Margery Palacios y Yennifer Colina trabajan en la Unidad Educacional Barlovento y han hecho del compromiso ambiental una razón de vida
Es un sábado de febrero y Margery Palacios y Yennifer Colina avanzan, con el sudor chorreando por su frente, por la Laguna La Reina, en Higuerote. Van con algunos de sus estudiantes en el recorrido organizado por la Fundación Ecológica Ecobrión para celebrar el Día de los Humedales. Ambas son maestras de la Unidad Educacional Barlovento (un colegio privado que ya cumplió 40 años de fundado) y su recorrido es la prueba viviente de su compromiso ambiental: se detienen a meter desechos en bolsas plásticas, observan el suelo cuarteado, recogen las plumas que se les cayeron a las aves.
«Nosotros somos un colegio que tiene el ambiente entre sus pilares. Somos una escuela ambientalista», explica Palacios. «Celebramos todas las fechas ambientalistas».
«Nosotros damos muchas charlas a nuestros estudiantes. Forma parte de nuestro pensum cuidar el ambiente, reutilizar, reciclar; eso es parte de nuestro trabajo diario. Debemos sembrar conciencia ambiental para que nuestro futuro sea el mejor y nuestro ambiente siempre esté en armonía», agrega Colina.
Palacios vivió en Chirimena durante 40 años: «Allí llegaban cinco tipos de tortuga marina, de las siete que hay. Hoy no podemos decir eso, porque todo lo han dañado. Nuestra preocupación por nuestro municipio es que la gente le agarre ese amor».
Desde el año pasado ambas participan en uno de los proyectos de Ecobrión: Avisthadas en las escuelas. Incluso, ya formaron un grupo de cinco miniobservadores de aves. «También estamos participando en el proyecto de Los escuderos del tesoro de la Laguna La Reina, con las R de la sostenibilidad», indica Palacios, mientras muestra plumas de flamencos obtenidas en el humedal.
Aliviar el problema crónico de los residuos sólidos que afectan a la laguna es una tarea que ambas han emprendido. El propósito es doble: darle un nuevo uso a lo que hoy se llama «material de provecho» y dejar que el ecosistema pueda respirar.
En la actualidad están formando más de 40 miniobservadores de aves que conocerán la importancia de proteger la naturaleza y salvarla de la basura. Talleres, charlas y dibujos son algunas de las estrategias. «Ellos deben dibujar qué aves ven. ‘Mire, profe, mire esta ave, la vi esta mañana’. Queremos que, donde ellos estén, estén atentos. No solo en la laguna, sino también cerca de su casa».
Estar atentos es detectar si sucede algo que ponga en peligro la naturaleza, como lo que sucedió recientemente en las proximidades de la escuela con un árbol. Palacios discutió con los obreros que estaban prácticamente talando la planta y les manifestó que seguramente los habían enviado a quitar la tiña, no las ramas. Pero ellos «se molestaron, se bajaron, dejaron la tiña y dejaron las hojas verdecitas en el piso», criticó. «Los trabajadores tienen que tener conciencia ambiental, porque nos estamos matando nosotros mismos».
No es mucho lo que pide Colina: «Que nuestro trabajo se replique en todo el municipio, que la gente de Barlovento sepa que debemos amar y cuidar lo nuestro, porque nadie va a venir de otro lugar a cuidar lo que tenemos».
Las dos insisten en que las actividades turísticas deben ser con el pleno respeto por la naturaleza, con «una mentalidad de cuidar» y de llevarse los desechos que genere. Proponen a las autoridades garantizar los contenedores para acopiarla, y también, promover el reciclaje.