En un mercado saturado de tendencias efímeras, pocas figuras han logrado lo que Labubu: convertirse en un fenómeno global que mezcla arte, nostalgia, cultura pop y una economía multimillonaria. Este peculiar peluche con dientes puntiagudos y mirada traviesa no solo ha capturado corazones, sino también carteras. ¿Cómo lo logró?
De ilustración a ícono pop
Labubu nació en 2015 como parte de la serie ilustrada The Monsters, creada por el artista hongkonés Kasing Lung, nacido en los Países Bajos. Su estilo mezcla elementos de la mitología nórdica con una estética infantil y monstruosa. Cuatro años después, Lung firmó un acuerdo con Pop Mart, una empresa china especializada en juguetes coleccionables, lo que marcó el inicio de una expansión sin precedentes.
El negocio detrás del peluche
Pop Mart, fundada por Wang Ning en 2010, transformó el coleccionismo en una experiencia de suspenso y emoción gracias a las famosas “blind boxes” o cajas sorpresa. El comprador no sabe qué figura obtendrá hasta abrirla, lo que ha generado una cultura obsesiva de coleccionismo. En 2024, la empresa facturó más de 13.040 millones de yuanes (≈1.800 millones de dólares), con un crecimiento del 106.9% respecto al año anterior. Solo la serie The Monsters, donde aparece Labubu, generó 3.040 millones de yuanes (≈419 millones de dólares), con un crecimiento del 726.6%.
Una figura secreta de Labubu puede alcanzar hasta $7.000 en el mercado secundario. Y en junio de 2025, una versión de “tamaño humano” (131 cm) fue subastada en Pekín por 1.08 millones de yuanes (≈$150.275).
Viralidad y cultura “kidult”
El despegue global de Labubu se dio en 2024, cuando Lisa, cantante de Blackpink, mostró un llavero del personaje en sus redes sociales. La imagen desató una fiebre de compras que se extendió a celebridades como Rihanna, Dua Lipa y David Beckham. En TikTok, el hashtag #labubu supera los 1.4 millones de publicaciones.
Este fenómeno se inscribe en la llamada “economía kidult”, donde adultos compran juguetes no solo por nostalgia, sino como inversión y expresión cultural. Según Forbes, la fortuna de Wang Ning se disparó hasta los $20.300 millones, ubicándolo entre los 100 más ricos de China.
Más que un juguete
Labubu ha trascendido el mundo del juguete. Ha aparecido en la Semana de la Moda de París, protagonizado colaboraciones de edición limitada y se ha convertido en objeto de deseo en subastas exclusivas. Como señala Geraldine Hernández en RPP: “Este peluche mezcla de duende y monstruo se ha convertido en un negocio multimillonario gracias a las cajas sorpresa, las redes sociales y la nostalgia de los adultos”.
¿Qué sigue para Labubu?
Con más de 40 solicitudes de registro ante Indecopi, Labubu no muestra señales de desaceleración. Su éxito es una lección de cómo el diseño, la estrategia de marketing y la cultura digital pueden convertir una figura en un símbolo generacional.
Para muchos expertos en marketing, Labubu no es solo un peluche. Es una narrativa, una inversión, una emoción encapsulada en vinilo. «Como todo buen monstruo, ha venido para quedarse».






