El experto en petróleo estima que una vez estabilizado el panorama político de Venezuela, la restitución del sector podría tomar entre siete u ocho años, si se realiza una inversión anual de 25.000 millones de dólares
El economista especializado en Petróleo, José Toro Hardy, aseguró que la única manera de recuperar la industria energética venezolana es ofrecer garantías en materia de seguridad jurídica a los inversores extranjeros y una reinstitucionalización de la Nación.
«Nosotros necesitamos quitar los límites, necesitamos reactivar la industria con cuantiosas inversiones que no van a venir si no hay la seguridad jurídica adecuada», aseguró durante una entrevista concedida a Contrapunto.
Detalló que actualmente los inversionistas extranjeros «ven con mucho recelo a Venezuela», ya que durante la apertura petrolera, el país había contratado inversiones por 65.000 millones de dólares que, en caso de haberse ejecutado, hoy en día los niveles de producción venezolanos podrían estar produciendo cerca del orden de seis millones de barriles diarios (b/d). No obstante, en la actualidad cuenta con una producción aproximada de 800.000 b/d.
En este sentido, el economista señaló que dichos contratos fueron desconocidos por el Estado venezolano: «No se respetaron muchos casos. Se hicieron expropiaciones que no han sido indemnizadas, muchos inversionistas fueron a arbitrajes internacionales que ganaron y Venezuela no les ha pagado las indemnizaciones acordadas (…) ellos necesitan un panorama de seguridad jurídica mucho más amplio porque actualmente no confían» en el país.
Estabilizar el mercado mundial
Con respecto a las declaraciones realizadas por el ministro de petróleo venezolano, Pedro Tellechea, quien afirmó la semana pasada que Venezuela cuenta con la capacidad para estabilizar el mercado energético mundial, considera que las afirmaciones del funcionario son acertadas. Sin embargo, dichas bondades energéticas se ven opacadas por motivos políticos.
«Tiene toda la razón, Venezuela tiene todas las condiciones, si se resolviese ese problema (político), para transformarse -como siempre lo fue- en un elemento estabilizador de los mercados. Venezuela tiene enormes reservas de petróleo, es el octavo país con mayores reservas de gas en el mundo. Tenemos todas las soluciones, pero tenemos problemas inducidos por razones políticas que lo impiden».
Explicó que no basta solo con levantar las sanciones, ya que para lograr que se retire el marco sancionatorio internacional es necesario solucionar el resto de los problemas que registra actualmente la industria a nivel interno.
Posteriormente, una vez logrados los principales objetivos, «el país tiene que entender que debe brindar seguridad jurídica a esos inversionistas, respetar los contratos, la propiedad privada y todas esas cosas que se transforman en un obstáculo para que el país pueda desarrollar todo su potencial energético».
En cuanto a las elecciones primarias organizadas por la oposición venezolana -destinadas a la selección de un candidato único para enfrentarse al oficialismo en la elección de un nuevo presidente para el país en 2024-, Toro Hardy considera que en lugar de acelerar la escasez de combustible en Venezuela, como una forma de estrategia política, debería ser la puerta de entrada para que «se resuelvan los problemas».
«Si hay unas elecciones primarias, y después hay unas elecciones presidenciales limpias, transparentes, que la Comunidad Internacional reconozca, automáticamente se eliminarían las sanciones y el país solucionaría todos sus problemas, porque estaría en condiciones de empezar a recibir las inversiones requeridas«, explicó.
$25.000 millones por año
José Toro Hardy indicó que la recuperación de la industria energética venezolana dependerá del número de inversiones que el país sea capaz de atraer. No obstante, estima que una vez estabilizado el panorama político, y se haya alcanzado el levantamiento total de las sanciones económicas internacionales, la restitución del sector podría tomar entre 7 u 8 años, a partir de una inversión anual de 25.000 millones de dólares para alcanzar los niveles productivos de hace veinte años.
