Los campos de beisbol que tuvieron el privilegio de contar con sus jugadas no olvidan otro aniversario de uno de los mejores campocortos de la historia
Este miércoles 29 de abril, el beisbol venezolano y mundial están de fiesta, y es que la leyenda está cumpliendo 86 años de edad. Luis Aparicio, único pelotero venezolano exaltado al Salón de La Fama de las Grandes Ligas.
Nacido en Maracaibo, el 29 de abril de 1934, con habilidades muy particulares para jugar béisbol, deporte del que se enamoró desde muy temprana edad, tanto así que con 22 años ya estaba defendiendo el campocorto de los Medias Blancas de Chicago, en la Liga Americana.
En su primera temporada logró batear 266 puntos de average, distribuidos en 142 incogibles en 533 turnos con el madero. Además logró remolcar un total de 56 carreras, anotar 69 y robarse 21 bases, números consagratorios para sumar el reconocimiento como Novato del Año en la Liga Americana.
Aparicio siguió uniformado con los Medias Blancas hasta la campaña de 1962 y luego pasó a los Orioles de Baltimore, con los que se mantuvo hasta 1967, antes de regresar a Chicago. Sus últimas tres temporadas en la Gran Carpa (1971, 1972 y 1973) las jugó uniformado con los Medias Rojas de Boston.
Durante sus 18 temporadas en el mejor beisbol del mundo, Aparicio bateó 262 de promedio, destacando por su impecable defensiva y velocidad en las bases, robando 742 almohadillas. Fue campeón robador de bases de la Americana en nueve campañas consecutivas. Dejó un promedio defensivo de por vida de .972, ganó nueve Guantes de Oro y fue convocado al Juego de Estrellas en diez ocasiones.
La trayectoria de «Don Luis» sirvió de inspiración para otros y muy destacados venezolanos como Omar Vizquel y David Concepción; en 1984 fue exaltado al Salón de la Fama de Cooperstown, siendo hasta ahora el único venezolano en alcanzar dicha hazaña.
Luis Aparicio, sigue siendo sin duda alguna una de las máximas referencias de nuestra pelota criolla, y hoy en día en estos tiempos difíciles de coronavirus, recordar sus hazañas es sinónimo de alegría y estímulo para las nuevas generaciones de Venezuela y el mundo.