La Cámara Venezolana de la Construcción elaboró una guía de recomendaciones para recomenzar el trabajo de forma segura, con medidas como el uso del tapabocas, horarios escalonados y gel en la entrada de las obras
Si no es la COVID-19 lo que nos matará es el hambre. Esta frase ha sido pronunciada por gremios, políticos, ciudadanos. Aunque muchas empresas están luchando por la supervivencia, ya están haciendo agua, alertó Mauricio Brin, presidente de la Cámara Venezolana de la Construcción.
Este sector mueve recursos, genera empleo. Ladrillo a ladrillo va levantando puestos de trabajo. Pero desde que se decretó la cuarentena la construcción se paralizó en Venezuela; es decir, desde mediados de marzo, ratifica Brin.
La construcción no ha escapado del desastre de la economía venezolana. «Queda 10% de las empresas que había en 2012», calcula. Ya perdió unos 700 mil empleos por la crisis, y los 300 mil que quedan están a punto de desaparecer por la cuarentena. Son cerca de 400 pequeños proyectos.
«Los 300 mil empleos que todavía tenemos están en riesgo de perderse» si no se declara la construcción como sector prioritario, insiste el presidente.
El confinamiento es una medida necesaria para detener el ritmo de propagación de la enfermedad, afirmó Brin. Pero recalca que, con medidas apropiadas, pueden retomar las actividades sin poner en riesgo a la gente.
La cámara elaboró una guía de recomendaciones para recomenzar el trabajo de forma segura y reiniciar las obras, pero todo está sujeto a los acuerdos con el ejecutivo. «Proponemos un diálogo abierto y franco» que permita «proteger a los trabajadores».
Brin, propone prepararse para reiniciar las actividades de la construcción en dos o tres semanas, con base en los lineamientos de la Organización Mundial de la Salud y los protocolos empleados en otros países. Las medidas incluyen horarios escalonados, dispensadores para aseo de manos a la entrada de las obras y condiciones especiales para las áreas comunes dentro de las obras.