«De esos veinticinco mil millones de dólares, aproximadamente la mitad o algo más son gastos operativos que provienen de la propia existencia de la industria. Pero para que esas operaciones se den, primero tienen que haber inversiones (…) Pero en unos 8 años el país podría estar acercándose otra vez a los 3 millones de barriles (diarios)», añadió.
En este sentido, aseguró que dependiendo del resultado de las elecciones presidenciales, si llega un gobierno capaz de brindar seguridad jurídica y que entienda que se requiere el capital privado para lograr la recuperación de la industria energética venezolana, el proceso podría ser más rápido, ya que «el Estado está quebrado, no tiene ninguna posibilidad de hacer las inversiones que se requieren».
Refinerías en agonía
Recordó que las refinerías del país se encuentran en «muy mal estado», e indicó que Venezuela tenía tres grandes refinerías que en conjunto contaban con un potencial instalado de refinación de 1.300.000 b/d, además de una «enorme experiencia en materia de refinación».
Sin embargo, el panorama ha cambiado con el paso de los años, «nuestras refinerías ya no producen, sino espasmódicamente y además, a un porcentaje muy bajo de su capacidad instalada«, indicó.
Apuntó que con frecuencia se reportan accidentes, derrames, explosiones, entre otros problemas, en todas las refinerías de Venezuela, que retoman su operatividad gracias a la extracción de repuestos de otras refinerías, piezas que no son restituidas, lo que deriva en la inhabilitación de algunas maquinarias.
«Las refinerías en Venezuela son tecnológicamente muy avanzadas porque nuestro petróleo es pesado, con azufre, con muchos residuos metálicos y es muy difícil de refinar, por eso necesitamos plantas de alta tecnología (…) después de que se despidió al personal de Pdvsa nunca más ha tenido el personal con calidad y cantidad suficiente para el manejo de estas refinerías que se han venido deteriorando por falta de mantenimiento» , aseveró.
Explicó que a pesar de que en ocasiones Venezuela hace contratos con Irán, su personal no cuenta con la experticia necesaria para llevar a cabo el mantenimiento de las refinerías venezolanas, ni tienen acceso a los repuestos requeridos para recuperar nuestras industrias, por lo que se explica la inconstancia de las refinerías nacionales.
Detalló que aunque los iraníes fueron grandes refinadores, el crudo que ellos producen «es el champán de los petróleos, porque es liviano, sin residuos metálicos, sin azufre y ese es fácil de retirarlo».
En cuanto a la situación del combustible, comentó que la producción nacional es insuficiente para cubrir la demanda interna, debido a que el crudo que se extrae en el país es fundamentalmente extra pesado y «no conforma el tipo de dieta que requiere en nuestras refinerías».
Dicho producto era refinado previamente en cuatro grandes plantas mejoradoras de crudo ubicadas en el estado en Anzoátegui, «pero ya no funcionan». Por este motivo, Venezuela está importando nafta o productos condensados para mezclarlos con el petróleo nacional y por esa vía lograr una mezcla para nuestras refinerías.
«Pero el mayor problema, aún consiguiendo eso, es que las refinerías no tienen buen mantenimiento y no tienen buen mantenimiento porque no tienen el personal adecuado entonces es una especie de círculo», expuso.
Finalmente, señaló que la calidad de la gasolina en Venezuela no solo depende del origen de la nafta o productos condensados, sino también del estado del crudo con el que se mezcla a nivel interno.
«Recordemos que hoy en día no sólo se ha estado produciendo petróleos pesados, sino que antes en todos los pozos petroleros había separadores de agua, tierra, entre otros residuos. Entonces el petróleo que llegaba tenía una calidad previsible y actualmente no están funcionando», indicó.
Bajo este orden de ideas, explicó que «muchas veces el petróleo mismo está contaminado y al mezclarlo con los condensados livianos o con las naftas que se importan, el producto probablemente no tiene la misma calidad».