Si no hay primaria «hay algunas vías para que la oposición pueda escoger el candidato, y una de ellas va a tener que ser la negociación política y el consenso» pero «la negociación política no puede estar de espaldas al país» y «tiene que terminar dando un resultado similar al que daría la primaria», subraya Benigno Alarcón, director del Cepyg-UCAB. La inhabilitación de María Corina Machado «enciende a la gente en rebeldía», afirma Félix Seijas, director de la encuestadora Delphos
«Todo es posible. Todo puede pasar». En estas dos frases Benigno Alarcón, director del Centro de Estudios Políticos y de Gobierno de la UCAB, intentó resumir lo que pasa y lo que sucederá con la política venezolana en los próximos meses. Un punto clave es el apego de la población a las elecciones, y no solo porque lo ha hecho siempre, sino porque siente que es «una manera de expresarse, de hacer algo, de participar con bajo riesgo», señala Félix Seijas, director de la encuestadora Delphos.
Tanto Alarcón como Seijas participaron este jueves en el evento Prospectiva 2023, organizado por el Cepyg-UCAB. En ese escenario plantearon tres dilemas de la política venezolana en la actualidad.
Primaria o consenso. «La primaria se ha convertido en el principal dolor de cabeza del gobierno, porque va en sentido contrario a su estrategia. La estrategia del gobierno es fragmentar a la oposición; la razón de ser de la primaria es unir a la oposición. La estrategia del gobierno es que haya muchos candidatos de oposición para que el voto se disperse y todos terminen siendo minoría, y que el gobierno termine siendo una mayoría relativa aunque hoy día la mayoría de la gente quiera un cambio de gobierno», explica Alarcón. «La primaria termina unificando al país detrás de un liderazgo, y haciendo que esa estrategia de dividir para vencer termine siendo anulada».
Si no hay primaria «hay algunas vías para que la oposición pueda escoger el candidato, y una de ellas va a tener que ser la negociación política y el consenso» pero «la negociación política no puede estar de espaldas al país» y «tiene que terminar dando un resultado similar al que daría la primaria, porque si esa negociación no da un resultado que respete lo que el país quiere, nadie va a reconocer esa negociación. ¿Es posible que haya consenso? Sí. Pero el consenso tiene que tomar una decisión que tenga legitimidad».
Alarcón afirmó que la oposición «no puede permitir que el gobierno escoja su propio rival; eso no lo puede hacer. Y nada te garantiza que si escogieras en una primaria, por ejemplo, un candidato habilitado, el gobierno no lo va a inhabilitar. Ya tenemos el caso de Superlano en Barinas, que se pudo inscribir en el CNE y posteriormente se dijo que estaba inhabilitado. Al final del día, el hecho de que estés habilitado hoy no significa que estarás habilitado mañana. Lo que hay que hacer es defender a la persona que hemos escogido, en todos los campos que sea posible, para tratar de que se respete la decisión de la gente en relación con quien los representa. Y si eso no fuera posible, se entrará en una fase de negociación para ver a quién se le pasa el relevo. Pero ese relevo tiene que ser pasado de manera legítima; no puedes terminar poniendo ese relevo en manos de alguien que la gente no reconozca como legítimo, que no reconozca que los representa». Si el consenso se impusiera como mecanismo para escoger el candidato «el consenso no puede estar a espaldas del país; el consenso tiene que reconocer quiénes son las personas que tienen mayores niveles de preferencia, quién la gente demanda como candidato y tiene que construirse el consenso en torno a la persona que el país demande».
¿Elecciones aceptables o a la «cañona»? El adelanto de elecciones «es un escenario posible, pero no podría asegurar que va a haber un adelanto de elecciones. Si nos ponemos en los zapatos del gobierno, el gobierno preferiría que las elecciones tuvieran la mayor cantidad de condiciones posibles, que fuesen a final de año, que nadie las pudiera cuestionar, que nadie pudiera decir que se hicieron de manera injusta, porque el gobierno quiere el reconocimiento internacional y normalizar su relación con la comunidad internacional», analiza Alarcón. El gobierno, «en el transcurso de este año, ha logrado una relativa normalización de relaciones con muchos países, lo que no logra es apuntalar su legitimidad, y para eso necesita elecciones. El problema es que, si las elecciones no reúnen las condiciones, la legitimidad que necesita no la va a lograr. Al final del día ese es el escenario menos deseable, pero lo que está en discusión es si, en el escenario deseable, de hacer la elección cuando debe hacerse y bajo reglas mínimas, se puede mantener el poder».
Pero «si el gobierno hace lo que sospechamos que podría atreverse a hacer para mantener el poder, pone en juego la legitimidad».
¿Ruta electoral o «los caminos verdes»? El venezolano tiene en su ADN el voto. «Es una manera de expresarte, de hacer algo, de bajo costo», consideró Seijas.
El saldo de llamar a no votar no ha sido el más auspicioso en la política venezolana. Los ejemplos recientes así lo confirman.
Este es un gobierno «que va a jugar a la abstención de la oposición, al deterioro de las condiciones electorales, a sacar de la carrera a aquellos que le pueden ganar la elección, y todas las cosas que pueden caber en la imaginación de lo que podría suceder», indicó Alarcón. Sin embargo, «en la medida en que insistamos en sacar el conflicto político de la vía electoral abrimos otras vías para la resolución de ese conflicto que no son deseables para nadie. Pero evidentemente si impides que por la vía institucional se pueda resolver, el conflicto termina agravándose o manifestándose por alguna vía».
En la ruta electoral de la primaria son cuatro los nombres que destacan: María Corina Machado, Henrique Capriles, Manuel Rosales, y Benjamín Rausseo. Machado, como lo recuerda Seijas, «tiene la primera opción, pero todavía falta mucho», hay que ver qué sucede, las alianzas, la participación o no de Rosales.
La inhabilitación de Machado, confirma el encuestador, «enciende a la gente en rebeldía, y más bien, al opositor duro, lo pone en la línea de la disposición a participar».
