La destrucción muscular masiva como consecuencia de politraumatismos o quemaduras libera una sustancia que tapa los riñones y causa la muerte
Oficialmente el fallecimiento del capitán Rafael Acosta Arévalo, muerto el pasado 29 de junio, bajo custodia del Estado -presuntamente en la Dirección de Contrainteligencia Militar (Dgcim)- se derivó de un politraumatismo generalizado. El resultado de la necropsia oficial, difundido por el periodista Eligio Rojas, reza: «Edema cerebral severo debido a insuficiencia respiratoria aguda, debido a rabdomiólisis por politraumatismo generalizado».
El edema cerebral es la acumulación de líquido en el cerebro. La rabdomiólisis «es la descomposición del tejido muscular que ocasiona la liberación de los contenidos de las fibras musculares en la sangre. Estas sustancias son dañinas para el riñón y con frecuencia causan daño renal», según la definición del portal Medline Plus.
Pero más allá de los términos médicos, ¿qué debe interpretarse de ese resultado?
«La destrucción muscular masiva por politraumatismos o quemaduras libera mioglobina (proteína que transporta oxígeno). Esta, literalmente, tapa los filtros renales. Sobreviene insuficiencia renal aguda (por necrosis tubular aguda), graves trastornos hidroelectrolíticos (desequilibrio entre el agua y los electrolitos) y muerte», detalló una fuente consultada por Contrapunto.
«Esto se acompaña de acidosis metabólica (producción de exceso de ácido), falla de múltiples órganos y muerte», agregó.
Si presuntamente al capitán lo golpearon y lo quemaron bajo custodia del Estado, entonces ese cuadro que le causó la muerte es consecuencia de las torturas y tratos crueles propinados durante «horas o días continuos» mientras estaba preso, subrayó la fuente.
Algo similar sucede «en personas sometidas a marchas forzadas (ocurrió frecuentemente en reclutas), ejercicios intensos y sostenidos, quemaduras masivas, víctimas de aplastamiento en terremotos y accidentes, e incluso, escaladores».