En el debate contemporáneo sobre justicia social y desarrollo sostenible, el Índice de Gini se ha consolidado como una herramienta clave para medir la desigualdad en la distribución del ingreso.
Este coeficiente, desarrollado por el estadístico italiano Corrado Gini en 1912, permite cuantificar cuán equitativamente se reparte la riqueza en una sociedad. Su escala va de 0 (igualdad perfecta) a 1 (desigualdad total), y aunque su simplicidad lo hace atractivo, su interpretación exige una mirada crítica y contextualizada.
Según el Banco Mundial, que utiliza este indicador en su Plataforma sobre Pobreza y Desigualdad, “el Índice de Gini es una medida sintética que permite comparar la desigualdad entre países y a lo largo del tiempo, aunque debe complementarse con otros indicadores para una visión más completa”. Esta afirmación subraya la necesidad de no tomar el índice como una verdad absoluta, sino como parte de un análisis más amplio.
El economista chileno Miguel Crispi Serrano, en su tesis de magíster en Políticas Públicas en la Universidad de Chile, sostiene que “el Coeficiente de Gini ha sido el parámetro de desigualdad dominante desde principios del siglo XX a la fecha (…)”. Crispi advierte que, aunque útil, el Gini puede ocultar dinámicas internas de la distribución del ingreso, por lo que recomienda complementarlo con otras métricas.
Por su parte, Fernando Medina, asesor regional en estadísticas sociales de la División de Estadística y Proyecciones Económicas de la CEPAL, señala que “el número de observaciones que se utilicen incide marcadamente en el valor del índice de Gini” y que “cuando la variable de ordenamiento no coincide con la utilizada en el cálculo del índice, se pueden generar sesgos de subestimación”. Esta observación técnica es crucial para investigadores y responsables de políticas públicas que buscan diagnósticos precisos.
¿Cómo se calcula?
El cálculo se basa en la curva de Lorenz (es una representación gráfica de la distribución del ingreso o la riqueza en una sociedad). Muestra la proporción acumulada de la riqueza o ingreso que posee una determinada proporción acumulada de la población, que representa gráficamente la distribución acumulada de ingresos frente a la población. Cuanto más se aleja esta curva de la línea de igualdad perfecta, mayor es la desigualdad. La fórmula considera la proporción acumulada de población y de ingresos.
Por lo tanto, el índice de Gini y la curva de Lorenz tienen la misma finalidad: ambos sirven para determinar la desigualdad económica entre los habitantes de un territorio. Sin embargo, el índice de Gini evalúa la desigualdad de la renta de manera numérica, en cambio, la curva de Lorenz analiza la desigualdad económica de manera gráfica.
el índice de Gini está relacionado con la curva de Lorenz. De manera que cuanto menor sea el índice de Gini, más se aproximará la curva de Lorenz a la línea de igualdad perfecta. Mientras que cuanto mayor sea el índice de Gini, más curvatura tendrá la curva de Gini y, por tanto, más lejos se encontrará de la línea que representa la igualdad perfecta.
Este indicador es clave para:
-Diagnosticar la desigualdad económica en países y regiones.
-Orientar políticas públicas que promuevan la equidad social.
-Comparar niveles de desarrollo entre naciones.
-Evaluar el impacto de reformas fiscales y sociales.
El Índice de Gini no solo revela cuánto se concentra el ingreso en manos de unos pocos, sino que también invita a reflexionar sobre las estructuras que perpetúan esa concentración. Su uso responsable y complementado con otras herramientas estadísticas puede orientar políticas más equitativas y eficaces. Como educadores, analistas o ciudadanos, comprender este indicador es dar un paso hacia una sociedad más justa y consciente.
Con información Economipedia / probabilidadyestadistica.net






