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jueves, 05 diciembre, 2024
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Ociel López: El desgaste del Gobierno de Maduro permitió que los sectores populares reconocieran el liderazgo de alguien de la élite

Texto, fotos y videos: Vanessa Davies

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«Creo que el chavismo, en la oposición, tendría una bombona de oxígeno. O te vas extinguiendo o te vas reflotando de diferentes maneras. ¿Cuántos años tiene el peronismo en Argentina?», se pregunta el sociólogo y autor del libro «Elecciones en Venezuela 2024: ¿Qué pasará? Escenarios probables y sus causas»

«Son las 9 de la noche del 28 de julio. El candidato está en su despacho, esperando impaciente el resultado del Consejo Nacional Electoral. Su contacto con la oficina de totalizaciones del ente le toca la puerta y entra a informarle el resultado, ya irreversible, que todavía no se ha hecho público. El resultado es inequívoco. Ha perdido las elecciones por un margen suficiente. Ante eso solo tiene dos opciones sobre la mesa. Llama a su contendor para felicitarlo y ponerse a la orden, o declara nulo el procedimiento y desconoce el resultado». No es un texto profético de Gabriel García Márquez, sino la página 11 del libro «Elecciones en Venezuela 2024: ¿Qué pasará? Escenarios probables y sus causas», del sociólogo y analista venezolano Ociel López.

El análisis de López puede resultar incómodo para todos: «Trata de alejarse de la propaganda, analizar en frío. A la campaña, a los candidatos, les falta mucha ciencia», explica en entrevista con contrapunto.com. «La semana pasada cerró en alta, y esta semana ves recogiendo los vidrios» con «discursos más atemperados»: Edmundo González habló «como al principio», Maduro se refirió a Biden en un tono más respetuoso, Lula Da Silva «se metió a jalar orejas». Es decir, «hubo un cierto apaciguamiento para la tensión que hubo la semana pasada, cuando Maduro comenzó a hablar de guerra civil o baño de sangre, el discurso de la oposición se volvió más insurreccional». Parece que ninguno de los dos puede hablar de cambio de gobierno.

Considera que hay una derecha extrema como la de Milei en Argentina y Bolsonaro en Brasil, y «está tomando el control de la oposición». Esa derecha «no viene a respetar las formas, ni las partes, ni a respetar al otro, sino a ponerlo como una patología. Poner al chavismo como una patología, y también al gobierno, lo que va a hacer que la idea de transición sea conflictiva e, incluso, se pueda deshacer».

López plantea «empezar por lo central: es muy difícil que en el gobierno alguien que tenga orden de captura desde Washington entregue cándidamente su cabeza y la de su familia. Creo que ahí está el principal escollo».

-Parece que nadie está preparado para reconocer al otro.

-Exactamente. Podría preguntarse alguna gente: ¿Para qué vamos a elecciones? Ciertamente el proceso democrático venezolano desde la década de los 40 del siglo pasado, salvo algunos momentos, ha sido protagónico, y hay que defenderlo y mantenerlo como escenario en que la gente se pronuncia y tiene una voluntad determinada.

Hace dos meses, señala, nadie imaginó que el país iría a elecciones «en las que habría dos competidores fuertes, que esos dos competidores podrían estar por el país y hablar por canales de televisión; eso no lo imaginamos. En cierta forma la tensión que se ha vivido en los últimos días es que la gente está despertando, sí hay una campaña, sí dejaron que Edmundo llegara al final, no inhabilitaron más tarjetas y hay unas elecciones que al chavismo y a la oposición le molestan por igual cuando uno dice que son competitivas: al chavismo, porque se siente ganador indiscutible; y a la oposición, porque dice que no son competitivas por las inhabiltaciones. Digamos que es un proceso competitivo porque cualquiera de los dos podría ganar. Ese escenario ya es interesante, porque es político. Es muy tenso, pero es político. Es la vuelta a la política después de muchos años. Desde 2015 no había habido política electoral en Venezuela por las abstenciones, por la situación general que hubo, y no tenemos presidenciales competitivas desde hace 11 años, lo que para Venezuela es demasiado».

-Eso no quiere decir que reconocerán el resultado.

-Pero que hayamos llegado al momento en que el CNE debe decir algo ya es bastante. Por otro lado, el sector de María Corina Machado nunca ha aceptado una derrota electoral, ni cuando perdía por 20 puntos. Es un sector muy radicalizado, que ha construido ese relato de que le hicieron trampa y de manera irracional: nunca con pruebas, con nada, sino con una soberbia de clase exacerbada y muy poco política. Las clases altas venezolanas quedaron excluidas de los procesos políticos, y se les dio su ministerio de hacienda, donde no tenían que hacer política. Esta nueva camada de dirigentes entra en la política, pero sin la preparación que tiene la burguesía, la oligarquía colombiana, que tiene 100 años en el gobierno, las familias más importantes tienen su presidente, sus escuelas; es decir, hay una formación para entrar en la política y en los cargos públicos. La clase alta venezolana no ha tenido esa experiencia, y eso hay que tomarlo en cuenta a la hora de negociar, porque no están acostumbrados a la negociación política. Ese ha sido un mal que los ha acompañado, y que en este momento se vuelve más peligroso porque tienen mucha más fuerza. El debilitamiento del chavismo, el desgaste del gobierno de Maduro terminó permitiendo que los sectores populares reconocieran el liderazgo de alguien de la élite, y eso es algo que no había ocurrido en Venezuela.

-¿No había ocurrido nunca?

