«Ninguno de los delitos por los cuales está siendo imputado mi papá es verdadero», afirma Franklin Carreño. Su papá “está libre en su conciencia. No se siente culpable de nada. Por el contrario, se siente violado por el Estado. No se merece nada de lo que está pasando. Él me dice: ‘físicamente estoy preso, pero mentalmente estoy libre’. Y yo le pregunto: ‘¿Cómo así, papá?’. Me dice: ‘cuando me traes un libro yo no estoy en ese hueco, yo me voy; me escapo por unas horas’. Mi papá es una persona que, a pesar de que está preso, se ha mantenido»
Franklin Carreño comienza a hablar y a los pocos segundos se excusa. Trata de no llorar, pero el relato de las dificultades que vive su padre, el periodista Roland Carreño, desde el momento de su detención (octubre de 2020) lo vuelve a conmover hasta las lágrimas. Una muy seria rueda de prensa convocada por la Coalición por los Derechos Humanos y la Democracia se convirtió en el escenario para mostrar la tragedia familiar de estar preso, y más aún: de ser un preso político.
El joven, de 23 años de edad, habló este miércoles en defensa de su papá. Carreño fue encarcelado hace más de 300 días, y cuando uno está preso son 300 días con sus noches que pesan como un bloque de concreto. Franklin Carreño refiere que los ha vivido con todos los sinsabores.
Estuvo presente el día de julio en que el tribunal cuarto en funciones de control sobre terrorismo admitió la acusación contra su padre. “Eso fue una locura, porque ninguno de los delitos por los cuales está siendo imputado mi papá es verdadero. Todo es incierto. Me pongo a pensar y digo ‘qué locura’, porque conozco a mi papá. Mi papá es una persona incapaz de todo lo que se le está acusando”.
Asegura que los policías que lo cuidan (está recluido en la sede de la Policía Nacional Bolivariana en Maripérez) piensan que es inocente. “Hasta los mismos policías son conscientes de eso. Mi papá está preso y ellos mismos dicen ‘hermano, qué injusticia’, y yo me río y digo qué le vamos a hacer”.
Describe que se siente desesperado y que, cuando llega a su casa, piensa “esto no se lo merece mi papá. Yo hago ejercicio, troto y no me canso tanto como cuando llego y lo veo a él. Eso me causa un estrés tremendo. Y digo: ¿Qué fue aquello tan malo que hizo mi papá en la otra vida para que aquí lo esté pagando? Y no lo consigo. Digo: seguro fue que la pasó tan bien que está pagando eso. De verdad no se lo merece. Una persona tan estudiada. Mi papá habla cinco idiomas, se lee dos o tres libros semanales”.
Su vida cambió, y esa frase que suena a lugar común es la mejor aproximación a una pesadilla. “Estoy dedicado al 100% a mi papá. Me acuesto a las 10, me levanto a las 8 de la mañana. No le hago desayuno; antes, sí. Hoy estoy con otra persona que le da el desayuno. Hace como un mes le estaba llevando una comida muy suavecita, porque eso de que esté comiendo siempre lo mismo… Yo mismo se la hacía”. También le lleva la cena. Esto se repite, día tras día, desde hace casi un año.
Roland Carreño “está libre en su conciencia. No se siente culpable de nada. Por el contrario, se siente violado por el Estado. No se merece nada de lo que está pasando. Él me dice: ‘físicamente estoy preso, pero mentalmente estoy libre’. Y yo le pregunto: ‘¿Cómo así, papá?’. Me dice: ‘cuando me traes un libro yo no estoy en ese hueco, yo me voy; me escapo por unas horas’. Mi papá es una persona que, a pesar de que está preso, se ha mantenido. No se deprime, o a mí no me lo demuestra. Los primeros días, sí. En los últimos 15 días no pasa nada, no avanzada nada”.
Franklin Carreño también opina sobre los presos políticos y las negociaciones en México. “Soy un muchacho, pero me doy cuenta. ¿Vamos a ir a México solo a tocar el tema de los presos políticos? Es mi papá, lo amo, ¿qué no haría yo por mi papá? Pero Venezuela amerita otras cosas. Cada vez que ellos van a México tienen a 10, 20, 30, 50 políticos detenidos y en eso se enfrasca la negociación. No te vamos a subir el sueldo mínimo, no te vamos a respetar, te vamos a liberar los presos, pero seguimos así. No debería ser así. Deberíamos pensar en otras cosas y enfocarnos en los problemas principales, darles las oportunidades que cada quién se merece. Es como que todo volviera. No nos enfrasquemos en que vamos a México a liberar a los presos políticos, porque tenemos unos abogados que estudiaron y se esforzaron mucho para ser excelentes en la materia, pero hoy día la institución no te avala lo que dices”.
