El apagón de Whatsapp dejó a los venezolanos incomunicados porque esta es la principal plataforma de mensajería del país, explica el profesor León Hernández, integrante del equipo coordinador del Observatorio Venezolano de Fake News. Para los emprendedores venezolanos que ofrecen bienes y servicios por Instagram el lunes #4oct fue un día perdido, subraya Arnaldo Espinoza, periodista especializado en la fuente de tecnología
Parecía una falla de internet, un error temporal. Pero con el correr de los minutos se supo qué ocurría: una caída de Facebook, que también tumbó a Whatsapp y a Instagram y que hizo de este lunes un día de blackout.
Es “una de las caídas históricas más grande en estos 30 años que llevamos conviviendo con el internet”, explica Arnaldo Espinoza, periodista especializado en la fuente de tecnología.
Grave, gravísimo para Venezuela si se toma en cuenta que en el país, así como en América Latina, “Whatsapp es la principal plataforma de mensajería, es una de las cinco Apps más populares en el país y ha servido para mantener conectada a una población a lo interno, pero también a lo externo, ya que hay una diáspora amplia y amigos, familiares y vecinos se comunican sobre asuntos de la vida por esa vía”, evalúa el profesor León Hernández, integrante del equipo coordinador del Observatorio Venezolano de Fake News.
“La falla en Facebook se produce por dos razones. La primera es una desaparición de los DNS de Facebook: son las direcciones de los servidores” y “un cambio en las direcciones de enrutamiento, que instruyen cómo llegar a esos servidores”, describe Espinoza. “Podríamos decir que Facebook se borró a sí mismo del internet. Eso fue lo que pasó el lunes. Es un evento raro, pero por ahora, y con base en el comunicado de Facebook, que dice que es un error de configuración, es lo que podemos confirmar hasta ahora”.
El mundo, también Venezuela, estuvieron sin servicio unas seis horas y media. “De las 11:40 de la mañana, hora de Caracas, hasta las 7 de la noche”, refiere Espinoza. Hacia las 9 de la noche los servicios ya estaban estables.
Los venezolanos, sin Whatsapp, quedaron huérfanos. “El peso de Whatsapp en Venezuela es alto y su impacto no solo se aprecia en lo laboral; en lo vital, sobre todo”, apunta Hernández. Lo usan “las señoras que atienden las labores domésticas y que así se comunican con sus hijos y madres en el exterior”, profesores, trabajadores, estudiantes. El Whatsapp enlaza envío de insumos médicos, difunde ofertas de servicios. “Ante unas líneas de teléfono colapsadas esta plataforma se ha vuelto imprescindible”.
Whatsapp, en “un ecosistema de medios restringido como el venezolano”, enfatiza, “es una vía para la circulación de comunicación legítima entre personas y grupos, pero también para campañas de desinformación con interés político, ideológico, delincuencial y largo etcétera”.
Encima, también se registraron fallas en Telegram. “Mucha gente migra de Whatsapp a Telegram porque requiere de un servicio de mensajería. El plan B de mucha gente es Telegram. Entonces tenías mucha gente que tenía mucho tiempo sin conectarse, conectada a Telegram. Eso satura los servicios, que no estaban preparados para una contingencia así”, describe Espinoza. Además “tienes mucho tráfico de datos en web, y en general muchos servicios se ralentizaron porque se siguen haciendo peticiones a Facebook”, a un Facebook que no está disponible, “y eso es tráfico que va taponando algunas avenidas”.
Emprendedores a oscuras
La caída del servicio durante más de seis horas dejó a los venezolanos “más aislados de lo habitual, acostumbrados como estamos a comunicarnos y compartir información de medios digitales e influencers por esa vía”, indica León Hernández. Mientras estuvo ausente la población se comunicó “con dificultad diversa; en lo interno, con SMS y llamadas, pero de manera irregular”.
Hay un impacto sobre el cual llama la atención Arnaldo Espinoza: el que sufrieron quienes montaron sus emprendimientos y los promueven exclusivamente en redes sociales. “Hay muchos emprendimientos que dependen casi exclusivamente de servicios de Facebook; que tienen sus catálogos de venta en Instagram y hacer servicios de atención al cliente vía Whatsapp, o Whatsapp business”, describe. Para esos emprendedores la jornada del lunes 4 de octubre fue complicada.
Las personas volvieron, por algunas horas, a las llamadas telefónicas, a tomar nota, ilustra el periodista. Los emprendedores no tuvieron esa oportunidad. “Fue un día de trabajo perdido, nadie a quien reclamarle porque son servicios gratuitos, con pérdidas”. Igual que se han restado días de trabajo por los apagones, compara, “este fue un apagón tecnológico para estas empresas”.
Quedan algunas lecciones de este día de apagón. Para los emprendimientos, expone Espinoza, preguntarse “cuál es mi verdadero plan A: ¿Quiero seguir dependiendo de un servicio gratuito en el que este tipo de eventos me deje sin trabajo? ¿Cómo busco tener más control?”. Hay opciones, como las páginas web, canales de comunicación independientes de Whatsapp, comunicación vía SMS, comunicación por Telegram. Para las personas, es la oportunidad para pensar cómo se están comunicando, qué tan dependientes son de estas plataformas “y dónde podamos cortar este cordón de dependencia”; igualmente, para replantearse las vías de comunicación entre las familias. “Hay reflexiones para todo. Esto es un cable a tierra; después de la digitalización obligada de 2020 por la COVID-19 es un cable a tierra: algunas cosas se deben hacer en el mundo físico”.
Nos coloca “ante el espejo de lo ineficiente de nuestra propia infraestructura comunicacional doméstica, que entre otras, imposibilita las llamadas al exterior”, subraya Hernández. “Nos dice nuestra vulnerabilidades informativas y comunicacionales. Nos habla de la necesidad de otras vías ante las emergencias”.
Instagram, Facebook y Whatsapp, concluye, “nos resultan imprescindibles en un contexto económicamente deprimido y comunicacionalmente deteriorado”.