Miles de migrantes venezolanos han saturado la frontera de México con Estados Unidos, en particular la de Juárez-El Paso, donde en la última semana han cruzado un promedio 660 al día por el río Bravo, de acuerdo con datos de la Patrulla Fronteriza.
El cruce masivo de personas comenzó hace una semana, el sábado 10 de septiembre, justo el día en que entró en vigor la Extensión del Estatus de Protección Temporal (TPS, en inglés) en Estados Unidos para migrantes de Venezuela, una política para protegerlos de deportaciones y obtener permisos laborales.
Los migrantes que cruzan de Ciudad Juárez a El Paso, Texas, se forman en espera de atención de las autoridades de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de los Estados Unidos (CBP, en inglés), quienes improvisaron un centro de procesamiento bajo el puente internacional Santa Fe, a un lado del muro fronterizo.
Con este arribo masivo de personas, las asociaciones locales temen una nueva crisis humanitaria en Ciudad Juárez, donde personas como Norma Elizaria llegan en grupos de decenas de migrantes.
Ante la saturación en los albergues, en la región paseña algunos instalan casas de campaña o colchones, además de baños portátiles fuera de la central de autobuses.
Otras decenas de indocumentados duermen en un campamento improvisado por las autoridades debajo de la autopista elevada de El Paso.
Un reto más es la alimentación, ya que las autoridades estadounidenses solo les dan agua, por lo que hay quienes van a Ciudad Juárez a comprar comida y regresan de nuevo a El Paso.
La situación en la frontera se ha agudizado desde que el Departamento de Seguridad Nacional (DHS, en inglés) anunció la semana pasada que extenderá la validez de los permisos de TPS a los venezolanos, pero esto aplica a aquellos que ya estaban protegidos en Estados Unidos.
Aún así, Andy Rojas salió hace 30 días de Venezuela y ahora espera una oportunidad tras cruzar México, donde ha afrontado el maltrato de las autoridades migratorias, según denunció.
Fernando García, director y fundador de la Red Fronteriza por los Derechos Humanos, advirtió que «queda claro» que existe una «crisis» porque no hay «infraestructura para recibir a los migrantes», pero pidió no verlo como un problema de inseguridad.
«El Paso es una de las ciudades más seguras de Estados Unidos, el problema es cuando decimos que la migración es un problema de seguridad pública, ya inmediatamente los calificamos como criminales que vienen a hacer daño», dijo a Efe.