Eduardo Sánchez, presidente de Sinatra-UCV, pidió a policías y militares que entiendan las razones de la protesta «y que, si pueden, nos acompañen de alguna manera»
Los han llamado el «horario mosaico» y la «convención marco». Pero para las trabajadoras y trabajadores públicos que se mantienen en protesta en la calle ambos términos son la concreción de lo que han rechazado toda su vida: pérdida de seguridad laboral, precarización del empleo, eliminación de las contrataciones colectivas.
Como lo detalló este lunes Carlos Salazar, coordinador de la Coalición Sindical Nacional, el «horario mosaico» busca mantener a los trabajadores públicos en sus puestos dos o tres jornadas a la semana, para que el resto de los días se «rebusquen» como puedan.
Eduardo Sánchez, presidente del Sindicato de Trabajadores de la UCV (Sinatra-UCV), criticó que se busque firmar un contrato colectivo único. «No puede ser así, porque las realidad del trabajo son diferentes y cada cual tiene su propio contrato colectivo», explicó. A su juicio, estas dos medidas «son para afectar definitivamente a los trabajadores», y se suman al memorándum 2792, firmado en 2018, con el cual «les rasparon a los trabajadores más de 4,75 salarios mínimos como arranque». También, al instructivo de la Oficina Nacional de Presupuesto (Onapre), que según el gobierno no existe «pero sigue robando a los trabajadores».
Sánchez reprochó, por otra parte, que la Onapre no haya dado instrucciones para pagar las cajas de ahorro: «Son cuotas que pagan los trabajadores de su salario» y sencillamente «tienen dos años apropiándose de eso. Eso es apropiación indebida de fondos de terceros», pero «en este país no hay quién atienda una declaración de los trabajadores».
Reiteró que seguirán protestando por un salario digno: «La calle es el único escenario que puede garantizar la victoria de los trabajadores» porque «el que no lucha ya perdió». Rechazó el pago de un bono de 30 dólares: «30 dólares no es lo que nosotros estamos exigiendo. Nosotros estamos exigiendo un salario digno», que se libere a los trabajadores presos, que se indexe el salario, que se atiendan los reclamos de los jubilados.
La de los trabajadores públicos «es una protesta cívica», reiteró. «Cada vez que salimos hay más policías que manifestantes, pero no somos el peligro; el peligro ocurre cuando en las filas de sus propios hombres se juega la vida del uniformado que gana salario de hambre, o cuando usted sabe que en los cuarteles los familiares de los internos tienen que mandarles dinero para que coman porque están pasando hambre».
A los policías y militares les pidió que entiendan las razones de la protesta «y que, si pueden, nos acompañen de alguna manera».