En la actualidad el país tiene 10 mil megavatios de generación disponibles, un consumo de 13 mil 500 megavatios y no puede distribuir más de 8.500 megavatios, insiste el ingeniero Juan Carlos Rodríguez, presidente de JCR Consultores
Las luces se apagaron. El Metro de Caracas dejó de funcionar. Otros servicios, como el agua, quedaron en el aire. Este siete de marzo se cumplen seis años de los mega apagones que marcaron un antes y un después en la historia reciente del país. A más de un lustro de distancia, el país sigue en pobreza energética, reitera el ingeniero Juan Carlos Rodríguez, presidente de JCR Ingenieros.
Las raíces del problema
La crisis eléctrica «tiene mucho tiempo ya», no empezó en 2019, afirma en conversación telefónica con contrapunto.com. En su opinión, comenzó en 2006 cuando se cruzaron las curvas de demanda con las de oferta de generación disponible. Desde 1998 a 2006 había una reserva operativa de casi 50%: unos 15 mil megavatios de generación disponible entre térmica (producidas por las termoeléctricas) e hidroeléctrica (obtenida del río Caroní), y un consumo de 10 mil megavatios, señala Rodríguez.
Pero «fue creciendo la demanda» por la construcción de nuevas viviendas con equipamiento y otros factores, «y esa demanda alcanzó la oferta de generación disponible». Los trabajos de generación se habían puesto en suspenso en la gestión del chavismo, y «al ralentizar las inversiones, la generación eléctrica disponible no aumentó».
En 2006 la demanda fue mayor que la oferta de generación, que se mantuvo en 15 mil megavatios. «Cuando se crea Corpoelec, en 2007, la oferta de generación disponible era un poco menor a la demanda máxima registrada. Eso quiere decir que ahí comenzó la crisis eléctrica».
Las empresas estadales, entre públicas y privadas, se convirtieron en una sola corporación nacional, y comenzaron medidas de contención de demanda como cambio de bombillos, rememora el experto. Pero no pudieron evitar lo que parecía inevitable.
«En el año 2010 se produjo la primera campanada importante de que había un problema eléctrico en Venezuela, al bajar los niveles de agua de los embalses» debido a la sequía prolongada y el fenómeno de El Niño. En ese momento se tomaron medidas como un decreto de emergencia que todavía está vigente en el país.
La matriz energética de Venezuela, remarca, son 36 mil megavatios construidos (19 mil termoeléctricos y 17 mil hidroeléctricos si se suma Guri, Macagua y Caruachi). Pero al fallar la generación hidroeléctrica se evidenció que algo pasaba con las termoeléctricas:»Ese fue el primer campanazo de que el parque termoeléctrico estaba, en su mayoría, fuera de servicio».
Posteriormente hubo varios eventos, atribuibles al sistema de transmisión: «Empezó a quedar claro que se dependía de la generación hidroeléctrica, y que había un cuello de botella en los sistemas de transmisión de alta tensión» que salen desde Guayana y que transportan la energía que se produce. «Si no hay termoeléctrica disponible, y falla la transmisión, no hay cómo traerla». De los 17 mil megavatios, el 60% quedaba en Guayana, porque no se construyeron los sistemas de alta tensión para transportarlos.
Instalados, pero no disponibles
En 2019 las luces se apagaron en la mayor parte de Venezuela. Al ocurrir una falla en una línea de alta tensión, el sistema, por protección, salió en cascada, y el país quedó en 85% a 90% a oscuras. «Se constató que era poca la generación termoeléctrica disponible», y que «todo lo que se especulaba de la baja disponibilidad del parque termoeléctrico y la dependencia de 85% de traer la energía del sur, y tener el sistema de transmisión como limitante para traer la energía», era cierto.
Se calcula que la demanda era de 12 mil megavatios, con una oferta de 10 mil megavatios, por lo que había un déficit de 2.500 megavatios, o más. «Hay unos 3 mil o 3.500 megavatios de déficit entre generación disponible y el consumo de la población, que se estima en 13 mil a 13.500».
Para 2023, de acuerdo con el Colegio de Ingenieros, de 17 mil megavatios hidroeléctricos instalados solo había 7.500 megavatios disponibles; y de los 19 mil megavatios termoeléctricos instalados solamente se contaba con 2.500.
La demanda actual seguramente «no baja de 12.500 megavatios», se aproxima Rodríguez. Por eso, se organiza el plan de administración de carga para todo el país, mientras «a Caracas no la tocan», aunque en la capital se sienten las fluctuaciones. Se dañan los equipos del hogar porque la calidad de la energía «es pobre», y se producen los bajones porque la población pide energía pero el sistema no la puede aportar.
Adicionalmente, además del déficit, el sistema no puede distribuir más de 8.500 megavatios. «Tienes una restricción en el sistema de distribución», expone.
Así lo resume: seis años después de los mega apagones hay 10 mil megavatios de generación disponibles, un consumo de 13 mil 500 megavatios y la imposibilidad de distribuir más de 8.500 megavatios. Por eso «el racionamiento es tan profundo, porque sigue aumentando la demanda y bajando la oferta, ya no solo por la generación sino porque no hay cómo distribuir», subraya.
Es, insiste, «una cosa estructural». Se trata, según su diagnóstico, de una gran crisis energética, no solo eléctrica, que suma el problema de la crisis eléctrica, el de la crisis del combustible de Pdvsa para el suministro para las termoeléctricas y otros factores.
