Evlin -no Evelin- dice que las mujeres deben detenerse y preguntar para cuándo se dejan ellas. «Hay dos estados fabulosos para mí: estar enamorada y estar despechada», afirma esta publicista y show-woman que vivió y estudió en España y decidió regresar a Venezuela. Este 1 de noviembre habrá una «terapia de grupo» en el Centro Cultural BOD
No es que Evlin Pérez -sí, es Evlin y no Evelin- tenga algo en contra de las mujeres que se enamoran y se despechan, porque ella misma se ha enamorado y despechado hasta «arrastrar la cobija». Pero sí tiene su diagnóstico de lo que pasa con las latinoamericanas y por qué sufren tanto.
«La latinoamericana tiene mucha novela, mucho Candy Candy, mucho príncipe azul en el coco. Es entregarnos 100%. ¿Y tú para cuándo te dejas?», afirma Evlin en entrevista con Contrapunto. Nacida en Caracas -prácticamente acaba de cumplir años-, hija de odontólogo que decidió abandonar la carrera de papá para caer en los brazos de la publicidad en el Instituto Universitario de Nuevas Profesiones, ella decidió marcharse en 2003 para vivir y estudiar en España. Nada raro. Lo extraño, habida cuenta de lo que sucede en el país, es que decidiera regresar. «Mi vida en España la traduzco en un eterno correr sin saber hacia dónde se va, como un hámster con la rueda. Mucho trabajo. Pensé ‘me voy a quedar un rato en mi casa’, en Venezuela», explica a Contrapunto.
El 1 de noviembre Evlin presentará su espectáculo Con nombre de mujer, a las 7:00 pm en el Centro Cultural BOD. Durante unas dos horas se encargará de hacer «una terapia de grupo en teatro» con ese cerebro en el que cohabitan la latina enamorada y la europea desapegada que resolvió no casarse ni tener hijos.
«Yo voy a cantar y a hablar y la gente va a trabajar. Voy a hacer dos ejercicios terapéuticos», adelanta. «Es para mujeres y hombres, para toda la familia. Voy a hablar del humor, del despecho, de nosotros como sociedad».
Cuando habla de amar y sufrir es porque en ese cuerpo de mujer real (con un poquito de sobrepeso, con la boca pintada y muchas palabras por decir) han reinado el despecho y el amor. «Hay dos estados fabulosos para mí: estar enamorada y estar despechada», confía. Claro, más tiempo pasa y más pisa tierra. «Los despechos cada vez me duran menos. El último duró tres meses. Tienes que vivir el proceso; es un proceso de duelo. Si no te deprimes, te quedas con la ira y no sueltas. Y si no sueltas, no llega nadie más».
¿De qué está enamorada ahora? «De mí, de mi trabajo, de mi carrera. No he querido meterme en las aguas turbulentas del enamoramiento».