El filósofo y ensayista alemán de origen surcoreano Byung-Chul Han reconoce que la inteligencia artificial puede ser una herramienta útil en algunos campos del conocimiento, pero advierte de que «tarde o temprano, esclavizará a la humanidad».
El premio Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades 2025, que recibirá el galardón el viernes, participó este miércoles en un encuentro con estudiantes de educación secundaria, en el que dijo que no está en contra de los teléfonos móviles o de las tecnologías digitales siempre que se haga un buen uso de ellas.
Recordó que en la primera revolución industrial, a mediados del siglo XVIII, se crearon máquinas que agilizaron los procesos productivos, pero también el hombre «se convirtió en esclavo de sus inventos».
«Hay que ser muy cuidadosos para no caer en la esclavitud de las tecnologías y hoy nos enfrentamos a la inteligencia artificial, que nos va a embrujar, a esclavizar y va a controlar nuestras vidas», advirtió.
El pensador criticó la formación que se da en las escuelas y universidades, a las que calificó como «empresas neoliberales en las que los alumnos son clientes y los profesores, vendedores».
Defendió la fiesta y la siesta» arraigada en países como Italia y España para combatir la tendencia al individualismo consumista que fomenta el neoliberalismo.
En un encuentro con el publico celebrado en el Teatro Jovellanos de Gijón (Asturias), el pensador ha pedido que haya «más fiesta y más siesta» porque el neoliberalismo ha conseguido neutralizarlas para imponer una doctrina de la producción en la que las personas son cada vez más individualistas.
Han ha destacado la necesidad de abandonar el concepto de libertad individual sin límites y retomar la idea original de la libertad en comunidad, que es la que tiene sentido y da orientación para la vida.
El filósofo, que el viernes recogerá de manos de la princesa Leonor el Premio Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades 2025 que se le ha concedido por su «brillantez» para interpretar los retos de la sociedad tecnológica y por tener una «mirada intercultural» que arroja luz sobre «fenómenos complejos» del mundo actual, ha dicho que la verdad y la libertad rigen su propia vida.
«Yo vengo a decir la verdad, no como Trump y los políticos», ha dicho ante un auditorio de cientos de personas que han colmado el patio de butacas de la sala del teatro en un acto organizado por la Fundación Princesa de Asturias previo a la entrega de los premios.
A una pregunta sobre si tiene esperanza de que en el mundo pueda cambiar para mejor, el filósofo ha dicho que no es ni optimista ni pesimista, sino un escéptico que cree en el porvenir, es decir, en los acontecimientos que indudablemente van a ocurrir en el futuro.
En ese sentido ha dicho que no se va a producir ninguna revolución, sino que el capitalismo implosionará por su propia contradicción fundacional al devorar las fuerzas que lo originaron, y confía en que la sociedad sea capaz de encontrar otra forma de convivencia para una vida mejor.
Además, ha advertido sobre los bajos índices de natalidad en el mundo actual, que junto a la destrucción de los recursos y del medio ambiente, puede poner a la humanidad en serio riesgo de desaparición.
Ha puesto como ejemplo a Corea, donde de mantenerse la actual tendencia de natalidad la población de ese país podría desaparecer en sólo 100 años.
«Tenemos que volver a ser personas, seres humanos, y superar este estado en que estamos como ganado, estabulados, aunque es difícil porque nos hicieron creer que somos libres», ha afirmado.
Al inicio de su intervención, en la que ha hablado durante una hora sin interrupción, ha recordado sus inicios como estudiante de filosofía en Alemania, donde aprendió el idioma alemán leyendo a Hegel.
También se ha referido a su pasión por la música clásica y por los pianos de cola, un instrumento del que tiene dos en su casa, uno alemán y otro italiano, que toca al inicio y al finalizar cada una de sus jornadas, porque le permite «despegar» y le conecta con el pensamiento.






