la Isla de Margarita hay núcleos repletos de niñitos, niñitas, jóvenes y músicos. Un millón de venezolanos haciendo música y conviviendo en las orquestas y coros.

De lo que más le gustaba hablar al maestro Abreu, después del arte y de Dios, era de Venezuela… Venezuela, Venezuela, Venezuela siempre estaba en su boca. Y siempre caíamos en el tema con preguntas y respuestas como esta.

—Desde el inicio, su proyecto tuvo una vocación nacionalista. Era la materialización de un país posible, de otra Venezuela posible. Los ideales de democracia, de justicia, de inclusión social, del rescate de los niños y jóvenes a través del arte; del desarrollo de la sensibilidad en los ciudadanos; del trabajo y la educación como vía de progreso individual y colectivo; del disfrute y del aprendidizaje del arte como derecho de todos, sin importar la clase social ni si viven en un rancho o en una mansión, son algunos de los valores de ese país musical que usted ha creado tan exitosamente.

¿Siente que ese país de las orquestas y coros, ovacionado mundialmente, está permeando a ese otro país violento, de muchas carencias y de desigualdades que vivimos y padecemos cotidianamente?.

«El Sistema de Orquestas Juveniles e Infantiles es la dimensión ideal de Venezuela. La irradiación de las Orquestas en la comunidad, en cada estado, en la familia, indudablemente ya se está viendo, es palpable y veraz, ha ido transformando a la sociedad venezolana. En cada pueblo, en cada municipio, en cada parroquia y escuela donde hemos creado orquestas o un coro, la comunidad se ha organizado y se ha responsabilizado de sus agrupaciones y de cada niño que va por las calles con su instrumento musical. Y lo importante de esto es que si las otras artes siguen el mismo esquema, indudablemente, el arte constituiría un instrumento fundamental, estratégico, único y revolucionario para la transformación del país».

Y en 1995 le pregunté: ¿Cómo concibe usted a la Venezuela del futuro?

«Venezuela tiene que ser una gran empresa de educación, trabajo y producción. A través de una educación sabia, avanzada, profunda y consciente de sus principios, de sus contenidos y de sus propósitos, los venezolanos y el país encontrarán su camino verdadero de progreso y nuevas riquezas. No hay ninguna fórmula matemática, ni económica ni de otro tipo que supere el poder de trabajo, de la disciplina del trabajo para transitar por el camino siempre ascendente para un país».

El amante de la música

—Cuando usted se ha sentido mal, cuando ha tenido momentos difíles ¿qué ha significado la música?

«La música transforma la adversidad en esperanza. Transforma el reto en realización. En esos momentos me permite dar el salto del sueño a la concreción, a su materialización».

—Y sus compositores preferidos ¿con quiénes se siente más afín?

˝Con todos. A lo largo de mi vida he aprendido de todos. También depende un poco del momento de la vida y del momento del día, incluso, del momento de la jornada. Por ejemplo, cuando estoy muy tenso, al final del día, cargado de tanto trabajo, de cansancio, entonces, por supuesto, hay cierta música que me llama más la atención que otra. Lo mismo al despertar. Digamos que el lenguaje sinfónico de Anton Bruckner es ideal cuando dispongo de tiempo suficiente, cuando no me encuentro presionado por el tiempo. Cuando voy a descansar me agrada la música de Wagner y también la música de Ravel y Debussy. Al principio del día me agrada el lenguaje del barroco; Bach para despertar, para iniciar, para emprender. La música de Vivaldi es vitalista, la música de Mozart puedo escucharla en cualquier momento del día; cuando estoy iniciando la lectura de un nuevo libro, digamos actualizándome en la lectura literaria, por ejemplo, me gusta la música contemporánea, la música más audaz, la música más vanguardista˝.

—¿Qué siente con el rock y con la música popular?

