El filósofo presenta este sábado 23 de noviembre, en la librería El Buscón de Las Mercedes, su primer libro de narrativa: ‘Polifemo’. En la historia hay, incluso, un crimen pasional.
Más ácido que el mismo ácido es el filósofo venezolano Erik Del Bufalo. No solo no se casa con ninguno de los sectores políticos en pugna en el país, sino que no esconde el desencanto que ambos le producen. Tanto escribir tuits y trabajos académicos lo alentó a confeccionar su primera novela,’ Polifemo’. El libro, publicado por la Editorial Eclepsidra (a cargo de Carmen Verde Arocha), será presentado este sábado 23 de noviembre en la librería El Buscón, en el Trasnocho Cultural.
Polifemo «es mucho del país, de la crisis cultural del país, la crisis existencial. No es un problema sobre Guaidó o Diosdado. Pero si es una malignidad que se fue conformando sin saber de dónde venía, que fue agarrando a todo el mundo e intoxicando a la gente», enfatiza Del Bufalo en conversación con Contrapunto.
-¿Es por el chavismo?
-No. Sería muy fácil. El chavismo es una fracción. Es una malignidad que está en todo el país, y no solo en el poder. También está en la sociedad. Más allá de quien controla el poder político, eso es algo que está en nuestra cultura; Hanna Arendt y la banalidad del mal. En todos nosotros hay un pequeño pillo que trata de aprovecharse de una oportunidad. El sistema lo que hizo fue aprovecharse de eso e irlo potenciando como una bola de nieve.
-¿Esa malignidad nos acompaña desde hace cuánto tiempo?
-Tal vez desde nuestros orígenes, pero es en los últimos tiempos cuando brotó y se le dio rienda suelta. Fue a mediados del periodo democrático, en los años 70. Es un espíritu que nos rodea a todos como país. La novela muestra eso. Una especie de fantasma que está allí, que se concreta en cosas, en animales. Hay seres que no tiene nombre, pero existen.
Pero Polifemo, más allá de la crisis del país «que es un personaje secundario», es «una interrogación profunda sobre lo que significa ser una mujer o un hombre contemporáneo, en tanto que estamos en un mundo en el que no hay sentido de la trascendencia y todo es inmediato, todo está dado por la tecnología, por el progreso. Se han cortado los hilos de oro con lo que antes se llamaba el cielo».
-¿Es desesperanzado?
-No. Para nada. Es un libro que es una ordalía, no una desesperanza. Es una prueba, pero no una desesperanza. Es una iniciación.
-¿Hacia qué?
-Hacia algo que está allí y que hay que descubrir. Que no puedo decir.
-¿Es una novela de amor?
-También es una historia de amor. El problema del amor está puesto, no con los sentimientos, sino con el autoconocimiento. El amor es un paso hacia el autoconocimiento. Se llama ‘Polifemo’ porque es la historia de nadie en los otros. En ‘Polifemo’ ocurre un crimen pasional, que es tal vez la parte más política de la novela.
-¿Busca ser antipático con todos?
-Para nada. Es un libro amable con el lector, que respeta al lector. Está escrito para el lector, no para el escritor. Es un libro en el que quiero contribuir a deshacerme de mi yo, y más bien quiero ayudar al lector a que se manifieste él. No es antipático, crítico, ni maluco.
-Usted es muy ácido con todos. ¿En quién cree?
-Creo en la razón humana, y la razón humana es un ácido que está hecho para corroer los barrotes de la ignorancia y la opresión.
-¿Cuales son los barrotes ahora?
-Están en nuestras cabezas. La mayor represión en Venezuela ocurre en nuestras cabezas, no en la calle.
-¿Por qué?
-Todo está hecho para poner velos, oscurecer la mirada, aturdir y mantener el statu quo actual.
-¿Cuál es el statu quo?
-El modelo venezolano es una nueva oligarquía que se ha formado de un modo mercantilista. Ella se enriquece en la medida en que Venezuela sea lo menos productiva, para importar y controlar los flujos de riqueza.
-¿Todos los sectores?
-Me refiero a lo que hay, a la máquina de enriquecerse. Y en esa máquina se enchufan todos los factores políticos. Los centros de poder político están casados con eso.
-¿No hay esperanza entonces?
-Claro que sí. A nosotros nos cuentan un coco: que hay militares malvados, que el Sebin nos va a comer, que la FAES nos va a matar. Eso es un coco. Pero cuando hay un cambio de conciencia se arrastran las fuerzas fácticas, y se dan cuenta de que el poder represivo del Estado descansaba sobre pies de barro porque no era más que un cuento.
-¿Cuál es el miedo del statu quo?
-El miedo del statu quo es que el coco caiga. No es Maduro, es el coco mental que nos han puesto de los militares. No son los militares los que sostienen esto: a ellos los usan para asustar a la gente. Este es un país dominado por los corruptos, no por los militares. Es un país sometido por los corruptos, no por la institución militar.