En el segundo día de su ruta internacional, familiares de presos políticos en Venezuela acudieron a la Embajada de México con la esperanza de que la administración mexicana interceda ante el gobierno venezolano.
Yovanka Ávila, hermana del detenido Henryberth Rivas, junto con otros familiares, expresó la urgencia de una mediación que permita garantizar la libertad y condiciones humanitarias para los detenidos.

«Venimos a la Embajada de México debido a que hemos asistido a las instituciones nacionales para buscar vías de reunirnos con representantes del Estado y no hemos conseguido una mesa de conversación», declaró Ávila, quien destacó la falta de respuesta por parte de las autoridades venezolanas tras numerosas denuncias realizadas ante el Ministerio Público.

Denuncias y preocupaciones por condiciones carcelarias
Los familiares de los presos políticos sostienen que sus seres queridos han sido víctimas de detenciones arbitrarias y desapariciones forzadas, y han denunciado en reiteradas ocasiones las deficientes condiciones carcelarias.
«La situación en el centro de reclusión Rodeo I es particularmente alarmante debido a la falta de acceso a agua potable, la escasez de alimentos y la desatención médica», según Ávila.

«El deterioro de su salud es significativo. Ya han habido muertes bajo custodia, y eso es lo que queremos evitar con el resto de nuestros familiares», advirtió Ávila, resaltando la urgencia de medidas que mejoren las condiciones dentro de los centros de detención.
Un llamado a la solidaridad internacional
La comitiva también hizo énfasis en la dimensión internacional del problema, señalando que en los centros penitenciarios venezolanos hay detenidos extranjeros, incluidos ciudadanos mexicanos. Por esta razón, instaron a la embajada de México a utilizar sus políticas diplomáticas para facilitar una solución pacífica y humanitaria.

Además de las dificultades enfrentadas por los presos políticos, los familiares han denunciado acoso y persecución por parte de las autoridades, lo que ha afectado su bienestar psicológico. «Nos quieren hacer sentir miedo para que no alcemos nuestra voz por quienes están detrás de las rejas y no pueden hablar», lamentó Ávila.

El grupo sigue a la espera de una respuesta concreta por parte de la embajada mexicana y de las autoridades venezolanas, con la esperanza de que sus denuncias sean escuchadas y se tomen medidas para detener las violaciones de derechos humanos que han venido documentando.