Son la cuenta cardiovascular y la cuenta muscular, explica esta experta en medicina deportiva que invita a las personas a sacar tiempo para garantizar una mejor calidad de vida
Derrotados por la vida moderna, los seres humanos se sientan, se acuestan y descartan el movimiento, el sudor y la actividad física. Ethy Oziel, experta en medicina deportiva, ha asumido como misión de vida derrotar el sedentarismo. Y cuando alguien le replica que no tiene tiempo para hacer ejercicio, ella reta a ese alguien a que pronuncie esa frase en voz alta. Ese método no falla, afirma.
Tantos años de promoción de la actividad física, tantos años de lecturas y actualizaciones han ayudado a Oziel a crear el concepto de las «cuentas de ahorros» del ejercicio.
Moverse no es lo mismo que hacer ejercicio, aclara. «Si caminas tres kilómetros para llegar a tu oficina, eso ya no cuenta como ejercicio. Para el cuerpo eso ya es normal. Es como levantarse y cepillarse los dientes». Aunque ese movimiento «siempre aporta» hay que pensar siempre en algo extra, en algo que no es lo normal.
«Debemos tener dos cuentas de ahorro. Una cuenta cardiovascular, para la prevención cardiovascular; y una cuenta de prevención de sarcopenia, porque el ser humano, después de los 20 años, comienza a perder músculo, y se pierde un porcentaje por año, que al principio no lo sientes, pero después te pesa», describe.
En la primera cuenta, la cardiovascular, hay que «depositar» 150 minutos cada semana como mínimo «para prevenir diabetes, hipertensión obesidad, colesterol y enfermedades crónicas no transmisibles». Puede ser con actividades como caminar o trotar, bicicleta en la calle o en bajo techo, natación y remo.
La nueva propuesta de la Organización Mundial de la Salud (OMS) es activarse todo el tiempo que se pueda durante cada jornada. «Una caminata rápida cerca de la oficina, por ejemplo. Como puedas, como sea, pero dame el tiempo», detalla Oziel. El ejercicio genera endorfinas, que son adictivas, y cada vez «vas a querer más», señala.
En la segunda cuenta, la muscular, se necesitan «tres horas, como mínimo, de actividades resistidas. Lo ideal es hacerlo con pesas, pero la persona puede empezar con su propio peso. Son los ejercicios funcionales», ilustra. Esto se puede hacer en la casa o en la oficina, o acudir a un gimnasio.
A estas cuentas de ahorro hay que sumarles desde los 20 años por lo menos. Pero, como lo resalta Oziel, el ejercicio debería formar parte de la vida familiar rutinaria. «Lo deben ver los hijos en sus padres y sus madres para que entiendan que es natural».
Claro, hay que recordar -y así lo hace esta gran embajadora del ejercicio- que para formar un hábito se necesitan 66 días: «Tienes que mantenerlo durante 66 días corridos para mantenerlo. Si pierdes dos días se perderá la cuenta. Si lo haces 66 días el cerebro ya no lo discutirá».
El ejercicio, insiste, es para ti, porque «forma parte de los cuidados que te das a ti mismo. Igual que inviertes en productos para el cabello, para proteger la piel, también debes invertir en el ejercicio». Las razones son clarísimas: «La salida fácil es no hacer nada. ¿Quién quiere vivir limitado porque se siente cansado si sube un piso, si no puede cargar las bolsas del mercado? La calidad de vida se ve afectada».
Sedentarismo «es sinónimo de envejecimiento prematuro», de pérdida de salud, de muerte temprana. «Es como poner el reloj a andar acelerado, perdiendo masa muscular, perdiendo capacidad cardiovascular, perdiendo capacidad respiratoria».