Es difícil creer que en una jornada se van a resolver los problemas de los 364 días anteriores, pero comerciantes y compradores llegan al Viernes Negro con la ilusión de pasar un día entre descuentos y buenas noticias
Algunos comercios decidieron hacer una «semana black» o semana negra. Otros prometen un fin de semana de bajos precios, y no faltan los que auguran dos tandas de Black Friday. Un punto une estas iniciativas: el desquite de los consumidores y comerciantes venezolanos después de meses de cuarentena, escasez de gasolina y fallas en los servicios públicos.
Aunque el Black Friday se realizará en el mundo el viernes 27 de noviembre, los comercios venezolanos decidieron adelantarlo porque esta es semana de flexibilización. Por eso, este viernes 20 de noviembre las tiendas ubicadas en los centros comerciales, los comercios en las calles y bulevares e, incluso, los vendedores ambulantes ofrecerán descuentos para captar compradores.
El usuario venezolano llega al Black Friday con un poder adquisitivo muy venido a menos, porque el salario mínimo no llega a dos dólares al mes y eso no alcanza para nada como se dice en buen criollo. Pero el año pasado, también de crisis en el país (desde que comenzó la gestión del mandatario Nicolás Maduro la economía está en recesión), los resultados fueron notables para el comercio.
El economista José Luis Uzcátegui no tiene una gran expectativa sobre los resultados del Black Friday este año en Venezuela, aun cuando destaca que es «una costumbre importada que ha dado resultados en todas partes del mundo». La Navidad «es un motivo para hacer compras, y aunque los venezolanos superamos esa costumbre por la realidad», explica, «no hay que restarle fuerza al optimismo».
Hay gente para todo, recuerda Uzcátegui en conversación telefónica con contrapunto.com. «Tiene que haber gente pa’tó», cuentan que le dijo un torero al filósofo Ortega y Gasset. Vale igual para el Viernes Negro. «Siempre habrá alguien que tiene sus ahorritos, o la oportunidad de comprar donde más barato sea».
Por ende, el economista acota que esta jornada habrá un repunte de ventas que les dará un respiro a los comerciantes, pero no como para reducir las pérdidas de un año de cuarentena y caída del poder adquisitivo. «Es difícil que en un día pueda recuperarse un año de pérdidas».
La economía venezolana parece tener todas las enfermedades: estancada en lo productivo, regresiva en el salario, sin financiamiento externo y una moneda desaparecida. «Un país muy disperso en iniciativas, cada quien anda por su lado en lo político, lo económico y lo social». La pandemia, además, todo lo hizo más difícil y costoso.
En los años de gestión de Maduro la economía ha caído en 70%. «Trabajamos con un producto interno que se redujo a menos de un tercio, lo que hace muy difícil generar ingresos, ventas, salarios. La productividad se ha ido reduciendo por la precariedad de la infraestructura de servicios, telecomunicaciones, transporte», describe Uzcátegui.
«No soy pesimista. Creo que es posible recuperarnos, pero hay que cambiar las reglas de juego», enfatiza, y eso incluye a empresarios y consumidores. «Veo una Navidad muy difícil por toda la situación».
Es verdad que en un día no se resuelven las fallas de los 364 anteriores. Pero la ilusión no tiene horario, aunque sí, una «fecha en el calendario».