La analista sostiene que las dos fuerzas políticas en pugna han negociado desde sus extremos “exigiendo sus máximos y privilegiando sus intereses y no los de la población”
Asiste puntual a la convocatoria. Incluso llega y espera con serenidad. Con una sonrisa nos brinda la simpatía de una mujer que sabe conversar y defiende, de a ratos con mucha vehemencia, la necesidad del reecuentro entre los venezolanos y de que hable necesariamente la política de altura.
-Ha señalado que el rol del Consejo Nacional Electoral (CNE) en Venezuela ha sido sobredimensionado en el país. ¿No es eso contradictorio con la necesidad de conseguir un salida electoral a la crisis?
-Lo sostengo. Cuando me refiero a que ha sido sobredimensionado es porque parece que la designación del CNE y las elecciones representan para el país, para la región el tránsito hacia la utopía. Y la utopía en el país se convirtió en podamos ser un país normal como Uruguay, Costa Rica en que se dan unos resultados y el que perdió reconoce al que ganó.
-Entonces en el CNE reposa la responsabilidad de solventar la crisis.
-Puede abrir el juego político, la esperanza para salir con bien de esta coyuntura y sin violencia. El CNE puede ser la llave para resolver la crisis política, económica y humanitaria.
-¿Todo eso con solo el CNE?
-Sería una señal muy importante a todo nivel. Sería señal importantísima para generar la confianza que necesitan los agentes económicos y así darle una vía de desarrollo al país. Si la crisis política comienza resolverse todas las demás puertas se abren. Podríamos empezar a decirle a mundo que estamos avanzando hacia la recuperación del Estado de Derecho, la independencia de los poderes y la pluralidad, base de la democracia.
-Hay quienes sostienen que eso lo tiene Venezuela.
-La normalidad no se decreta. Las variables y estándares internacionales así lo muestran.
-Aquí muchos partidos y separación de poderes sostiene el oficialismo. Lo afirma porque hay gente del Gobierno presa.
-A esas personas les pregunto: ¿Qué se entiende por pluralidad de partidos, participación ciudadana. Miremos esta cifra: En 2015 había 60 partidos políticos y hoy apenas hay alrededor de 17 organizaciones legalmente aceptadas.
-Cuáles son las características que deben reunir el CNE y las elecciones para que sean creíbles y confiables.
-Quienes hablamos sobre el tema electoral generalmente vamos a los procesos. La designación del comité está parada porque la oposición exige que la designación sea en la AN.
-¿Necesariamente debe ser en el parlamento?
-Sí. Ese sería el gran logro de la negociación política. Sería la gran práctica democrática que exige el acuerdo de las dos terceras partes de la Asamblea Nacional y eso no es posible cubrirlo desde el Tribunal Supremo de Justicia. Es necesario el entendimiento político para avanzar hacia algo más estructural e indispensable que es la gobernabilidad.
-Al mirar el tema CNE… ¿basta con renovar la directiva y sus suplentes?
-Sería cauta en eso. Todo puede ser progresivo. El CNE es muy grande y hay algo a favor de los funcionarios técnicos que allí están. Su formación es exclusiva y excluyente. El funcionario se forma de allí y tiene la experticia. No se puede confundir a quien está en su trabajo técnico con quienes toman las decisiones en el organismo. El sistema automatizado es un logro del país. Cuando se habla de fraude, no hay fraude sin prueba. Se debe hablar de ventajismo, discresionalidad, inequidad.
-¿Fraude y trampa no es lo mismo?
-No hay fraude sin pruebas de que se alteraran las cifras. Lo que sí es cierto es que hay malas prácticas que desmoralizan al elector. La desmoralización del voto va en picada y puede ser peor. Hay que impedir que se rompa el principio de un voto un elector y eso se perdió con la elección de la Constituyente.
-¿Cómo se resuelve el tema de la confrontación que impide la negociación de una salida política?
-Creo que para el nivel de conflictividad y de polarización que vivimos se requiere la facilitación internacional. Al contrario de lo que piensan muchos hay que aprovechar los aprendizajes de las experiencias como la de República Dominicana, barbados y la propia mesa de Diálogo Nacional.
-¿Cual es principal enseñanza?
-Que se debe ser inclusivo. Deben participar todos. Eso ha sido un error en las anteriores experiencias. Debe plantársele al Gobierno un negociador que lo confronte y que le plantee un juego distinto y una posibilidad de alternabilidad cierta. No hay nada más antidemocrático que un Gobierno escoja su oposición, pero es indispensable que esa oposición actúe pensando en todos los factores que quieren un cambio en el país.
-¿Y los militares?
-Tiene que haber un representante de la seguridad y defensa del país que garantice la gobernabilidad. Tiene que haber una negociación con un compromiso para cumplir los acuerdos y asimismo garantizar la gobernabilidad después de que termine el proceso.
-Usted ha hablado de una comisión de alto nivel que acompañe al CNE.
-La confianza está resquebrajada. En la designación CNE no puede recaer todo el peso de la resolución del conflicto. Incluso por ellos necesitan garantías. Por eso las fuerzas políticas deben acordar ese compromiso de gobernabilidad para lograr la estabilidad del país, por eso debe crearse esa instancia de entendimiento político que medie en una situación de conflicto.
-¿La ecuación Guaidó es un obstáculo para abrir paso a la negociación?
-Maduro sigue allí. Guaidó sigue allí. No se han podido aniquilar. Cada una de las partes privilegiaron sus máximos en la negociación y por eso el conflicto no se resuelve. Mientras, no cesan la crisis económica, lo humanitario, la migración sigue, los más vulnerables están en casi una esclavitud moderna. Toda política debe ser revisada y tiene que atenderse a la sociedad que está harta de una polarización fracasadas en dónde nadie es capaz de capitalizar lo que siente esa sociedad cercada por estos sectores polarizantes que defienden sus agendas. Que no le hablaron a la sociedad. Le hablaron a sus audiencias.