Los casos han seguido en aumento con la complicación añadida de que cuatro hospitales y la mitad de los centros de salud de Beirut quedaron fuera de servicio a causa de la explosión del puerto hace unas semanas
El Ayuntamiento de Beirut anunció este martes una serie de medidas para impedir reuniones y reducir el espacio de lugares públicos para evitar el repunte de la COVID-19 en una ciudad todavía conmocionada por la explosión del 4 de agosto, en la que murieron al menos 180 personas y otras 6.000 resultaron heridas.
Entre otras medidas, el consistorio beirutí pidió evitar las reuniones públicas y los eventos sociales de cualquier tipo, incluidos funerales y bodas, y ordenó reducir drásticamente los aforos en mercados y supermercados, piscinas, gimnasios y, en menor medida, en el transporte público.
Las restricciones aprobadas por el Ayuntamiento de Beirut, en principio hasta el 31 de agosto, incluyen el cierre de salas de funerales y bodas, la reducción de un 30 % del aforo en el transporte público, hasta el 30 % como máximo en supermercados, mercados y piscinas al aire libre y hasta el 20 % en los gimnasios.
También ha dispuesto la paralización de actividades deportivas, el cierre de discotecas, otros lugares de ocio, parques públicos y piscinas cubiertas, las restricción de la entrada en los templos de forma que se pueda guardar un metro y medio de distancia social.
Igualmente se reduce a la mitad el número de trabajadores en la gobernación y el municipio de Beirut.
El ministro libanés de Sanidad en funciones, Hamad Hassan, recomendó dos semanas de confinamiento para todo el país, una medida que ha venido manifestando ya en los últimos días para responder a la COVID-19.
«Hoy hemos llegado a un callejón sin salida debido a la incapacidad de implementar algunas de las propuestas y recomendaciones que buscamos para detener la propagación de la epidemia”, afirmó Hassan según la Agencia de Noticias Nacional (ANN) libanesa.
Por ello, el ministro, en funciones tras la dimisión en bloque de todo el Gobierno la semana pasada a raíz de las protestas generadas por la explosión, indicó que ha recomendado al Parlamento confinar el país “por un periodo de dos semanas”.
El Líbano, un país que había tenido un muy buen comportamiento en los primeros meses de la pandemia, venía registrando un repunte de los casos de COVID-19 antes de la devastadora deflagración.
Los casos han seguido en aumento con la complicación añadida de que cuatro hospitales y la mitad de los centros de salud de Beirut quedaron fuera de servicio por efectos de la deflagración y los que están operativos han debido atender a los lesionados por esa catástrofe.
«Desde el 1 de agosto hasta el 17 de agosto, tuvimos cerca de 4.000 casos, equivalentes a la mitad de los contagios que se han producido desde el inicio del virus, en febrero», reveló por su parte el portavoz del Comité de Salud del Parlamento libanés, Asem Arayi.