-Desde que existe la política electoral, 1945, los adecos hegemonizaron la política. Los adecos fueron una revolución política popular, se conformó un partido policlasista en el que el sector popular era la gasolina y el cerebro. Significaron un cambio en la política y dejaron que las clases altas participaran de una determinada manera. A la clase alta le interesó tener un par de partidos que controlaran la situación política y el ascenso de masas, y nunca tuvieron apuestas exitosas en el lado de la política.

-¿El desgaste era evitable?

-De cualquier manera iba a ocurrir un desgaste, pero el gobierno se fue despopularizando, se fue cerrando, se fue convirtiendo en una clase. Es lo que se puede leer como burocracia, como una clase política que se va encerrando, se va desconectando, y comienza a funcionar de manera que no le importan los intereses de las clases populares que la pusieron allí. Si además no ha tenido que ir a un acontecimiento electoral, una encrucijada en la que la gente pueda decidir, se va apoltronando cada vez más. Si el chavismo ganaba era con las elecciones como algo político. En cambio, en estos años se ha cerrado más como clase, la clase política se va volviendo una clase económica, y eso, en un proceso igualitario y popular, va a resquebrar y traer resquemores. Eso ocurre en todos los procesos de este estilo. Hay que sumar que la agresividad de Estados Unidos contra el gobierno de Venezuela ha aislado mucho más. Su única preocupación de mantenerse en el poder, por las amenazas constantes que tiene, hace que los líderes políticos dejen de hablarle a la gente y comiencen una pelea contra un adversario más poderoso.

-¿Esa voluntad de los sectores populares va a ser un «embarque»?

-Tenemos que esperar el 28 para evaluar si esa estrategia de las clases altas por medio de María Corina tiene el efecto real electoral, Hay muchas cosas que no conoce nadie. Primero que nada, no ha habido censo. ¿Cómo sabes el padrón electoral realmente existente? Eso no lo sabe nadie. Nadie sabe cuántos venezolanos podemos votar, y eso cambia mucho el juego, porque con una abstención más alta Maduro podría ganar. Veremos el domingo si la estrategia de las clases altas fue exitosa, y en esos lugares donde fue exitosa es un acuerdo pragmático, del momento. Hay una apuesta por el cambio. Hace cuatro años era Guaidó, antes era Capriles, era Leopoldo. Va pasando, uno tras otro, y no quiere decir que pueda mantenerse. María Corina podría caer en pocos meses tanto como lo hizo Guaidó. O como está Leopoldo López. También hay que evaluar que el gobierno le permitió a ella jugar sola. En algún momento la habilitó, luego la inhabilitaron. Le fueron dando cierto oxígeno que ha sido un bumerán, porque ella ha logrado relacionarse con los sectores populares.

-¿Esos sectores populares se van a «embarcar» con ella?

-Seguramente una parte sí, pero eso es lo veremos. Se sabrá el resultado en el grado de adhesión que haya podido tener, y su capacidad para endosárselo a Edmundo.

-¿Por qué al chavismo le cuesta tanto aceptar no estar en el gobierno?

-Uno podría hablar desde trazas ideológicas hasta la forma como el mismo Chávez planteó la política en su momento. Pero diría que el tema de las sanciones cobra especial vida. No es lo mismo dejar el gobierno si estás sancionado, si tu cabeza tiene orden de captura, y la de tu familia. Esa parte hay que evaluarla.

-¿Sin sanciones el chavismo entregaría?

-Creo que sin sanciones hubiera más posibilidades de cuadrar un proceso de entrega menos conflictivo, o un proceso en el que no fuera tan radical la postura. Siempre es la idea de vamos a ganar versus la idea de no van a entregar. Ese choque es el que genera la crispación. Creo que el chavismo, en la oposición, tendría una bombona de oxígeno. O te vas extinguiendo o te vas reflotando de diferentes maneras. ¿Cuántos años tiene el peronismo en Argentina?

La oferta electoral en esta campaña no se materializó, estima López. Ni el chavismo, ni la oposición, la hicieron, en temas clave como la educación. «Como que no estaban preparados para la coyuntura, es lo que a veces pareciera».

-¿Cómo se destranca el juego?

-Hay algo que sí va a pasar, con certeza, y es que la noche del 28 uno de los dos candidatos, al que le dicen que perdió, va a tener que decidir si hace un llamado a la violencia o si reconoce el resultado, llama a su contendor y le dice «ganaste». Eso lo iremos sabiendo en la medida en que se sepa el resultado, porque si el resultado es muy próximo, ya sabemos quién ganó; si se tarda, sabemos que hay problemas y hay negociaciones. Lo mejor para el país es que uno de los dos diga «perdí» y a partir de allí la gente dirá «hago mi vida». Pero que además de la situación que hay, que la política sea un factor de enfrentamiento, de acabar con la cotidianidad, eso no lo quiere nadie.

-¿Lo mejor para el país es que Maduro diga «perdí» o González Urrutia diga «perdí»?

-Es lo que podría pasar. Ya la gente dirá «con la educación veré qué hago».

-¿De qué va a depender ese reconocimiento?

-Del resultado. De lo holgado del resultado, porque si está trancado, se va a cerrar todo el juego. Hay muchas cosas que presionan, pero el sujeto tiene un momento de decisión y en ese momento es realmente libre; es como un tornillo suelto en la estructura.

«Elecciones en Venezuela 2024: ¿Qué pasará? Escenarios probables y sus causas» está disponible en Amazon y en la página web eleccionesenvenezuela2024.com.

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