Hace ocho años el mensaje entonado de Facundo Cabral apagó su fuente en el trágico asesinato que le cobró la vida, pero dejó vivo en el mundo su aliento de amor para la paz convertido en canciones
En la edad media, el juglar era ese personaje que (ya esporádicamente) sigue viéndose en las calles, y es ese que hace de su cuerpo una especie de megáfono, una caja mágica de resonancia de la que surgen, sin esfuerzo alguno, diversas formas de arte: canto, música, literatura y hasta teatro.
Es el juglar ese personaje que podría describirse como un diamante en bruto: creador desde su esencia, de técnica innata, esa que surge de alguna parte del alma. Así fue Facundo Cabral, este hombre-juglar, nacido en Buenos Aires, durante el régimen fraudulento de Roberto M. Ortíz
Cabral, quien también respondió al nombre artístico de Indio Gasparino, y al de acta de nacimiento, de Rodolfo Enrique Cabral Camiñas, dejó una huella imborrable con su música: una que fue la expresión con la cual decidió llevar uno y mil mensajes que, a fin de cuentas se resumen en una sola palabra, una palabra que debe leerse sin el tono cursi que generalmente se le infiere, y que debe leerse pensando en el todo y ese todo y esa palabra que lo resume, es el amor.
Ese fue el motor de Facundo Cabral, fue el trasfondo de todas sus letras, incluso de aquellas en las que hacía crítica, porque eran críticas hecha en defensa de ese amor. Eran las criticas de un hombre que nunca tuvo un hogar, un hombre de las calles, que se describió a sí mismo como un hombre que, «Fue mudo hasta los 9 años, analfabeto hasta los 14, enviudó trágicamente a los 40 y conoció a su padre a los 46. El más pagano de los predicadores cumple 70 años y repasa su vida desde la habitación de hotel que eligió como última morada», escribió casi invidente.
A ocho años del asesinato de quien fuera uno de los cantautores más representativos de América Latina, declarado «Mensajero Mundial de la Paz» por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) y nominado al Premio Nobel de la Paz; Contrapunto, recuerda cinco de sus temas y narraciones.
No soy de aquí, ni soy de allá
No estás deprimido, estás distraído
Este es un nuevo día
El diablo es un señor
Dios va contigo a todas partes