Máquinas voladoras, el helicóptero, el paracaídas son solo algunas de las creaciones de este genio del Renacimiento
Leonardo Da Vinci es lo más parecido a «una mente» que hizo mucho más que pintar la Mona Lisa. El suyo fue un cerebro privilegiado para la ciencia, y prueba de ello es que aún hoy vivimos entre cosas que pensó y diseñó. Esas cosas que parecían imposibles.
Este 2 de mayo se conmemoran 500 años de su muerte, y como no podía ser de otra manera, el mundo lo recuerda con la ciencia de por medio: Encontraron un mechón de su cabello que permitirá seguir el rastro de su ADN (ácidodesoxirribonucleico) y determinar la relación con sus supuestos descendientes (aunque formalmente no tuvo hijos, se presume que sí).
La vida de Da Vinci estuvo marcada por su voluntad de ser de todo: cartógrafo, ingeniero, pintor, diseñador, escultor… Buena parte de las cosas que ideó no pudieron ser llevadas a la práctica porque faltaban hallazgos, no había materiales para elaborarlas, no eran provechosas para sus posibles financistas o se carecía de los recursos técnicos.
Hasta donde se conoce, Da Vinci nació en Italia, en un pueblo -Vinci- cerca de Florencia, en 1452. En sus 77 años ideó varias máquinas voladoras; incluso llegó al concepto del helicóptero. De su cabeza nacieron el paracaídas y la bicicleta; también surgieron catapultas y algo parecido a una metralleta, además de un reloj despertador, tal como lo destaca David Zurdo en su trabajo Los inventos de Leonardo da Vinci.
No tuvo prurito en investigar con cadáveres para tener la idea más certera de la anatomía humana, aunque se vio obligado a hacer las disecciones de manera clandestina, relata Carlos León en su texto Leonardo da Vinci: Precursor de las ciencias, publicado en la revista Feel.
Este hombre es uno de los grandes maestros del Renacimiento, y se le sigue venerando 500 años después como uno de los grandes genios de la humanidad.