«Un café para un diálogo despolarizado, actividad desarrollada por Rediálogo en alianza con la Dirección de Cultura de la UCV, reunió a mujeres de distintos contextos. Dialogar es una decisión de valientes, subrayó Alba Purroy, directora de Rediálogo
No es un ejercicio fácil el que asumió este martes 11 de marzo la activista Alba Purroy, directora de Rediálogo: sentarse en una mesa redonda con ocho lideresas de distintas generaciones y posiciones políticas para escucharse y avanzar en la construcción de una agenda común.
«Un café para un diálogo despolarizado», actividad desarrollada por Rediálogo en alianza con la Dirección de Cultura de la UCV, buscaba «fomentar la posibilidad de que mujeres diversas y plurales puedan sentarse en un espacio común, seguro, tranquilo, a abordar temas comunes; pero también, temas que pueden ser muy desafiantes, muy difíciles, y que lo podamos hacer con respeto, con reconocimiento», detalló Purroy.
La idea, como lo apuntó, es que las mujeres que participaron en el diálogo puedan promover una experiencia similar en otros espacios y que se tome este modelo para que otras mujeres logren encontrarse.

En la Galería de Arte de la UCV se reunieron mujeres «de base», que no necesariamente son de zonas populares, aclaró la directora de Rediálogo. «Las mujeres de base son las que mueven la humanidad, porque están en los distintos espacios de la vida, de la sociedad. Estas mujeres lideran muchos espacios y queremos que ellas se encuentren en las diferencias».
La formación y la experiencia le indican a Purroy que siempre habrá diferencias y puntos de tensión, pero pese a ello es importante «que nos atrevamos a conversar, a dialogar, porque seguramente nos vamos a identificar unas con otras, y aún en nuestras diferencias podamos encontrar puntos que nos permitan avanzar».
Los derechos de las mujeres, aseguró, siempre serán punto de encuentro. Un tema de conversación es por qué las mujeres no han alcanzado más posiciones de poder, «y unas con otras pueden ayudar a descifrar elementos» como «las barreras, los techos, las amenazas».
Palabras entre mujeres
Al inicio de la actividad, Purroy enfatizó que era y es fundamental «escucharnos en las diferencias» por la riqueza que tiene cada ser humano y porque, pese a las tensiones, es posible transitar un camino común. Dialogar, subrayó, es entender al otro sin convencerlo; tampoco es olvidar lo que ha pasado. Es, en suma, una decisión «de valientes».
En la mesa redonda participaron Bárbara Quijada, presidenta de Futuro y concejala de Los Salias; Adriana Pérez, directora adjunta de Nosotras X Todas; Joanna Peñalver, directora de la Asociación Venezolana de Autismo; Marerwin Carnevali, mujer con autismo y TDH, abogada y docente; Iris de Franca, coordinadora del Movimiento de Mujeres Políticas y presidenta de Más iguales; María Elena Pérez, integrante de la secretaría de comunas de la Gobernación de Miranda; Angélica Fleitas, activista de Fuerza Vecinal y Luz Fernández, mujer indígena y directora de Redsur.

Lo que conversaron, por acuerdo entre todas, quedó sujeto a La Regla Chatham House, según la cual se puede utilizar la información que ha sido debatida pero sin revelar la identidad de quienes la emitieron.
Entre otras inquietudes, surgieron la polarización generada por el tema político; las corrientes ideológicas relacionadas con el feminismo; los prejuicios; las múltiples tareas que desempeñan las mujeres populares y que les quitan tiempo para formarse; puntos polémicos como el aborto, la concepción de lo que es violencia y el cuidado de los demás; la condición socioeconómica, porque «no es lo mismo ser mujer pobre que ser mujer con dinero»; la falta de oportunidad y el no reconocimiento de las diversidades.
Como el diálogo en Venezuela se ha polarizado, señaló una de las participantes, entonces el diálogo polariza; otra, advirtió que la maternidad polariza a las mujeres más jóvenes. Una de las participantes acotó que hay desconocimiento sobre lo que es feminismo, y que en algunos casos se presenta como «mujeres que odian a los hombres y están amargadas con la vida». Incluso, se habló de la descalificación «feminazi» que usan algunas mujeres.
El rol de los hombres también fue incorporado a la discusión porque, como lo resaltó una de las asistentes, «escucharnos entre nosotras mismas no es suficiente» ya que los hombres «nos van a seguir viendo como locas e histéricas» porque las cosas, para ellos, están bien. El diálogo entre mujeres y hombres es necesario, agregó otra de las participantes, porque «hemos perdido el camino cuando hemos dejado de dialogar».