«Nos estamos muriendo. Esa es la realidad de los trabajadores venezolanos, sin dramatismo ninguno», advierte José Gregorio Afonso, presidente de la Asociación de Profesores de la UCV. Eduardo Sánchez, presidente de Sinatra-UCV, refiere que el descontento «le resquebrajó la estructura del PSUV, porque muchos sectores están peleando, defendiendo su derecho al salario»
Por un «salario decente» están recorriendo las calles de Venezuela desde el año pasado. Por un «salario decente» cerraron 2022 con protestas y comenzaron 2023 con más manifestaciones. La falta de respuesta oficial ha logrado que el descontento se masifique y traspase las barreras, incluso, de las diferencias políticas.
Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT) el salario mínimo se define como «la cuantía mínima de la remuneración que un empleador deberá abonar a sus asalariados por las prestaciones que éstos hayan efectuado durante un determinado período, sin que dicha cuantía pueda ser rebajada mediante convenio colectivo ni acuerdo individual». Para la OIT «no es decente el trabajo que se realiza sin respeto a los principios y derechos laborales fundamentales, ni el que no permite un ingreso justo y proporcional al esfuerzo realizado, sin discriminación de género o de cualquier otro tipo, ni el que se lleva a cabo sin protección social, ni aquel que excluye el diálogo social y el tripartismo».
En los primeros días de diciembre de 2022 Eduardo Sánchez, presidente del Sindicato de Trabajadores de la UCV (Sinatra-UCV), ya advertía que los trabajadores usarían su aguinaldo para comprar harina de maíz para las hallacas: «La gente no tiene cómo comprar un regalo de esos chinos, de plástico, para sus muchachos». Incluso, señalaba que la gente esperaba el asueto navideño «para salir a buscar otra chambita», como pintar casas.
También la profesora Keta Stephany, directiva de la Federación de Asociaciones de Profesores Universitarios de Venezuela (Fapuv), refería -poco antes de Navidad- que todos los derechos de los trabajadores están establecidos en el concepto de salario decente, y solicitó en ese momento que «tirios y troyanos por un momento se detengan a pensar en lo que han sido los daños colaterales del conflicto político venezolano».
«Nos estamos muriendo»
Este lunes 6 de febrero un trabajador llamado Carlos, de la Universidad Simón Bolívar (USB), protestó en la plaza Caracas. «Estamos protestando por nuestro salario justo y por nuestras reivindicaciones, que no nos han dado nada, nada. No tenemos seguro, no tenemos HCM, no tenemos nada», criticó. «Por eso es que estamos aquí. El gobierno dice que no viola los contratos colectivos, y resulta que los contratos colectivos han sido violados como les ha dado la gana».
A los simpatizantes del oficialismo que se encontraban en el mismo lugar les preguntó si ellos estaban bien. «No sé si ellos están bien, pero nosotros no estamos bien con nuestro salario. Les diría que tomen conciencia como nosotros. Tengo más de 20 años trabajando en la universidad. Hoy gano entre 100 y 130 bolívares al mes».
-¿De qué vive?
-Tengo que salir a la calle a rebuscarme. Lo que nunca había hecho en mi vida. Tengo que salir a rebuscarme de cualquier manera.
Aunque las protestas comenzaron en la segunda semana de enero «todavía el gobierno no convoca a las federaciones para discutir en qué consiste el planteamiento y cuál es la oferta que pueden hacer», subraya José Gregorio Afonso, presidente de la Asociación de Profesores de la UCV (Apucv). «Lo que no puede pasar es que de manera indefinida quede esta situación que ya se está haciendo inhumana. Cada día el salario tiende a cero. ¿Qué vamos a esperar? ¿Que se vayan 7 millones más del país y que las instituciones se queden sin trabajadores?».
Afonso solicita un aumento general de sueldos y salarios, derogatoria del instructivo Onapre, liberación de trabajadores presos y reinicio de la discusión de las contrataciones colectivas. «Esa es una política laboral en la que el trabajador importa. Tenemos planteamientos concretos para todos esos espacios y somos lo suficientemente racionales», aseveró. «El problema es la urgencia. Nos estamos muriendo. Esa es la realidad de los trabajadores venezolanos, sin dramatismo ninguno».
Dos dólares al día suman 60 dólares al mes, mucho más de lo que ganan hoy los trabajadores públicos (poco más de seis dólares mensuales). Ese puede ser un punto de partida, con la indexación como compromiso. «Eso sí: nosotros no vamos a dar un cheque en blanco. Si usted lo pone en 60 dólares, revisa contratos y establece beneficios así va marcando un camino de recuperación del salario».
El descontento «le resquebrajó la estructura del PSUV
El gobierno sabe «que es la clase trabajadora la que está marchando», reitera Eduardo Sánchez. «Sabe que esta protesta es nacional y le está haciendo mucho daño a su gobierno», y está tratando de bajar la presión «porque este pueblo no aguanta más y nadie sobrevive con seis dólares de salario». Sánchez refiere que el descontento «le resquebrajó la estructura del PSUV, porque muchos sectores están peleando, defendiendo su derecho al salario, y hay mujeres advirtiendo en los consejos comunales que no van a pagar más por el gas si no les aumentan el salario a los trabajadores».
En el oficialismo «temen que haya un resquebrajamiento de la estructura militar, porque los grandes cacaos verdes viven en condiciones de opulencia mientras sectores importantes de los militares viven en condiciones de pobreza crítica», argumenta Sánchez.
