En el corazón del Vaticano, y en las diócesis alrededor del mundo, la figura del cardenal se distingue por el vibrante color escarlata de su vestimenta. Desde la birreta hasta la sotana, pasando por la muceta y la faja, el rojo intenso impregna su apariencia, evocando una historia rica en simbolismo y tradición dentro de la Iglesia católica. Pero, ¿por qué este color tan llamativo? ¿Qué significado profundo encierra esta elección cromática?
Sigue leyendo nuestro artículo y te explicaremos detalladamente el significado del atuendo de los cardenales.
Explican algunos historiadores que, para desentrañar este misterio, debemos remontarnos a los primeros siglos del cristianismo. La sangre de los mártires, aquellos que ofrecieron su vida por la fe, siempre ha tenido un significado trascendental para la Iglesia. «Su sacrificio se convirtió en la semilla de nuevas generaciones de creyentes, y su testimonio de valentía y entrega quedó grabado en la memoria colectiva».
Ellos, los expertos en temas religiosos, católicos y teológicos, aseguran que es precisamente esta conexión con la sangre martirial la que se considera la razón principal detrás del color rojo cardenalicio. Al vestir de este color, los cardenales expresan simbólicamente su disposición a defender la fe, incluso «hasta el derramamiento de su propia sangre, siguiendo el ejemplo de los primeros mártires». Esta idea se formalizó aún más en el siglo XII, cuando el papa Inocencio III declaró oficialmente que el color escarlata representaba la disposición de los cardenales a morir por la Iglesia.

Sin embargo, el simbolismo del rojo va más allá del martirio. A lo largo de la historia, este color también ha estado asociado con el poder, la nobleza y la realeza.
En la antigua Roma, los senadores vestían togas con bordes púrpuras, un color cercano al escarlata, como signo de su alta posición. Al adoptar el rojo, los cardenales, que históricamente han actuado como consejeros cercanos del papa y han desempeñado roles cruciales en la administración de la Iglesia, también reflejaban su autoridad y su cercanía al poder papal.
La vestimenta cardenalicia, en su totalidad, es un conjunto de piezas con significados específicos:
- La sotana roja: Es la vestidura talar básica de los cardenales. Su color recuerda su compromiso con la Iglesia.
- La fajín roja (o Ceñidor): Es una banda de seda que se ata a la cintura sobre la sotana. Sus borlas también son rojas.
- La muceta roja: Es una capa corta que se abrocha sobre los hombros. En el pasado, su longitud indicaba el rango dentro del Colegio Cardenalicio.
- El solideo rojo: Es un pequeño casquete que cubre la coronilla.
- La birreta roja: Es un gorro de cuatro picos que se entrega al cardenal durante el consistorio, el acto formal en el que el Papa los eleva a esta dignidad. La imposición de la birreta viene acompañada de palabras que recuerdan su deber de estar «preparados para defender la fe cristiana, incluso hasta el derramamiento de sangre».
- El anillo cardenalicio: Generalmente de oro con una piedra preciosa, es otro símbolo de su investidura y su unión con la Iglesia.

Es importante destacar que, si bien el rojo es el color distintivo, existen algunas variaciones y ocasiones litúrgicas en las que los cardenales visten de otros colores, como el blanco, el verde o el morado, siguiendo las normas litúrgicas de la Iglesia. Sin embargo, el escarlata sigue siendo el color que los identifica de manera inequívoca.
En ese sentido, los teólogos explican que, el Colegio Cardenalicio es un cuerpo consultivo clave para el papa y tiene la trascendental tarea de elegir a su sucesor en caso de fallecimiento o renuncia. «Los cardenales, provenientes de diversas partes del mundo, representan la universalidad de la Iglesia. Su vestimenta roja, por lo tanto, no es solo un símbolo de su disposición al sacrificio y su cercanía al poder, sino también un recordatorio constante de la rica historia y la profunda tradición que sustentan su importante rol dentro de la Iglesia católica».
Para muchos católicos y jerarcas eclesiástico «cada vez que vemos a un cardenal ataviado de escarlata, somos testigos de un legado de fe, valentía y servicio, un recordatorio visual del compromiso inquebrantable con los valores fundamentales del cristianismo. El rojo cardenalicio sigue siendo, en pleno siglo XXI, un poderoso símbolo de la historia viva de la Iglesia».
Con información de El País/CNN/BBC