La bandera negra con el escudo de AD ya va rodando por las calles en la precampaña electoral. Los promotores de la tarjeta Adelante necesitan una buena estrategia para justificar el uso del color negro, explica el politólogo y consultor Pablo Quintero
Los de Acción Democrática (AD) son casi ochenta años de historia marcados por un color: el blanco. Pero no todo ha sido de color claro. Uno de los toletes de una AD dividida participó, en las elecciones de 1963, con una tarjeta negra; lo encabezaba Raúl Leóni. El otro sector, liderado por Raúl Ramos Jiménez, usó una tarjeta plateada. Leoni se alzó con la victoria.
Esa historia parece que se repite en el presente, cuando la tarjeta negra vuelve a la calle en medio de nuevas divisiones en el partido y de la disputa entre los líderes Henry Ramos Allup y Bernabé Gutiérrez. Por decisión del TSJ el secretario general del partido es Gutiérrez. Pero el Consejo Nacional Electoral anunció, el pasado 29 de junio, el visto bueno para que la organización Adelante participe en los comicios del 21 de noviembre. Es decir, «la negra» de AD.
En un recorrido realizado el sábado en zonas de Caracas, el dirigente opositor Juan Guaidó estuvo acompañado por militantes que llevaban banderas negras con el escudo y el lema de los adecos: “Por una Venezuela libre y de los venezolanos”. Y no es la primera vez que ocurre en estos días de precampaña electoral.
Del presente, al pasado, y de ayer, a hoy. “En 1963 la tarjeta negra le permitió a AD recuperar la tarjeta blanca”, explica el profesor e historiador Héctor Acosta.
¿Puede ser así en el presente? “Los adecos siempre se han identificado con una tarjeta blanca”, subraya el politólogo Pablo Quintero, consultor político y asesor de comunicación.
En esta lucha entre la blanca y la negra entran en juego comunicación política, simbología política y psicología del color, señala. “En un contexto de campaña electoral los colores juegan un papel fundamental, porque nos identifican, mueven emociones y tienden a representar los valores más importantes de una organización política”.
AD se identifica por el color blanco, que “representa pureza, unidad, tranquilidad; evoca unos valores y unas emociones que identifican al adeco”. Por eso surgen frases como “en el cielo se vota blanco”, “la sangre adeca es blanca”, “vota blanco”.
El voto duro adeco “conoce a AD por el color blanco, no por el negro”, puntualiza Quintero. Una tarjeta negra “puede generar disrupción al momento de ejercer el voto”, porque generalmente la gente vota por imágenes, por colores, “por cosas que ya ha visto, y la gente recuerda la tarjeta adeca blanca; no asimila, no asocia el color negro con AD”. El voto que no es duro “puede confundirse”.
Este planteamiento de Quintero fue corroborado por un dirigente de AD, que afirmó que la militancia adeca votará por la tarjeta blanca y no por la negra “porque el adeco vota blanco”.
En la psicología del color, explica Quintero, el negro significa seriedad, poder. “No tiende a utilizarse en campañas electorales” sino en protestas, como ha ocurrido en movilizaciones. “Habría que ver cuál va a ser la narrativa, el encuadre discursivo de la campaña de los adecos de la tarjeta negra, ver cómo encuadras el negro en una campaña para incentivar el voto” y, además, con un llamado a la unidad. Necesita una buena estrategia que justifique por qué una tarjeta negra. “El color negro puede generar simpatías siempre y cuando esté bien utilizado en el contexto”.
En los años 60 la tarjeta negra se usó solo para un proceso, detalla Acosta. A juicio de Quintero la tarjeta negra será coyuntural, solo para estas elecciones del 21 de noviembre, y es probable que más adelante se recuperen los colores originales de AD. “Los liderazgos pasan, las caras políticas se mueren, los líderes políticos fallecen y las tarjetas quedan”, recuerda.