Desde los primeros días de abril la luz solar y un reloj de arena protagonizan las sesiones del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, ahora presidido por la Misión Permanente de Alemania
Con un reloj de arena gigante para medir los tiempos de cada una de las intervenciones, Alemania inició el pasado 3 de abril su primera reunión como presidenta de turno del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.
El embajador alemán ante la ONU, Christoph Heusgen, arrancó así su periodo al frente del Consejo de Seguridad.
De acuerdo con la misión alemana, se trata de una nueva herramienta, un reloj de arena de Turingia, Alemania, para promover métodos de trabajo efectivos con el fin de que los oradores controlen sus turnos de palabra en el Consejo de Seguridad.
El primer día de su implementación durante la sesión, el embajador Heusgen manipuló el reloj de arena, de cinco minutos y treinta segundos de duración, y felicitó a los oradores por ajustarse al periodo establecido.
Como un símbolo de transparencia, la representación alemana también propuso abrir las cortinas que habitualmente ocultaban de la luz del sol las deliberaciones del organismo.
La medida se puede apreciar en un breve video de la red social twitter de la misión alemana, al día siguiente, el 4 de abril, en una sesión del Consejo Económico y Social (Ecosoc) de la Organización de las Naciones Unidas.
Las cortinas del recinto donde se celebran las sesiones del Consejo de Seguridad de la ONU estaban cerradas desde el 11 de diciembre de 1964. Ese día un proyectil impactó a pocos metros de la sede del organismo, momentos en que el entonces ministro de Cuba, Ernesto «Che» Guevara, emitía un discurso.
El proyectil explotó en el río Este de Nueva York, lo que ocasionó que vibraran las ventanas de la sede de Naciones Unidas.