En sintonía con su historia e ideario, Venezuela desde hace 70 años: 1954, presenta el Festival Latinoamericano de Música (FLM) que iniciaron Inocente Palacios y Alejo Carpentier con iniciativas sinfónicas y académicas de las Américas. El reciente 27 de octubre concluyó su edición número 22, luego de nueve días de conciertos y actividades docentes que comenzaron el sábado 19 anterior.
Apreciamos obras de gran nivel como las «Estaciones Porteñas» de Astor Piazzolla (Argentina), el «Retrato de Abraham Lincoln» de Aaron Copland (EEUU), «Ritual, Ofrenda y Perdón» de Gastón Arce (Bolivia), «Motionless/ In Motion» de José Mora-Jiménez (Costa Rica) basada en la música rock de Radiohead, la singular -literalmente- «Il Grande Uccellino» de Boris Alvarado (Chile) para trombón solo con Juan Pequeño, «Rosetta Canon Abierto» de Gerardo Gerulewicz (Polonia-Venezuela) y «Esto No Es Una Habanera», «Sal-Cita», «Camino de Lumbres» y el «Vals No. 1», de los venezolanos Andrés Levell, Alfredo Rugeles (director del FLM desde 1990), Diana Arismendi (directora ejecutiva del festival) y Juan Carlos Núñez, respectivamente.
Por igual hubo un día dedicado a la mujer: «Energía Femenina», con el Ensamble de Percusión Venus dirigido por Naybeth Mora, y obras de la colombiana Melissa Vargas y las venezolanas Beatriz Bilbao y Diana Arismendi, entre otras.
Me concentro en 10 creaciones que de una u otra forma me llamaron la atención entre 70 ejecutadas en nueve conciertos, de los cuales asistí a seis, que tuvieron lugar entre la sede de El Sistema en Quebrada Honda.y el Teresa Carreño. Unos pagos ($10) y la mayoría gratis con diferentes ensambles y formaciones: Orquesta Sinfónica Juan José Landaeta, Orquesta de Cámara Simón Bolívar, Orquesta Sinfónica Municipal de Caracas, Orquesta Filarmónica Nacional, Ensamble de Música Contemporánea, Orquesta de Cámara Caracas, Ensamble de Percusión Venus y Ensamble Contemporáneo de Caracas.
Lo de Gerulewicz fue interesante porque cada vez que se interpreta es una continuación de la anterior, y se hizo con «instrumentos indeterminados» que ni su autor sabía cuáles serían. Lo de Levell, que su autor define como un divertimento, me pareció más bien un planteamiento grosso, buscando la sonoridad de una habanera que nunca se concreta en medio de la sabrosura de este género y sus ramificaciones.
«Sal-Cita» es una obra de unos siete minutos construida en base a citas musicales breves de famosos temas de la música afrocaribe o salsa que vertiginosamente suenan, y cuando lo vamos a identificar se pasa a otra: «La Murga de Panamá», «La Vida es un Carnaval», «El Ratón»,» Anacaona» o «Almendra», entre otras. La de Diana Arismendi va abordando diferentes movimientos en los que su composición evoluciona sumando fragmentos ya tocados hasta desembocar en un impactante crescendo final. Y me gustó más la elegante venezolanidad del «Vals No. 1» que el «Canto a España» de Núñez, basado en el conocido poema de Andrés Eloy Blanco.
De Lincoln a Vivaldi
Resultó atrevido lo de Copland (reconocido como el principal compositor académico de USA), haberlo presentado en el II FLM (1957) en pleno perezjimenismo, y nuevamente ahora, con fragmentos prodemocracia de varios discursos que pronunció en vida el XVI presidente de la nación norteamericana.
Esta creación de 1942 siempre ha sido polémica. En enero de 1953 fue retirada del concierto de la gala inaugural del mandato de Dwight Eisenhower por las posturas de izquierda de su autor.
Las palabras de Lincoln, uno de los presidentes de Estados Unidos mejor ponderados, y hasta elogiado por Fidel Castro, fueron leídas entonces en esta obra para narrador y orquesta por Juana Sujo con la Orquesta Sinfónica de Venezuela, dirigida por el mismo Copland.
En esta ocasión la responsabilidad fue de Julie Restifo, con el soporte de la Orquesta Sinfónica Municipal de Caracas bajo la conducción de Régulo Stabilito:
«Como nuestro caso es nuevo, debemos pensar de nuevo y actuar de nuevo. Debemos desvincularnos y entonces salvaremos a nuestro país».
«Es la lucha eterna entre dos principios, el bien y el mal, en todo el mundo. Es el mismo espíritu que dice «trabaja y trabaja y gana el pan, pero yo lo comeré». No importa de donde venga, ya sea de la boca de un rey que busca someter al pueblo de su propia nación y vivir del fruto de su trabajo, o de una raza de hombres con la excusa para esclavizar a otra raza. Es el mismo principio tiránico».
«Estos muertos no habrán muerto en vano. Esta nación bajo Dios tendrá un nuevo nacimiento de libertad y ese gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo no perecerá».
En las diferentes presentaciones del trabajo de Copland estos textos han sido leídos por Neil Armstrong, Walter Cronkite, Alec Baldwin, Gregory Peck, Danny Glover, Tom Hanks, Charlton Heston, Henry Fonda, Samuel L. Jackson, Paul Newman, Bill Clinton, Margaret Thatcher, Barack Obama y muchos otros
Lo de Piazzolla, bandoneonista y compositor tenido como uno de los músicos más importantes del Siglo XX, y versionado en el tango que renovó, el jazz o la música sinfónica, fue redondito a partir de cuatro composiciones que evocan las estaciones australes originalmente concebidas para quinteto de bandoneón, violín, guitarra eléctrica, piano y contrabajo.
Esta vez se hizo con la Orquesta de Cámara Simón Bolívar, dirigida por Rodolfo Barráez con la sensacional violinista Mariana Pineda como solista, recreando acertadamente con su instrumento las particulares sonoridades que el maestro le extrae a su bandoneón y los timbres percutivos tan propios de su música.
Al ilegar al final todo concluyó con un guiño a las «Cuatro Estaciones» de Antonio Vivaldi, cerrando magistralmente una emocionante interpretación.
Mas, lamentablemente, a pesar de ser el FLM uno de los mejores festivales del continente, es un evento de minorías.
El mismo merece más difusión y respaldo de los medios, el público y las diferentes instituciones y marcas comerciales. Es un valioso tesoro que tenemos.