«Para mí no es precisamente una música para meditarla, por supuesto. La música rock no la oigo, simplemente la escucho en el ambiente en que se produce, en las fiestas de los jóvenes. Y no me hace falta escuchar rock para conectarme con la juventud, ya que lo hago permanentemente durante sus procesos de formación, durante la escolaridad, durante el ejercicio sinfónico coral… La verdad, mi contacto con esa música es marginal. Pero me sucede lo contrario con la música popular venezolana, a la que amo y disfruto profundamente, no sólo la venezolana, sino también la música popular latinoamericana, la música de todos los pueblos; adoro la colección de la UNESCO a través de la cual se compilaron las grandes expresiones del folklore mundial. Eso es un tesoro para mí y la escucho frecuentemente, y cuando viajo me encanta hurgar en las viejas tiendas de discos que tienen esas grabaciones de artistas populares famosos del siglo pasado˝.

—¿Y la música contemporánea cómo la «digiere»?

«Me fascina. La música para mí siempre es un deleite. Es un reto. Un nuevo lenguaje, es un reto, me meto a estudiarlo, incluso investigo la notación en la que está cifrada la obra… Eso me encanta. Y me encanta además leer las monografías que frecuentemente aparecen en revistas especializadas sobre notación contemporánea, los nuevos efectos que se obtienen, el enriquecimiento progresivo del mundo sonoro a través de la electrónica, eso es un mundo apasionante para mí, como lo es el mundo de la física contemporánea».

El escritor de los postulados

Nuestro maestro Abreu ha sido el venezolano más premiado en el mundo. Más de 70 reconocimientos importantes, distinciones, otros más sencillos, hasta los máximos galardones como el Premio Polar (el Nobel de la Música) le fueron otorgados. Y para recibirlos, JAA se esmeraba, durante varios días, en escribir sus discursos o palabras de agradecimiento. Y en ellos vertía reflexiones y pensamientos que hoy día hemos atesorado como los «postulados» de Abreu y que encierran parte de su filosofía y también estrategia de acción.

Aquí compartimos algunos con vigencia indudable en estos momentos que vive el país.

“La educación, como síntesis del saber y del conocimiento, es la vía para lograr una sociedad más perfecta, más consciente, más noble, más justa”. (Del discurso al recibir el Premio TED/ Febrero 2009/ California/ USA).

“En la Cultura subyace nuestra alma esencial e identidad profunda”. (Al recibir la Membresía Honorífica de la Royal Philharmonic Society / Mayo 2008 / Londres).

“La inmensa riqueza espiritual  que engendra la música en sí misma, y que viene por la música y en la música, termina por vencer la pobreza material”. (Al recibir el Premio Seúl de la Paz / Octubre de 2010 /Seúl / Corea).

“Desde que el niño asume el instrumento musical con un maestro, ya no es un niño pobre, es un niño en pleno ascenso”.(Del discurso al recibir el Premio TED/ Febrero 2009/ California/ USA).

“En su esencia misma, la orquesta y el coro son mucho más que estructuras artísticas. Son modelos y escuelas insuperables para la vida social”(Palabras para agradecer el Homenaje que le rindiera la OEA / Abril 2009/ Washington / USA).

«En la medida en que sepamos iniciar a nuestros jóvenes y niños en la fascinante empresa de la innovación, la creación, el estudio y el arte, en esa misma medida dependerá decisivamente la calidad y dignidad de todos los futuros, y la posibilidad misma de honrar el inmenso desafío de ser y vivir dignamente, en paz, justicia y libertad”. (Al recibir la Membresía Honorífica de la Royal Philarmonic Society / Mayo 2008/ Londres). 

“Frente a la profunda crisis de espiritualidad que afecta al mundo, el arte brinda una respuesta luminosa, adecuada al sentir colectivo de los pueblos y a los más hondos anhelos del hombre”.(Del discurso Congreso Iberoamericano de Cultura / Septiembre 2010/ Medellín / Colombia).  

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