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domingo, 08 junio, 2025
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Madres venezolanas, las heroínas de todos los días

Texto: Vanessa Davies. Fotos: José Gregorio Yépez

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No hay manual para ser mamá, y mucho menos, en el presente. «El criar a los hijos y prepararlos para partir es una realidad que enfrentan las madres en la actualidad, conocer a los nietos online, envejecer solas», señala la psicóloga Clara Astorga

Tienen visión de rayos X para saber quién está detrás del teléfono. Son brujas que pueden saber qué va a pasar con una novia o con un trabajo. Tienen detector de humo incorporado en sus pulmones. Son alquimistas, porque convierten un desastre en un ser humano esplendoroso. Y todo lo hacen sin manual y sin opción de devolución. A las madres la vida las lleva a aprender sobre la marcha y a lidiar con todos los imposibles. El Día de las Madres se habla mucho de ellas, pero son las heroínas de todos los días.

«Lo más difícil de ser madre es que no tienes el manual para llevarlos por el buen camino 100% sin cometer errores. Lo más satisfactorio es verlos cómo van creciendo, y que cada quien tome los valores que uno les ofreció», explica Bella, mamá de una mujer y un muchacho.

Para Andrea, también mamá de dos, «lo más difícil del día a día es tratar de entender, de comprender qué hay dentro de esas cabecitas adolescentes… aunque a veces provoca salir corriendo, jajajajajajajaja, y dejarlos».

No hay dos hijos iguales, recuerda Andrea. «Cada uno en su diferencia, y aunque suena cliché, las mamás, a pesar de tener súper poderes para algunas cosas, no venimos con un manual». Por eso, cuando «cada uno está en su mundo, hay que tratar de entender cuándo aceptar que están encerrados; no solo en la habitación, sino en sí mismos. Entender que hay cosas que no nos cuentan y darles la vuelta».

Si ser mamá es difícil en cualquier circunstancia, en Venezuela lo es más. «La madre venezolana se enfrenta a diario a las mismas situaciones que enfrentó siempre: levantar a la familia con trabajo para superar las limitaciones económicas, muchas veces sola. Pero ahora se suman nuevos fenómenos que complejizan su rol», explica la psicóloga Clara Astorga, presidenta de la Federación de Psicólogos de Venezuela.

«Es difícil ser mamá y papá al mismo tiempo; ser la figura que es el pilar fundamental en el crecimiento y desarrollo de cada uno. A veces uno tiene que pedir perdón por los errores cometidos, pero cuando te sientas y miras hacia atrás la bendición de esta vida es que dejé dos huellas. Tengo una bella hija y un hermoso hijo con los valores y las experiencias que les toque vivir», admite Bella.

Hay cuatro fenómenos asociados con la maternidad, destaca Astorga, que surgen en la consulta psicológica del presente. «En primer lugar, la adicción electrónica a las redes, videojuegos, etc. Rápidamente los niños quedan atrapados y vulnerables ante el mundo virtual, un mundo ajeno y muchas veces desconocido por las madres que representa riesgos para su desarrollo cognitivo, su integración social y rendimiento académico».

Otro factor, añade, «es la diversidad de género, porque anteriormente se criaba pensando en el sexo binario y ahora hemos de comprender y reconocer la diversidad sexual como una realidad».

La crisis económica ha trastocado a las familias, reitera, hasta el punto «que ha variado el plan de vida de otras generaciones, que consistía en estudiar, trabajar, comprar casa y carro, casarse y formar una familia. Aunque estudiar sigue siendo un valor, ya no es la garantía de lograr el ascenso social de tiempos anteriores». Como lo recuerda Astorga, «ahora vemos que el plan de muchos jóvenes no es establecerse y crecer en el país, sino migrar, por lo que aprender oficios suele ser su primera opción».

Esto tiene un impacto en la maternidad: «El criar a los hijos y prepararlos para partir es una realidad que enfrentan las madres en la actualidad; conocer a los nietos online, envejecer solas».

Como psicóloga, también advierte sobre el suicidio, «que es un problema de salud pública y cuyo incremento en la región de Latinoamérica ha sido reseñado como preocupante por la OMS, y que constituye una amenaza que atemoriza a muchas madres». Ese miedo se fundamenta en hechos reales: «A escala mundial, es la segunda causa de muerte de jóvenes entre 15 y 29 años».

Para Mariana lo más difícil de la maternidad no ha sido el ver partir a España a su hija menor, sino las ausencias obligadas por razones ajenas a su voluntad. «Por cuestiones de salud tuve que dejar a mi hija mayor, de 16 años, de mamá sustituta de su hermanita». Mariana buscó soluciones médicas en otro país, y la muchacha se hizo cargo de la niña. «Tengo una familia extraordinaria. Mi hermana menor fue a cuidarlas, aunque ella tenía su propia familia. Pero fundamentalmente la mamá sustituta fue mi hija mayor, que estaba comenzando la universidad, que no dejó sus actividades y tampoco le cortó a la niña las actividades que tenía. La niña siguió haciendo su vida, y la joven asumió el papel de mamá».

Mariana, militante de la izquierda venezolana, no parió por accidente, como ella misma lo cuenta. «En ambos casos lo planifiqué. Quería tener dos hijas, y tengo dos hijas que son extraordinarias, que son maravillosas. Mejor no las pude haber hecho. En algunos momentos las cosas se nos complicaron, desde el punto de vista económico. Pero eso lo compensa el tener dos personas extraordinarias contigo».

