Este lunes 20 de enero, Donald Trump toma posesión como el 47° presidente de Estados Unidos, una ceremonia en la que estará rodeado de diferentes autoridades internacionales, saltándose así la tradición que estaba marcada en Estados Unidos.
Trump, un carismático empresario «prestado a la política«, ha roto los esquemas de cómo dirigir a EEUU, esta vez, el equipo protocolar para la jura, rompió las tradiciones, que a diferencia de otros países de América, en el caso de Estados Unidos no suelen estar invitados los jefes de Estado o miembros de Gobiernos extranjeros. Los que sí suelen asistir a la toma de posesión son los embajadores de dichos países en Washington.
El republicano ha dejado claro que sus alianzas serán con naciones de corte liberal, conservadores, de derecha y de todo aquel que ayude a mejorar la economía de una de las mayores potencia del mundo, pero hay una curiosidad con respecto a la posición que tiene con países como Venezuela, de marcada tendencia socialista.
Donald Trump no habla de Venezuela. Hizo explosivas declaraciones sobre la pertenencia del Canal de Panamá, de Groenlandia y sobre el cambio de nombre del Golfo de México, además, ha reafirmado sus exigencias a México para que reciba migrantes en situaciones irregulares, pero contrario a su retórica previa, no se ha pronunciado sobre el Gobierno de Nicolás Maduro.
¿Otro discurso?
Su discurso cambió radicalmente con respeto a su primer periodo presidencial (2017-2021), en aquel entones fue duro con el Gobierno de Nicolás Maduro, quien recientemente se juramentó para su tercer ciclo presidencial, luego de unas elecciones en las que el Consejo Nacional Electoral dio ganador a su opción y que el abanderado por la tarjeta de la Mesa de Unidad Democrática y apoyado por la Plataforma Unitaria Democrática, Edmundo González Urrutia, ha cuestionado.
Durante el primer mandato de Trump impuso sanciones a Maduro por la instalación de la Asamblea Nacional Constituyente, que consideraron fue producto de un proceso “ilegítimo”. Estas sanciones incluyeron la congelación de los bienes del mandatario suramericano sujetos a la jurisdicción norteamericana y la prohibición a sus ciudadanos que hicieran transacciones con él. También la prohibición a los bancos estadounidenses de comprar bonos del Gobierno venezolano y de la petrolera estatal Petróleos de Venezuela (PDVSA).
Además, Trump planteó en varias ocasiones una posible opción militar contra Venezuela, pero finalmente optó por reconocer como presidente legítimo de Venezuela al autoproclamado Juan Guaidó, diputado opositor que terminó exiliado y nunca logró el control del Ejecutivo en Caracas pese al apoyo de un sector de la comunidad internacional.
Aunque en algunos portales y videos de redes sociales hay discursos sobre la fuerte y amenazante postura de Trump sobre la administración Maduro, todos datan de su primer periodo presidencial, al contrario, en esta ocasión, el 47° presidente de EEUU ha tenido poco o casi nulas palabras contra Nicolás Maduro y su tren de gobierno.
No hay un mensaje claro
Muchos expertos consideran que son ambiguas, por un lado dicen que serán amistosas, tomando en cuenta, que el futuro mandatario de EEUU quiere deportar a los más de 500 mil migrantes venezolanos ilegales en ese país y que una confrontación sería contraproducente para el estadounidense, que ha dicho en diversas ocasiones que quiere acabar con la migración ilegal que se disparó con el gobierno del demócrata Joe Biden y que gran parte de esa diáspora son de venezolanos, que huyen de Venezuela en busca «del sueño americano«.
Además, Venezuela es un proveedor de petróleo, que actualmente mantiene contratos y relaciones comerciales con varias firmas transnacionales y eso, sin duda, es un aliciente para que EEUU vuelva hacer el mayor socio comercial de Venezuela en el ámbito energético.
Por otra parte, tras su elección para un segundo mandato, Trump designó como su secretario de Estado al senador republicano Marco Rubio, quien ha sido un enemigo declarado de Maduro y ha sido partidario de endurecer las sanciones contra Venezuela.
Desde su nominación, el republicano Marco Rubio no se había referido a la administración Maduro, pero durante una audiencia del Senado para su confirmación al cargo, dijo que Venezuela “no está gobernada por un gobierno, está gobernada por una organización de narcotráfico que se ha empoderado como un estado-nación» y dijo que las elecciones del 28 de julio fueron “completamente falsas”.
Expulsara al Tren de Aragua
Sin embargo, el presidente electo de Estados Unidos ha guardado silencio sobre su postura frente a Venezuela, lo que sí dejó claro en su campaña electoral es la intención de expulsar a la organización criminal, Tren de Aragua.
En un discurso pronunciado el 28 de octubre, el mandatario electo dijo lo siguiente sobre la banda delictiva: «Es una de las bandas de inmigrantes más mortíferas y despiadadas» y está presente en Estados Unidos y culpó de ello a su exrival para las presidenciales del 5 de noviembre, la demócrata Kamala Harris.
El 9 de enero, Trump también ofreció apoyo a María Corina Machado y Edmundo González Urrutia, luego de que la líder opositora fue apresada por varias horas por los cuerpos de seguridad del Estado venezolano, pero su posición fue ambigua y no dejó nada claro.
En ese momento escribió en su red social lo siguiente: “La activista por la democracia venezolana María Corina Machado y el presidente electo (Edmundo) González están expresando pacíficamente las voces y la VOLUNTAD del pueblo venezolano con cientos de miles de personas manifestándose contra el régimen. La gran comunidad venezolana-estadounidense en los Estados Unidos apoya abrumadoramente una Venezuela libre, y yo los apoyo firmemente. ¡Estos luchadores por la libertad no deben sufrir daño y DEBEN permanecer SEGUROS y CON VIDA!“, escribió Trump en su cuenta de la red social Truth Social.
También el 9 de enero, Ronald Rodríguez investigador y vocero del Observatorio de Venezuela de la Universidad del Rosario, realizó un análisis para el portal France24, en «Estados Unidos se está abriendo una posibilidad de negociar con el régimen para el retorno de venezolanos a su país. Más de 545.000 venezolanos viven en Estados Unidos y no sería la primera vez que lo hacen los norteamericanos. Recordemos que en el acuerdo de Barbados parte de la negociación, incluía el retorno de ciudadanos venezolanos que regresaban entre comillas voluntariamente a su país, pero que en realidad son deportados y expulsados de Estados Unidos».
El analista sostiene que el presidente electo, Donald Trump, «quiere un resultado temprano y para poder regresar un número importante de ciudadanos venezolanos está prácticamente dispuesto o pareciera estar dispuesto a pactar con la dictadura de Nicolás Maduro, que ha convertido a la migración, a la diáspora venezolana que hoy supera los 7 millones 800 mil personas, en una moneda de cambio».
Sí al petróleo, no a los migrantes
Rodríguez también abordó el tema del petróleo y aseveró que Estados Unidos es uno de los pocos países de América y la Unión Europea que tiene la capacidad de mejorar la infraestructura petrolera de Venezuela y citó los ejemplos de las «relajaciones sancionatorias» derivadas de la administración Biden.
Hoy toma posesión Donald Trump y no hay un claro panorama sobre cómo serán sus relaciones con Venezuela, Cuba y Nicaragua, naciones que la mayoría de la comunidad internacional ha criticado por la falta de transparencia, violaciones de DDHH y poca democracia.
Con información de Colombia Check, CNN, France 24
