La crisis compleja obliga a las venezolanas a dedicarse, mucho más que en otros países, a los cuidados, señala la defensora de derechos humanos e integrante de Provea
Para las mujeres venezolanas la vida se ha hecho más difícil. «La situación de las mujeres venezolanas es muy precaria en cuanto a los derechos», subraya Lisette González, integrante del equipo coordinador de Provea. «La vulneración de los derechos humanos de las mujeres en Venezuela es generalizada».
Si se observan solo los derechos laborales, afirma, «seguimos viendo que persiste una gran brecha entre la participación laboral de hombres y mujeres», hasta el punto de que «las mujeres tienen casi 30 puntos de diferencia en participación laboral, y esa participación de las mujeres en el mercado de trabajo tiene unos 15 años estancada». Esto «se debe al peso tremendo que significan los cuidados; es decir, atender las labores domésticas», que aunque ocurre en otros países, en Venezuela se asocia con otros factores: «La dedicación de las mujeres es mucho mayor por la crisis generalizada que estamos viviendo, porque hay que hacer cola para la bombona de gas, hay que buscar agua, los niños no tienen clases todos los días y eso tiene efectos sobre la capacidad de las mujeres para poder tener sus propios ingresos y su autonomía».
También hay problemas en otros ámbitos, como el de los derechos sexuales y reproductivos. «Las mujeres no tienen acceso a lo que les permita controlar su maternidad, a lo que es permita decidir cuántos hijos quieren tener, cuándo los quieren tener», recuerda González.
Las mujeres presas políticas experimentan dificultades particulares, señala. «Son más de 100 mujeres que están presas. La situación de las cárceles es tremenda. En Las Crisálidas (uno de los centros) no hay suficientes alimentos, no hay acceso al agua, no se respeta el derecho como salir al sol o tener visitas. No hay acceso a la higiene menstrual que necesitan las mujeres».
González, como activista, no se queda en el diagnóstico. «Necesitamos urgentemente medidas que permitan a las mujeres generar sus propios ingresos. ¿Eso qué significa? Garantizar que haya clases en las escuelas a diario; garantizar que los niños pequeños tengan guarderías o preescolares para que las mujeres tengan un lugar seguro donde sus hijos puedan estar, y ellas insertarse nuevamente en el mercado de trabajo».
A mediano plazo se debería trabajar, indica, en la distribución de los cuidados entre hombres y mujeres: «Eso significaría repensar los permisos parentales, que los hombres tengan permiso posnatal; perspectivas de trabajo que permitan una mayor inserción de las mujeres, como centros de trabajo con guarderías o trabajos a tiempo parcial. Que las mujeres tengan más opciones para atender a sus familias y estar en el mercado laboral».
Además, y no menos importante, se debe garantizar el cumplimiento de los derechos ya establecidos, «como el acceso universal y gratuito a métodos de planificación familiar».
-¿Para las presas políticas?
-Libertad a las que están presas injustamente por disentir y mejorar las condiciones de reclusión en todas nuestras cárceles.