Conocido por su carisma, sencillez y enfoque pastoral, el papa Francisco deja un legado profundamente transformador en la Iglesia católica. Desde su elección como el primer pontífice latinoamericano en 2013, Jorge Mario Bergoglio imprimió un nuevo rostro al Vaticano, alejándose del estilo tradicionalista de sus predecesores y abrazando una visión más inclusiva, compasiva y cercana a los marginados.
Una Iglesia “en salida”
Una de las frases más emblemáticas del papa Francisco fue su llamado a una “Iglesia en salida”. Esto significó abandonar el clericalismo y salir al encuentro de las personas más necesitadas. Bajo su guía, la Iglesia tomó una postura más activa en temas como la pobreza, el cambio climático, la migración y la justicia social.
Apertura y diálogo
Francisco promovió una actitud de diálogo frente a temas polémicos como el papel de las mujeres, la comunidad LGBTQ+, el celibato sacerdotal y el abuso sexual dentro de la Iglesia. Aunque no realizó cambios doctrinales radicales, abrió el espacio para conversaciones antes consideradas tabúes, como la posibilidad del diaconado femenino o el acceso a la comunión para divorciados vueltos a casar.
Reforma interna y transparencia
El papa también emprendió una reforma estructural dentro del Vaticano, enfocándose en la transparencia financiera y la lucha contra la corrupción. Creó nuevas estructuras para supervisar las finanzas del Vaticano y reformó la Curia Romana con una nueva constitución apostólica, Praedicate Evangelium, con el objetivo de hacer más eficiente y pastoral el gobierno eclesial.
Cuidado de la creación
En 2015, Francisco publicó la encíclica Laudato si’, un poderoso llamado a cuidar el planeta como “casa común”. Esta carta se convirtió en un hito del pensamiento ecológico dentro del ámbito religioso y fue aplaudida incluso por líderes fuera del catolicismo.
Cercanía con los jóvenes y pueblos indígenas
El papa argentino también dejó huella en los jóvenes y las comunidades indígenas. A través de sínodos y encuentros internacionales, promovió la participación activa de las nuevas generaciones en la vida de la Iglesia y mostró especial sensibilidad por la situación de los pueblos originarios, especialmente durante el Sínodo para la Amazonía.
Un papa del pueblo
Francisco pasará a la historia como un papa cercano, austero y profundamente humano. Renunció a muchos lujos del cargo papal, vivió en la residencia de Santa Marta en lugar del Palacio Apostólico y optó por un estilo de vida sencillo, más acorde con sus raíces jesuitas.
El legado del papa Francisco es el de una Iglesia más abierta, menos centrada en sí misma y más comprometida con los desafíos del mundo contemporáneo. Aunque su pontificado no estuvo exento de críticas, su huella es indeleble. Más que imponer, buscó escuchar; más que juzgar, buscó acompañar. El impacto de sus decisiones y su estilo de liderazgo resonará en la Iglesia católica por generaciones.