El aislamiento, similar a los que ya se aplica en Italia y en España, hace excepción para los trabajadores de la salud, seguridad, defensa, diplomáticos, y para aquellos que deban asistir a personas mayores o discapacitadas
El presidente de Argentina, Alberto Fernández, decretó el aislamiento «preventivo y obligatorio» de la población desde este viernes hasta el 31 de marzo, para detener la propagación del COVID-19.
«Es hora de comprender que estamos cuidando la salud de los argentinos», dijo Fernández en una alocución la noche de este jueves, cuando el país de 44 millones de habitantes suma 128 casos, de los cuales tres fallecidos.
Fernández, señaló que se permitirá el comercio de cercanía -almacenes, supermercados, ferreterías, farmacias-, pero advirtió que la gendarmería y la policía vigilarán a quienes circulen por las calles y habrá sanciones del código penal para aquellos que no tengan justificación.
«Vamos a ser absolutamente inflexibles. Se trata de una medida excepcional en una situación excepcional, dentro del marco de lo que la democracia permite», enfatizó el mandatario.
El aislamiento, similar a los que ya se aplica en Italia y en España, hace excepción para los trabajadores de la salud, seguridad, defensa, diplomáticos, y para aquellos que deban asistir a personas mayores o discapacitadas, así como para quienes atienden comedores escolares y comunitarios.
Funcionarán los cajeros automáticos, la recolección de residuos, el correo, y el transporte público urbano solamente para las personas autorizadas a circular.
«Se trata de evitar que el ritmo de contagio se acelere de tal manera que el sistema de salud no lo pueda atender», explicó Fernández.
Según la Organización Mundial de la Salud, Argentina cuenta con cinco camas hospitalarias por cada 1.000 habitantes, la segunda tasa más alta de América Latina, después de Cuba.
El presidente anunció que se construirán ocho hospitales modulares de emergencia.