Al menos cuatro estados de Venezuela, de los diez ubicados frente al mar Caribe, están afectados por esta invasión, extendida, según cifras de proyecto Unomia, en 78 puntos diferente
Un coral llamado «unomia stolofínera», originario de Indonesia, invade silenciosamente la costa de Venezuela desde hace casi dos décadas, pero su rápida propagación ha comenzado a alterar actividades humanas como la pesca y el turismo, un problema que amenaza con extenderse por todo el Caribe.
Esta especie exótica, sin depredadores naturales en las aguas caribeñas, ha colonizado miles de metros cúbicos en las zonas costeras de Venezuela, por lo que el ministro de Ecosocialismo (Medioambiente), Josué Lorca, habla de una «pandemia biológica», pues el invasor mata a los corales pétreos y va imponiendo su tono oscuro en los fondos marinos.
Ante ello, el Gobierno venezolano, con ayuda de la FAO, trabaja en la estandarización de protocolos para el control y manejo de este coral blando, para lo que ha reunido a biólogos, ecologistas e investigadores en general, algunos de los cuales califican la situación como un «desastre ambiental».
Un problema del Caribe
En entrevista para EFE, el biólogo marino José Grieco, coordinador de la organización ecologista Proyecto Unomia, es «primera vez que se presenta» en Venezuela la proliferación descontrolada de una especie exótica, especialmente «de la magnitud que ha tenido» esta «invasión atípica».
«Ya no es un problema de Venezuela, ya esto pasó (de nivel), esto es un problema del gran Caribe, porque ya allí está, en Cuba está, se presume que está en República Dominicana y en Puerto Rico ya está también, entonces esto llegó para quedarse», aseveró el buzo, que ha estudiado la especie durante años.
A su juicio, «la estrategia (de combate) tiene que ser orientada a la mitigación», un plan en el que coincidieron prácticamente todos los investigadores que se reunieron en Anzoátegui (noreste), donde firmaron, junto al Ejecutivo y la FAO, un compromiso para crear y aplicar un «protocolo general que evalúe y supervise los métodos de control».
El objetivo, adelantó Lorca, es «generar una metodología uniforme entre todos» para «atacar el problema de manera integral, y que sea ejemplo para otros países».
Al menos cuatro estados de Venezuela, de los diez ubicados frente al mar Caribe, están afectados por esta invasión, extendida, según cifras de proyecto Unomia, en 78 puntos diferentes, en los que la colonización está empezando o ya ha acabado con corales duros, a los que les robó la entrada de luz.
En busca de soluciones
Los investigadores han sugerido diversos métodos para mitigar esta pandemia, entre ellos la colocación de mantos sobre el coral -impregnados de un biorremediador-, lo que mata a la unomia en unos tres días, tanto por privarla de la luz como por la especie de veneno que contiene el plástico con que es cubierta.
«Es una técnica como para ir limpiando el patio de la posada», reconoce la creadora del protocolo, Sinatra Salazar, profesora de la Universidad de Oriente (UDO), que apuesta por la coordinación, entre el Estado y pescadores, para masificar la puesta en práctica de este o de cualquier método que sirva para controlar al invasor.
La investigadora remarcó que este animal «ha conseguido las condiciones ideales» para reproducirse, ayudada también por la emergencia climática que, explica, «ha cambiado esa química de las aguas y las temperaturas», lo que favorece la supervivencia de los corales blandos sobre los pétreos, predominantes en la región.
Con otro enfoque, la organización Unomia Solutions ha creado varios dispositivos, entre ellos un robot que camina por el fondo marino y va erradicando al intruso o mangueras de extracción que logran sacar el problema del agua. En ambos casos hace falta aumentar la velocidad de estos prototipos, según reconoce la mente detrás de estos inventos, Jorge García.
Para el ingeniero, que asegura haber buceado unas mil horas en sus investigaciones sobre esta especie, el «objetivo central es conservar los corales» duros, si bien reitera que el país se enfrenta un desafío enorme que hay que «atajar a tiempo», con ayuda de la tecnología y de un trabajo coordinado.
Bajo esa premisa, la FAO aprobó una contribución de 5.900.000 dólares para el plan de control de la «Unomia stolonífera», que será canalizada a través del protocolo conjunto que liderará el Ejecutivo, con ayuda de científicos y otras partes con incumbencia.