La empresa dueña de las embarcaciones negó las acusaciones y alegó que estaban operativas
Un centenar de familias indígenas venezolanas se ven afectadas por las aguas contaminadas de emblemático río Orinoco, debido al óxido que se desprende de barcazas de gran tamaó varadas en el lugar, sin embargo, la empresa propietaria de las embarcaciones niega las acusaciones.
Alrededor de 40 gabarras ya se cubren de color rojizo debido al óxido acumulado y flotan en un sector del Orinoco, y habitantes de la comunidad indígena de Macapaima reprochan que los residuos que dejan afectan la siembra y la pesca en la zona y provocan, entre otros, brotes de enfermedades gastrointestinales y cutáneas.
“Durante más de 20 años han causado daños ambientales. Porque somos indígenas, ellos piensan que nosotros no valemos”, cuestionó Yetzeli Martínez, líder de esta pequeña localidad ubicada entre los estados Anzoátegui y Bolívar, según información de la agencia AFP.
Macapaima está en una zona de navegación de embarcaciones vinculadas con la industria minera venezolana. Sin embargo, Martínez insiste en que estas embarcaciones de carga pesada que suelen ser movidas por botes remolcadores, fueron abandonadas en el lugar por ACBL, una empresa privada de transporte de mercancías.
Diferentes versiones
En marzo pasado, un tribunal ordenó a una corporación estatal tomar medidas para paliar el efecto de agentes contaminantes de las aguas y retirar las barcazas, muchas de las cuales están semihundidas y otras han comenzado a ser desmanteladas.
No obstante, ACBL negó que exista contaminación ambiental por la presencia de estas gabarras.
“Estaban operativas. Hay un daño patrimonial, se están tomando activos de una empresa privada y se están cortando indiscriminadamente”, remarcó en una conferencia de prensa el directivo de la firma Enrique Gil, quien asegura que la compañía llegó a mover unos tres millones de toneladas de bauxita por año, aunque la actividad ha caído en los últimos tiempos.
Aunque la compañía apeló las medidas judiciales.
De acuerdo con reportes de prensa, pruebas detectaron la presencia de minerales pesados en las aguas.
“Nuestros hijos van ahí (al río) a pescar y van a agarrar pescado contaminado, nosotros vamos a beber esa agua contaminada”, condenó Carmen Martínez, de 75 años, residente de Macapaima, quien llegó a esa comunidad siendo adolescente.
Los indígenas denuncian que, además del impacto ambiental que producirían el óxido y los residuos de materiales transportados por las gabarras, estas se desplazan cuando el nivel de las aguas sube por las lluvias y pasan a ocupar zonas en las que los indígenas siembran, dejando consecuencias en las cosechas.