Las mamás pueden sentir que la situación las sobrepasa, precisa Astorga. «Vemos a muchas madres angustiadas, a veces abrumadas ante esta situación compleja, cuyo rol de guía muchas veces siente insuficiente. También vemos a madres más activas, buscando nuevas respuestas, ya que la autoridad no puede ejercerse de la misma manera que en otras generaciones, cuando la sola mirada ejercía control en la conducta del hijo», apunta. «Cada vez más las madres acuden a buscar ayuda profesional para comprender las circunstancias que enfrentan las nuevas generaciones».

En el pasado bastaba una mirada de la madre para que el muchacho se quedara quieto. Hoy, bromea un papá, «si lo miras fuerte te va a preguntar qué te pasa o si quieres que te denuncie».

«Para nosotros siempre seguirán siendo los niños, así tengan 40 o 50 años. Es duro, porque uno no nace con el manual del perfecto padre; uno está aprendiendo en la vida. A veces recibe encontronazos, porque uno quiere que sean la perfección sobre nosotros, pero es difícil, porque ellos tienen que crear su propia historia, tienen que vivir sus propias experiencias», señala Bella.

Las mujeres se olvidan de sí mismas por pensar en los demás. Por eso, Astorga insiste en que la principal herramienta «que toda madre tiene para enfrentar los retos que debe afrontar hoy día es su propia salud mental, que le permitirá ofrecer a sus hijos el amor y la disciplina sana que requieren para crecer y desarrollarse».

El poder «ofrecer un vínculo afectivo seguro a los hijos es el mejor regalo que podemos darles, y es a la vez la principal herramienta para disciplinar a un hijo. Un niño recibe muchas influencias durante su vida, pero el vínculo materno es el primero y más importante. A partir de esto, ofrecer una crianza consciente que implica cuidar al niño con empatía, con cercanía y con sumo respeto a su individualidad, observando y controlando los factores de riesgo que pudiera estar enfrentando en su día a día».

Es fundamental tener presente, acota la psicóloga, «que los niños han de desarrollar sus habilidades personales para sobrevivir y crecer en la complejidad del mundo que les tocará vivir, que es distinto al que nosotros conocimos».

La satisfacción de Andrea «es cuando los ves que son seres íntegros, humildes, educados enfocados y siempre un ‘mamá, bendición’, un ‘cómo te fue’, ‘te amo’, ‘gracias, mamá’… eso te llena».

Las madres venezolanas necesitan políticas públicas. «En principio, me voy a referir a dos políticas públicas que creo ayudarían significativamente a las madres en su labor de crianza. En primer lugar, las dirigidas a brindar oportunidades de desarrollo al niño; y en segundo, las dirigidas a la atención de la salud mental de las madres y sus hijos», expone Astorga.

«Toda política pública dirigida a fortalecer y cuidar a la niñez y a la adolescencia, fortalecerá la labor de una madre. Me refiero a programas sociales que ofrezcan a las nuevas generaciones oportunidades de desarrollar sus talentos con seguridad, como por ejemplo el Sistema de Orquestas, que definitivamente es un programa que ha brindado maravillosas oportunidades a muchos niños y jóvenes. Se requieren más programas como estos en otras áreas como deportes, oficios, artes», describe.

Es fundamental, igualmente, «garantizar servicios de orientación psicológica y de atención de salud mental a la población. Cada comunidad, cada centro de salud de atención primaria, cada escuela debe contar con personas formadas para brindar el apoyo psicoeducativo y especializado que requiera la población. El apoyo psicosocial y la atención a la salud mental deben ser asequibles a toda la población, especialmente a las madres y sus hijos, que son consideradas grupos más vulnerables».

Enfrentada a la migración de su hija menor, Mariana no duda en calificarla como algo muy duro. Sin embargo, ha buscado la manera de sobrellevar la ausencia. «Me comunico todos los días, la veo. Me ha ayudado mucho el progreso de las redes», agradece.

En su balance personal, ella afirma que es más lo que ha ganado, que lo que ha perdido con la maternidad. «Celebro haber parido a ese par de muchachonas que tengo», confirma. Tuvo apoyo de amigas, de mujeres cercanas. Y, a la distancia, piensa que para su mamá debe haber sido muy difícil tener una hija con actividad política de visibilidad nacional e internacional. «Con el alma en vilo, ella rezándoles a los santos» para protegerla. «Mi hija mayor vivió la militancia, y aprendió a vivir en esas situaciones en las que la ponía: hoy duermes aquí, mañana duermes en otro lado; o guardando cosas».

«Tener hijos es una trampa. Sí, hermosa, pero trampa al fin, porque no entiendes cómo llegas a amar tanto tanto a esos seres por los que darías la vida, y después se van, porque técnicamente no son nuestros. Es terrible, jajajajajaja», confiesa Andrea.

«Siempre trabajo con las madres y los padres un hermoso poema del escritor indio Khalil Gibran», comenta Astorga. Y lo comparte: «Tus hijos no son tus hijos, son hijos e hijas de la vida, deseosa de sí misma. No vienen de ti, sino a través de ti, y aunque estén contigo, no te pertenecen. Puedes abrigar sus cuerpos. Pero no sus almas. Pues ellas viven en la casa del mañana que no puedes visitar. Ni siquiera en sueños».

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