Los hermanos Erik y Lyle Menéndez, condenados en 1996 por el asesinato de sus padres, reconocieron que sufrieron abuso y acoso durante sus primeros años en prisión, así lo indicaron en una entrevista para el pódcast ‘2 Angry Men’ de TMZ, a poco menos de un mes de la audiencia que podría dejarlos en libertad, Erik habló de las condiciones de su encarcelamiento como un entorno «peligroso y traumático».
«La prisión fue difícil para mí. Enfrenté mucho acoso y trauma. Era un ambiente peligroso», afirmó, explicando que al no forma parte de ninguna pandilla, ambos fueron considerados «lobos solitarios», siendo vulnerables a constantes ataques.
Adicionalmente, comentó lo difícil que fue separarse de su hermano. Aunque ahora ambos cumplen cadena perpetua en el Centro Correccional Richard J. Donovan, en el estado de California, tras reencontrarse en 2018 luego de más de dos décadas sin contacto.
«Fui acosado, intimidado violentamente, y fue traumático. Era algo continuo», agregó Erik destacando que, sin Lyle, se quedó sin nadie a quien recurrir a la hora de buscar ayuda.
Ahora, después de 35 años encarcelados, ambos tienen la posibilidad de quedar en libertad. Según la revista People, el próximo 20 de marzo se celebrará una audiencia que determinará si pueden ser sentenciados nuevamente. De lograrse una nueva sentencia, podrían ser elegibles para libertad condicional como delincuentes juveniles, ya que cuando cometieron los asesinatos, Lyle tenía 21 años y Erik, 18.
En agosto de 1989, los hermanos acabaron con la vida de sus progenitores, cuando se encontraban en la sala familiar de su vivienda, les propinaron varios disparos a quemarropa con una escopeta. Si bien admitieron el parricidio, insisten en que lo hicieron por miedo y en defensa propia, después de toda una vida de abusos físicos, emocionales y sexuales a manos de sus padres.
